¿Alguna vez te has preguntado si el horario en el que comes puede afectar tu peso? Si tu respuesta es no, tal vez sea el momento de comenzar a hacerlo, pues una investigación española ha encontrado que almorzar tarde podría hacer más difícil la pérdida de peso. Sigue leyendo y descubre más detalles.
¿Eres de los que prefiere almorzar temprano y abundante o de los que comen poco al mediodía y tienen la cena por comida principal? Las costumbres alimenticias son distintas en cada cultura y cambian de una persona a otra. Lo mismo ocurre con el horario en el que comemos: hay quienes siempre lo hacen a la misma hora y los que lo hacen cuando pueden. Pero, ¿es lo mismo comer a una hora u otra? Especialmente la pregunta es cuando queremos perder peso.
Una investigación reciente que ha sido publicada en la revista International Journal of Obesity, indica que almorzar temprano ayudaría a las personas obesas que desean bajar de peso. Por el contrario, las personas que almuerzan después de las tres de la tarde, podrían obtener peores resultados a la hora de hacer dieta.
Para llegar a estos hallazgos, unos científicos españoles analizaron a 420 adultos obesos o con sobrepeso, que participaron en un programa de cinco meses para perder peso, acompañado por sesiones de terapia de grupo con asesoramiento sobre nutrición y ejercicios, que además midieron y registraron datos acerca de la dieta, el peso y la actividad física.
Por ejemplo, a los participantes se les pidió que consumieran una dieta mediterránea tradicional, que incluye bastante pescado, aceite de oliva, verduras y granos integrales, pero poca carne roja y mantequilla, pero no les dijeron nada sobre el horario de sus comidas.
Al finalizar el programa, los investigadores encontraron que los que comían el almuerzo tarde perdieron alrededor de 25 por ciento menos peso que los que usualmente almorzaban antes de las 3 de la tarde.
En detalle, la mitad del grupo que usualmente almorzaba después de las tres de la tarde perdió casi 8 kilos (17 libras) en promedio, mientas que los que lo hacían antes perdieron alrededor de 10 kilos. Por el contrario, no hubo evidencia de que el momento en que los participantes tomaban el desayuno o la cena afectara su pérdida de peso.
Si bien no se sabe con certeza por qué un almuerzo tardío podría relacionarse con una pérdida de peso más lenta, una posibilidad es que al menos algunos de los que comen el almuerzo tarde esperan demasiado tiempo entre comidas, lo que podría tener efectos sobre el metabolismo. Por ejemplo, el grupo que comía el almuerzo tarde tenía más probabilidades de comer un desayuno ligero o de no desayunar en absoluto.
De todos modos, hay que tener en cuenta que este estudio ha sido desarrollado con personas que residen en España, donde el almuerzo es la comida principal. Por eso, se desconoce si estos resultados también se aplicarían en otros lugares como en los Estados Unidos, por ejemplo, en donde para la mayoría de las personas, la cena es su comida principal.
Lo que sí parece quedar demostrado es que el horario en el que se come es importante para mantener un plan alimenticio saludable, entre otras cosas, aunque aún faltan más datos para conocer si produce efectos diferentes cuando se busca la pérdida de peso.
Y tú ¿a que hora tomas tu almuerzo? Si quieres seguir un plan alimenticio saludable para bajar de peso, especialmente si estás teniendo dificultad para lograrlo, considera consultar con un dietista certificado o con tu médico para que te indique que es lo más apropiado para ti.
Puedes limitar la repercusión de tener un índice de masa corporal alto y ayudar a garantizar tu salud y la de tu bebé. Por ejemplo:
Programa una cita previa a la concepción. Si tienes un índice de masa corporal de 30 o más y estás considerando quedar embarazada, habla con tu proveedor de atención médica. Puede recomendarte una vitamina prenatal diaria y remitirte a otros proveedores de atención médica, como un dietista matriculado, que pueden ayudarte a alcanzar un peso saludable antes del embarazo.
Busca atención médica prenatal regular. Las consultas prenatales pueden ayudar a que el proveedor de atención médica controle tu salud y la salud de tu bebé. Informa al proveedor de atención médica sobre cualquier afección médica que tengas, como diabetes, presión arterial alta o apnea del sueño, y conversa sobre lo que puedes hacer para controlarla.
Sigue una dieta saludable. Trabaja con el proveedor de atención médica o el dietista matriculado para mantener una dieta sana y evitar un aumento de peso excesivo. Ten en cuenta que durante el embarazo necesitarás más ácido fólico, proteínas, calcio, hierro y otros nutrientes esenciales.
Haz actividad física. Consulta al proveedor de atención médica sobre maneras seguras en que puedes mantenerte activa físicamente durante el embarazo, como caminar, nadar o hacer ejercicios aeróbicos de bajo impacto.
Evita las sustancias riesgosas. Si fumas, pídele ayuda a tu proveedor de atención médica para dejar de fumar. El alcohol y las drogas ilegales también están prohibidos. Obtén la aprobación de tu proveedor de atención médica antes de empezar a tomar cualquier medicamento o suplemento, o de suspenderlos.
