Como ante todo desafío que amenaza la existencia, el ser humano intenta una comprensión y una salida para seguir viviendo
Autor/a: Dr. Carlos Presman
"Humor es posiblemente una palabra; la uso constantemente. Estoy loco por ella y algún día averiguaré su significado". Groucho Marx
Miles, millones de seres humanos huyendo despavoridos, desnudos; solos o en grupos, saben que son la manada de la humanidad. Resulta imposible saber cuántos son, mientras intentan escapar ellos se miran de reojo, se cuentan algo, se hacen señas y sonríen; se abrazan y sonríen; comen, beben y sonríen.
Sé que no es un sueño porque acabo de escribirlo, se instala la duda: ¿Por qué sonríen?
La pandemia nos cambió la vida a todos, se detuvo el mundo y no nos pudimos bajar, volvieron con inusitada brutalidad los sentimientos más primitivos que alientan a la especie humana a sobrevivir: el miedo y la incertidumbre. Desamparados del refugio que nos da el abrazo y la seguridad de un futuro posible, nos percibimos amenazados por un virus invisible, mágica representación de la muerte.
Incorporamos palabras a nuestro lenguaje cotidiano para poder interpretar la realidad y nos familiarizamos con términos: ¡coronavirus, cuarentena, trazabilidad, COE, protocolos, suero de convaleciente, alcohol en gel, respirador, barbijo!
Después de cuatro meses de aislamiento se permite caminar hasta 500 metros del domicilio. Siempre con barbijo y a dos metros de distancia. Nos contagiamos la buena nueva entre amigos, colegas y pacientes. Al día siguiente me llega un wathsapp de un paciente de 92 años con doble reemplazo de cadera y severa artrosis: “Carlitos, salí a caminar, pero por los dolores hice apenas 150 metros, te cuento por si alguno más joven los necesita, le doy mis 350 que no voy a usar…” Me sonrío frente a la pantalla del celular, solo, mientras respondo: “jajajajajaja”. Reviso los mensajes: “Cuidado cuando vayan al supermercado, regresé a casa, y cuando se sacó el barbijo no era mi marido”, otro con la imagen de Shakespeare sosteniendo una botellita y declama: “Gel o no gel, esa es la cuestión”, otro con la cara de René Descartes: “Covido ergo Zoom”, otro con la escultura del David pero obeso, llamado Covid, otro: “La cuarentena es como una serie de Netflix, cuando uno cree que se acaba, sacan la siguiente temporada”. No alcanzo a revisar todos los mensajes y regresan las dudas: ¿Es posible hacer humor en estos tiempos? ¿Por qué, para qué, quién, qué humor? ¿El humor es tragedia + tiempo? ¿El humor es como la religión? ¿El humor es hijo del miedo y la incertidumbre? A todas, una sola respuesta: el ser humano es portador sano del humor.
El Dr. Sigmund Freud describió la relación del chiste con el inconsciente. El humor hace alusión de manera implícita o explícita a temas que son su andamiaje: la sexualidad, el poder-dinero, la agresividad y la muerte. Estos suelen ser tramas de las que habitualmente no hablamos y que nos generan angustias y tristezas. La posibilidad de enfermarnos por el coronavirus dispara, entre otros sentimientos, el humor. Convivimos con la tragedia y desde allí creamos la comedia, para que la cuarentena no nos enferme de más.
El escritor Isidoro Blaistein define al humor como el penúltimo paso de la desesperación.
En ese momento cuando el dolor parece no tener fin, alumbramos como un gesto de fe, de esperanza, ese registro que nos arranca una sonrisa y nos alivia. Sonreímos, nos sonreímos en medio del dolor. La desesperación es probablemente la madre de la fe, que en los creyentes se constituye como rasgo religioso y las expresiones: “Gracias a Dios” o “Que sea lo que Dios quiera”. Hay allí una creencia subjetiva que desoye cualquier realidad o racionalidad. En las narrativas que persiguen una sonrisa sucede algo similar, entregamos nuestra ingenuidad, nuestra fe y le creemos, acaso el humor sea el dios de los ateos. El escritor Bernardo Koremblit expresa: “El humor no nos hace felices, pero nos compensa de no serlo”. El Dr. Viktor Franckl en su libro “El hombre en busca de sentido” describe entre los sobrevivientes de los campos de concentración nazis, por los que pasó; el imprescindible, vital y necesario sentido del humor. ¿Podríamos cruzar el sufrimiento de la cuarentena y la pandemia con una sonrisa? El humor así sentido y expresado nos conecta con lo más profundo de la vida; quizás por eso el filosofo Friedrich Nietzsche nos cuenta en su libro “Así habló Zaratustra: sea falsa cualquier verdad en la que no haya habido una carcajada”.
Este humor, que podríamos adjetivar de ético, nos permite dotar de otro significado a la pérdida de libertades a las que nos condena la pandemia y la cuarentena. La soledad del aislamiento para evitar los contagios, la soledad colectiva para una libertad de más vida. El escritor Bernard Shaw reflexiona:”La soledad es una gran cosa, lástima que uno esté solo”. Otra vez las dudas: ¿Cómo acompañarnos, con humor, durante esta cuarentena? ¿Cómo hacer para que la enfermiza soledad no sea percibida como tal?
La pandemia de un bichito microscópico torció el rumbo de la humanidad y no es chiste. Como ante todo desafío que amenaza la existencia, el ser humano intenta una comprensión y una salida para seguir viviendo; para ello nos valemos de recursos que nos acompañaron por milenios: la ciencia, la religión y el azar. Estas tres muletas del sentimiento y el pensamiento nos han permitido seguir caminando hacia el futuro; el lenguaje del humor se aferra en nuestras manos. Vamos a superar esta pandemia gracias a Dios, cuando descubramos la vacuna y la terapéutica y/o tengamos suerte. Mientras tanto, ensayamos a coro el popular cantito: “Chau pandemia, chau pandemia, pandemia, chau chau”.
Dr. Carlos Presman
Combatir los ambientes "obesogénicos" ayuda a bajar de peso
La obesidad tiene múltiples causas, que van más allá de la voluntad de las personas. Hay otros factores que favorecen que muchos seamos cada vez más gordos. Una especialista comparte consejos para crear espacios más saludables.
La obesidad tiene múltiples causas, que van más allá de la voluntad de las personas. Hay otros factores que favorecen que muchos seamos cada vez más gordos. Una especialista comparte consejos para crear espacios más saludables.
La ciencia ha avanzado mucho. Pudo demostrar que conservar un peso adecuado y hacer ejercicio es esencial para tener una buena calidad de vida y, probablemente, vivir más años. La paradoja es que hay infinidad de revistas, programas de televisión y medios digitales dedicados al fitness y, sin embargo, las poblaciones año tras año son más sedentarias y tienen mayor peso corporal, sobrepeso y obesidad.
En la Argentina, la última Encuesta Nacional sobre Factores de Riesgo Cardiovascular mostró que, excepto en la Ciudad de Buenos Aires, todas las provincias habían aumentado significativamente los niveles de sedentarismo con respecto al estudio realizado cinco años antes.
Es complejo entender cómo en esta época tan mediatizada, el mensaje de la ciencia sobre el peso y el movimiento físico no causa un efecto positivo. ¿Será que no depende sólo de la voluntad de las personas, sino de comprender el efecto multicausal de esta epidemia? El desafío es grande e involucra a todos los componentes de la sociedad, porque todos de alguna forma contribuyen, tal vez sin advertirlo, a que los niños y adultos sean cada vez más gordos y tengan un acondicionamiento físico peor que el que tenían sus padres o abuelos a la misma edad.