Tener un índice de masa corporal alto de 30 o más durante el embarazo puede aumentar el riesgo de complicaciones para ti y tu bebé. Trabajar con tu proveedor de atención médica puede ayudarte a controlar los riesgos y promover un embarazo saludable.
Una investigación reciente realizada en Estados Unidos encontró que muchas de las personas que pueden desarrollar diabetes tipo 2, creen que no están en riesgo de padecer dicha condición. Si tú crees que estás en riesgo, o no sabes si lo estás, no dejes de leer esta columna. Aquí te hago un repaso de los factores que pueden aumentar tus posibilidades de desarrollar diabetes tipo 2 para que tomes las medidas necesarias para mantenerte saludable.
No hay duda que se han hecho muchas campañas para tomar consciencia de la diabetes tipo 2 debido al aumento de casos en todo el mundo, sin embargo, todo parece indicar, al menos en Estados Unidos, que varias personas que están en riego de desarrollarla, no están muy conscientes de ellas.
Una encuesta realizada por la Asociación Americana de la Diabetes entre más de 1,400 personas de más de 40 años y más de 600 trabajadores de la salud, así lo indica. Los resultados son claros: el 40 por ciento de las personas que están en riesgo no habían pensado siquiera que pueden contraer la enfermedad o desarrollar prediabetes, y sólo el 30 por ciento de las personas con factores de riesgo que se pueden modificar creen que tienen un riesgo más alto de tener diabetes tipo 2.
Algo interesante que surgió en el estudio es que, independientemente de que las personas no tengan conocimiento de los factores de riesgo y consideren erróneamente que gozan de buena salud, muchos de los encuestados dijeron que los especialistas en el tema, también tienen mucho que ver a la hora de motivarlos para prevenir la diabetes tipo 2. Menos de la mitad de los pacientes en riesgo dijeron tener conversaciones frecuentes con su médico acerca de los niveles de azúcar en la sangre, la presión arterial y el colesterol y no recuerdan que les hayan hecho exámenes tan frecuentemente como los mismos médicos recomiendan.
Los especialistas de la salud, atribuyen este problema de comunicación a que muchas de las personas en riesgo no escuchan cuando se les dice que deben hacer cambios en su estilo de vida, como bajar de peso mediante una dieta sana y ejercicio regular. Esto coincide con que el 80 por ciento de los encuestados que están en riesgo, piensa que tienen buena salud.
Si no sabes cuáles son los factores de riesgo para desarrollar diabetes tipo 2, te los recuerdo:
Tener prediabetes o intolerancia a la glucosa
Llevar un estilo de vida sedentario, es decir, no hacer ejercicio de manera regular
Tener sobrepeso
Tener más de 45 años
Tener antecedentes familiares de diabetes
Sufrir de hipertensión o presión arterial alta
Tener bajos niveles de HDL o colesterol bueno y altos niveles de triglicéridos
Pertenecer a cierto grupo racial como ser hispano, de raza negra (no hispano), indígena americano, nativo de Alaska, asiático americano y nativo de las Islas del Pacífico.
Mujeres que han tenido diabetes gestacional durante su embarazo o que han dado a luz a un bebé que pese más de 9 libras.
De cualquier modo, es importante que si tienes alguno de los factores de riesgo para desarrollar diabetes tipo 2, hables con tu médico sobre qué medidas puedes tomar para prevenirla o retrasarla. Recuerda que existe una conexión real entre los factores de riesgo y la posibilidad de desarrollar diabetes tipo 2.
La dieta sana, el ejercicio regular, un peso saludable y controles periódicos con tu médico son indispensables para que puedas disminuir el riesgo de desarrollar diabetes.
Dicen que la vía más rápida para conquistar al corazón es el estómago. Y si el refrán es verdad para los sentimientos, es verdad también para su salud. El mismo plato que te hace sentir contento y satisfecho, (además de cariño por quien lo preparó con esmero), influye directamente en el buen o mal funcionamiento de tu corazón. Así que el primer paso para cuidarlo es poner orden en la cocina y en la dieta.
¿Sabías que la enfermedad cardíaca es la principal causa de muerte en todo el mundo? La Organización Mundial de la Salud informa que el numero total de fallecimientos por esa condición en todo el mundo es de 7.5 millones cada año (las últimas estadísticas corresponden al 2008). Con esa noticia, no puedes quedarte de brazos cruzados, especialmente en este mes de febrero, que en Estados Unidos es el Mes Nacional del Corazón. ¿Qué vas a hacer por el tuyo?
Te recomiendo que el primer paso sea cambiar tus hábitos alimenticios y te explico por qué. Comes a diario y varias veces al día. Lo que ingieres tiene una relación inmediata en tu peso, tu presión arterial, tus niveles de colesterol y de glucosa en la sangre, todos estos factores que influyen en la salud del corazón. Un cambio en tu dieta puede ayudarte a evitar que desarrolles una enfermedad cardíaca, y si ésta ya se ha desarrollado, a detener su avance y hasta a ayudar a revertirlo.