¿Por qué se ha perdido este equilibrio? Cada una de las causas daría lugar a un artículo con cientos de citas, pero voy a tratar de simplificarlo:
* El ambiente es obesogénico. Los niños son la mayor preocupación. Los índices de sobrepeso y obesidad son alarmantes en muchos países. La llamada “generación Z” no juega en movimiento, sino principalmente frente a una pantalla. La combinación de computadora, televisión, videojuegos y telefonía celular produce una gran atracción en los más pequeños. Las cuatro horas diarias de juegos sedentarios, ligadas a la obesidad, son ampliamente superadas varias veces por semana. En contrapartida muy pocos niños cumplen los 60 a 90 minutos de actividad física diaria que casi lo podríamos definir como un derecho básico para lograr su máximo potencial de desarrollo. ¿Es que iremos en contra de la naturaleza? Los niños espontáneamente juegan en movimiento, pero los adultos los familiarizan desde una edad precoz con la tecnología. Esta ha venido para quedarse, y no podemos negar los avances que ha producido, pero no hagamos oídos sordos a las consecuencias de su uso ilimitado.
* Los adultos y los niños se mueven muy poco. Cada nueva encuesta muestra que el sedentarismo sigue creciendo, con lo cual, el gasto calórico es mínimo.
* Se perdió el concepto de “porción saludable”. Los tamaños han crecido en forma desmedida y con ello el ingreso calórico. La saciedad debería ser la sensación fisiológica que determina el fin de la ingesta, pero no se ejercita. En cambio, se tiende a consumir sin tomar conciencia de lo que se ingiere: comemos el paquete entero, sin importar su tamaño.
* Compramos "por si…" Para mantener un peso saludable se deben organizar las compras, las comidas, y la distribución de los alimentos.
El sobrepeso y la obesidad tienen un origen multicausal. Para solucionarlo debemos tomar conciencia de que la forma de vida del ser humano ha cambiado y también la manera de enfermarse. La ciencia ha logrado prolongar la vida con el control de las enfermedades infecciosas y la disminución de la mortalidad temprana por enfermedades cardiovasculares.
La calidad de vida que tendrán los niños y jóvenes de hoy dependerá en gran medida que los distintos actores de la sociedad. Las autoridades de salud y educación, los padres y las empresas deberán comprender y colaborar para solucionar la multicausalidad de esta epidemia que amenaza con acortar por primera vez la expectativa de vida de las nuevas generaciones.
Por la doctora Patricia Sangenis, médica cardióloga y especialista en medicina del deporte, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología, miembro del Colegio Americano de Medicina del Deporte, miembro de la Comisión Medica del Comité Olímpico Internacional y directora del Instituto Deporte y Salud de Buenos Aires.
En la Argentina, la última Encuesta Nacional sobre Factores de Riesgo Cardiovascular mostró que, excepto en la Ciudad de Buenos Aires, todas las provincias habían aumentado significativamente los niveles de sedentarismo con respecto al estudio realizado cinco años antes.
Es complejo entender cómo en esta época tan mediatizada, el mensaje de la ciencia sobre el peso y el movimiento físico no causa un efecto positivo. ¿Será que no depende sólo de la voluntad de las personas, sino de comprender el efecto multicausal de esta epidemia? El desafío es grande e involucra a todos los componentes de la sociedad, porque todos de alguna forma contribuyen, tal vez sin advertirlo, a que los niños y adultos sean cada vez más gordos y tengan un acondicionamiento físico peor que el que tenían sus padres o abuelos a la misma edad.
¿Por qué se ha perdido este equilibrio? Cada una de las causas daría lugar a un artículo con cientos de citas, pero voy a tratar de simplificarlo:
* El ambiente es obesogénico. Los niños son la mayor preocupación. Los índices de sobrepeso y obesidad son alarmantes en muchos países. La llamada “generación Z” no juega en movimiento, sino principalmente frente a una pantalla. La combinación de computadora, televisión, videojuegos y telefonía celular produce una gran atracción en los más pequeños. Las cuatro horas diarias de juegos sedentarios, ligadas a la obesidad, son ampliamente superadas varias veces por semana. En contrapartida muy pocos niños cumplen los 60 a 90 minutos de actividad física diaria que casi lo podríamos definir como un derecho básico para lograr su máximo potencial de desarrollo. ¿Es que iremos en contra de la naturaleza? Los niños espontáneamente juegan en movimiento, pero los adultos los familiarizan desde una edad precoz con la tecnología. Esta ha venido para quedarse, y no podemos negar los avances que ha producido, pero no hagamos oídos sordos a las consecuencias de su uso ilimitado.
* Los adultos y los niños se mueven muy poco. Cada nueva encuesta muestra que el sedentarismo sigue creciendo, con lo cual, el gasto calórico es mínimo.
* Se perdió el concepto de “porción saludable”. Los tamaños han crecido en forma desmedida y con ello el ingreso calórico. La saciedad debería ser la sensación fisiológica que determina el fin de la ingesta, pero no se ejercita. En cambio, se tiende a consumir sin tomar conciencia de lo que se ingiere: comemos el paquete entero, sin importar su tamaño.
* Compramos "por si…" Para mantener un peso saludable se deben organizar las compras, las comidas, y la distribución de los alimentos.
El sobrepeso y la obesidad tienen un origen multicausal. Para solucionarlo debemos tomar conciencia de que la forma de vida del ser humano ha cambiado y también la manera de enfermarse. La ciencia ha logrado prolongar la vida con el control de las enfermedades infecciosas y la disminución de la mortalidad temprana por enfermedades cardiovasculares.
La calidad de vida que tendrán los niños y jóvenes de hoy dependerá en gran medida que los distintos actores de la sociedad. Las autoridades de salud y educación, los padres y las empresas deberán comprender y colaborar para solucionar la multicausalidad de esta epidemia que amenaza con acortar por primera vez la expectativa de vida de las nuevas generaciones.
Por la doctora Patricia Sangenis, médica cardióloga y especialista en medicina del deporte, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología, miembro del Colegio Americano de Medicina del Deporte, miembro de la Comisión Medica del Comité Olímpico Internacional y directora del Instituto Deporte y Salud de Buenos Aires.
La automedicación es la forma indiscriminada y voluntaria mediante la cual las personas consumen medicamentos, hierbas y/o remedios caseros sin previa prescripción médica ya sea antes o durante el tratamiento.
Tal vez hayas escuchado hablar del metabolismo sin comprender bien qué es. Para que puedas despejar tus dudas, aquí te contamos de qué se trata, cómo funciona y cuáles son los problemas metabólicos que puede tener una persona.
Muchas personas usan el término metabolismo sin saber en verdad de qué se trata. En general, se lo suele asociar a la obesidad y se lo culpa por no poder bajar esos kilos o libras de más, aunque no sea exactamente así.
El metabolismo es un conjunto de procesos físicos y químicos que ocurren en las células, que convierten a los nutrientes de los alimentos en la energía necesaria para que el cuerpo cumpla con todas sus funciones vitales, como respirar, hacer la digestión, hacer circular la sangre, mantener la temperatura corporal y eliminar los desechos (a través de la orina y las heces). Es decir que no sólo utilizamos esa energía para movernos y pensar, sino también cuando estamos en reposo.
Cuando comemos un alimento, unas moléculas del sistema digestivo denominadas enzimas descomponen las proteínas en aminoácidos, las grasas en ácidos grasos y los hidratos de carbono (carbohidratos) en azúcares simples (como la glucosa). Estos compuestos son absorbidos por la sangre, que los lleva a las células en donde otras enzimas aceleran o regulan las reacciones químicas necesarias para “que se metabolicen” o sea, que se procesen de modo que se libere o se almacene la energía. Por cierto, la energía que un alimento le brinda al cuerpo se mide en calorías, y cuando consumes más calorías de las que necesita tu cuerpo, éstas se acumulan en forma de grasa.
Más específicamente, en el metabolismo intervienen dos tipos de actividades: la fabricación de tejidos corporales y la creación de reservas de energía (conocida como anabolismo o metabolismo constructivo) y la descomposición de tejidos corporales y de reservas de energía para obtener el combustible necesario para las funciones corporales (llamada (catabolismo o metabolismo destructivo).
La velocidad y el sentido en que se producen esos procesos metabólicos están regulados por distintas hormonas que se fabrican por el sistema endócrino, como la tiroxina (que se produce en la glándula tiroides) y la insulina (que se produce en el páncreas).