A continuación, te doy una serie de pasos sencillos para que cambies o mejores tus hábitos alimenticios:
1. Controla las porciones de los alimentos. Tan importante como lo que comes, es la cantidad de ese alimento que consumes, aunque sea sano. Un alimento saludable, si lo comes en exceso, también te hace engordar. No es lo mismo una tacita de arroz, que un plato repleto de arroz, aunque sea integral. Para saber cuánto comes, puedes usar tazas y cucharas de medidas, y una pesa pequeña de cocina, para controlar las porciones. O, también puedes usar asociaciones con objetos comunes de la vida diaria para llenar tu plato, calculando las cantidades. La idea es que te sirvas porciones más reducidas. Por ejemplo:
El espacio que ocupa una pelota de béisbol, o tu mano cerrada en un puño, equivale aproximadamente a una taza. ¿Puedes visualizar este espacio en el plato? Pues entonces llénalo con:
Una taza de ensalada de hojas verdes (espinaca o lechuga romana)
Una taza de zanahorias picaditas
Una taza de manzana picadita (o media manzana)
Una taza de sopa de verduras
Una taza de cereal en hojuelas
Una taza de fresas (frutillas) – o 12 frutillas
Una bombilla eléctrica puede servirte de guía para medir más o menos:
½ taza de puré de papas
½ taza de arándanos azules (blueberries)
½ taza de uvas
½ taza de helado
½ taza de arroz cocinado (de preferencia integral)
Un paquete de cartas puede ayudarte a medir
Una porción de 3 onzas (85 gr) de carne asada
Una porción de 3 onzas (85 gr) de pechuga de pollo
2. Reduce la cantidad de grasa saturada y de grasas trans de tu dieta.
La mejor manera de hacerlo es disminuir las cantidades de grasas sólidas, como mantequilla, margarina o manteca, a la hora de cocinar o servir. Otra forma de hacerlo es eliminar toda la grasa de la carne que compres, o comprar carnes magras con menos de un 10% de grasa.
También puedes hacer otras sustituciones: en lugar de mantequilla o crema agria, usa yogur bajo en grasa para acompañar una papa (patata) asada, o mermelada baja en azúcar sobre una tostada de pan integral en lugar de margarina.
Revisa las etiquetas sobre todo de alimentos horneados como galletitas dulces, pasteles (tortas) y chips (papitas), que pueden contener grasas trans. ¿Cómo puedes identificarlas? Busca la frase “aceites parcialmente hidrogenados” en la lista de ingredientes.
Procura seleccionar las grasas saludables, como el aceite de oliva y el aceite de canola.
3. Aumenta tu consumo de frutas y vegetales. Son ricos en fibra, vitaminas y minerales y bajos en calorías. Te sugiero:
Sustituir tus postres por frutas o una ensalada mixta de frutas.
Si tienes ganas de una merienda, sírvete trocitos de apio o de zanahoria con aderezo de requesón.
Ten siempre un tazón de fruta cortada en la nevera (refrigerador, hielera) por si te da mucho hambre y no puedes esperar a la próxima comida.
Llena una cesta con frutas y exhíbela en la cocina. Así no se te olvidará consumirlas.
Prueba nuevas recetas con verduras como ingrediente principal. En Vida y Salud encontrarás una gran variedad de recetas de platillos saludables y deliciosos. Te invito a que los pruebes.
Recuerda que no todas las frutas y los vegetales son iguales. ¿A qué me refiero? No es lo mismo una ensalada de tomate natural que una sopa de tomate enlatada repleta de sodio y químicos (siempre lee las etiquetas). Evita comer verduras servidas con cremas muy espesas, fritas o empanizadas, frutas en lata con jarabe espeso (en almíbar) o frutas congeladas que tengan azúcar añadida.
4. Aumenta también el consumo de alimentos ricos en fibra. Aquí se incluyen los granos integrales (cereales, panes y pastas). Evita los productos refinados (harina, pan o arroz blancos).
5. Limita el consumo de sal. Ten presente que el máximo que se recomienda al día es el equivalente a una cucharadita de cocina, y que muchos alimentos ya la contienen. En su lugar, condimenta con hierbas y especias para que tu comida tenga sabor sin perjudicar la salud de tus arterias y tu corazón.
6. No te excedas con el alcohol. Una copa al día para las mujeres y dos para los hombres es lo que se considera “consumo moderado”. No te pases. Y si no acostumbras a beber, mejor así. Resérvalo para ocasiones especiales e incluso en esos casos, hazlo con moderación.
El resto de mi receta consiste en lo siguiente: disfruta lo que comes. Esmérate en la preparación de tus comidas y saboréalas. Comer es parte de la vida y hacerlo saludablemente no debe representar un gran sacrificio. Combina tu nueva forma de comer con actividad física regular; procura controlar el estrés y verás qué bien vas a sentirte. ¡Y nunca es demasiado tarde para empezar! Anímate y comienza hoy mismo.