A veces, el sistema metabólico falla y ocurren los llamados trastornos o enfermedades metabólicas, algunas pueden heredar. La mayoría suceden porque hay enzimas u hormonas que se concentran de manera anormal en la sangre o no funcionan correctamente. Lo que sucede es que es que hay ciertas sustancias químicas que si no se pueden metabolizar o que si se metabolizan mal pueden causar síntomas graves. Por eso, los problemas del metabolismo deben tratarse y controlarse.
¿Te preguntas cuáles son los trastornos metabólicos? A continuación te doy algunos ejemplos, que tal vez ya conocías:
Galactosemia: es un trastorno metabólico congénito, es decir, heredado. Los bebés que nacen con este problema no tienen suficiente cantidad de una enzima encargada de descomponer el azúcar de la leche, denominado galactosa.
Fenilcetonuria: otro trastorno congénito provocado por un defecto en la enzima encargada de descomponer el aminoácido fenilalanina, necesario para el crecimiento normal y la fabricación de proteínas.
Hipertiroidismo: se produce cuando la glándula tiroides segrega (produce) una cantidad excesiva de tiroxina, lo que acelera el metabolismo basal. Provoca síntomas como pérdida de peso, aceleración del ritmo cardiaco, hipertensión, ojos prominentes o saltones (exoftalmos) y un abultamiento en el cuello que se debe al crecimiento de la glándula tiroidea (bocio).
Hipotiroidismo: se produce cuando la glándula tiroides o no existente o produce poca hormona tiroidea (tiroxina), en ocasiones debido a la producción de anticuerpos que destruyen parcialmente a esta glándula, que por eso segrega una cantidad insuficiente de la hormona tiroxina, lo que hace más lento al metabolismo basal. En los lactantes y en los niños puede causar retraso mental y en el crecimiento, en los adultos provoca fatiga, disminución del ritmo cardiaco, aumento de peso y estreñimiento.
Diabetes, de tipo 1 o diabetes de tipo 2 : la primera (diabetes tipo 1) ocurre cuando el páncreas no produce o secreta suficiente insulina (se requiere insulina para el tratamiento), la segunda (diabetes tipo 2) se produce cuando el cuerpo no responde a la insulina en forma adecuada, tiene resistencia a la insulina que se produce. En casos avanzados puede no haber suficiente insulina. Los síntomas típicos incluyen orinar frecuentemente, tener mucha sed y mucha hambre. También se puede perder peso aunque las personas con diabetes tipo 2 tienden a tener sobrepeso o a ser obesas. A largo plazo, si no se controla, puede causar complicaciones serias. Entre ellas: problemas en los riñones (nefropatía diabética), lesiones en los nervios (neuropatía diabética), retinopatía y ceguera y enfermedad cardiovascular.
En todos los casos, los trastornos metabólicos deben ser tratados y, en general, pueden ser controlados, y las personas con problemas metabólicos pueden mantener una buena calidad de vida. Si tienes dudas sobre tu salud o crees que puedes tener alguna trastorno en tu metabolismo, consulta con tu médico.
Muchas personas usan el término metabolismo sin saber en verdad de qué se trata. En general, se lo suele asociar a la obesidad y se lo culpa por no poder bajar esos kilos o libras de más, aunque no sea exactamente así.
El metabolismo es un conjunto de procesos físicos y químicos que ocurren en las células, que convierten a los nutrientes de los alimentos en la energía necesaria para que el cuerpo cumpla con todas sus funciones vitales, como respirar, hacer la digestión, hacer circular la sangre, mantener la temperatura corporal y eliminar los desechos (a través de la orina y las heces). Es decir que no sólo utilizamos esa energía para movernos y pensar, sino también cuando estamos en reposo.
Cuando comemos un alimento, unas moléculas del sistema digestivo denominadas enzimas descomponen las proteínas en aminoácidos, las grasas en ácidos grasos y los hidratos de carbono (carbohidratos) en azúcares simples (como la glucosa). Estos compuestos son absorbidos por la sangre, que los lleva a las células en donde otras enzimas aceleran o regulan las reacciones químicas necesarias para “que se metabolicen” o sea, que se procesen de modo que se libere o se almacene la energía. Por cierto, la energía que un alimento le brinda al cuerpo se mide en calorías, y cuando consumes más calorías de las que necesita tu cuerpo, éstas se acumulan en forma de grasa.
Más específicamente, en el metabolismo intervienen dos tipos de actividades: la fabricación de tejidos corporales y la creación de reservas de energía (conocida como anabolismo o metabolismo constructivo) y la descomposición de tejidos corporales y de reservas de energía para obtener el combustible necesario para las funciones corporales (llamada (catabolismo o metabolismo destructivo).
La velocidad y el sentido en que se producen esos procesos metabólicos están regulados por distintas hormonas que se fabrican por el sistema endócrino, como la tiroxina (que se produce en la glándula tiroides) y la insulina (que se produce en el páncreas).
A veces, el sistema metabólico falla y ocurren los llamados trastornos o enfermedades metabólicas, algunas pueden heredar. La mayoría suceden porque hay enzimas u hormonas que se concentran de manera anormal en la sangre o no funcionan correctamente. Lo que sucede es que es que hay ciertas sustancias químicas que si no se pueden metabolizar o que si se metabolizan mal pueden causar síntomas graves. Por eso, los problemas del metabolismo deben tratarse y controlarse.
¿Te preguntas cuáles son los trastornos metabólicos? A continuación te doy algunos ejemplos, que tal vez ya conocías:
Galactosemia: es un trastorno metabólico congénito, es decir, heredado. Los bebés que nacen con este problema no tienen suficiente cantidad de una enzima encargada de descomponer el azúcar de la leche, denominado galactosa.
Fenilcetonuria: otro trastorno congénito provocado por un defecto en la enzima encargada de descomponer el aminoácido fenilalanina, necesario para el crecimiento normal y la fabricación de proteínas.
Hipertiroidismo: se produce cuando la glándula tiroides segrega (produce) una cantidad excesiva de tiroxina, lo que acelera el metabolismo basal. Provoca síntomas como pérdida de peso, aceleración del ritmo cardiaco, hipertensión, ojos prominentes o saltones (exoftalmos) y un abultamiento en el cuello que se debe al crecimiento de la glándula tiroidea (bocio).
Hipotiroidismo: se produce cuando la glándula tiroides o no existente o produce poca hormona tiroidea (tiroxina), en ocasiones debido a la producción de anticuerpos que destruyen parcialmente a esta glándula, que por eso segrega una cantidad insuficiente de la hormona tiroxina, lo que hace más lento al metabolismo basal. En los lactantes y en los niños puede causar retraso mental y en el crecimiento, en los adultos provoca fatiga, disminución del ritmo cardiaco, aumento de peso y estreñimiento.
Diabetes, de tipo 1 o diabetes de tipo 2 : la primera (diabetes tipo 1) ocurre cuando el páncreas no produce o secreta suficiente insulina (se requiere insulina para el tratamiento), la segunda (diabetes tipo 2) se produce cuando el cuerpo no responde a la insulina en forma adecuada, tiene resistencia a la insulina que se produce. En casos avanzados puede no haber suficiente insulina. Los síntomas típicos incluyen orinar frecuentemente, tener mucha sed y mucha hambre. También se puede perder peso aunque las personas con diabetes tipo 2 tienden a tener sobrepeso o a ser obesas. A largo plazo, si no se controla, puede causar complicaciones serias. Entre ellas: problemas en los riñones (nefropatía diabética), lesiones en los nervios (neuropatía diabética), retinopatía y ceguera y enfermedad cardiovascular.
En todos los casos, los trastornos metabólicos deben ser tratados y, en general, pueden ser controlados, y las personas con problemas metabólicos pueden mantener una buena calidad de vida. Si tienes dudas sobre tu salud o crees que puedes tener alguna trastorno en tu metabolismo, consulta con tu médico.