Una de las claves en la dieta para diabéticos es controlar las porciones o raciones de la comida. Desgraciadamente, la moda de comer en grandes platos se está extendiendo por todo el mundo.
Manejar porciones saludables no solo es posible sino que nos ayuda a controlar la enfermedad.
Si eres diabético, debes tener cuidado con alimentos especialmente ricos en almidones, grasas saturadas y poco amiga de los vegetales en grandes cantidades.
ESTAS SUGERENCIAS PUEDEN AYUDARTE:
Traduce las porciones ideales a la vida real. Cuando un nutricionista te recomienda una dieta, no siempre te explican exactamente a qué se refieren con las palabras “porción”, “taza”, “pequeño”. Que no te de vergüenza preguntar, pues ahí está la clave para que tus porciones sean realmente lo que deben ser. Para ayudarte a tener una idea más clara, te brindamos algunos ejemplos que varios nutricionistas han usado para ilustrar las porciones o equivalencias a las que se refieren para usar en la vida real:
Una porción de pan es igual a 1 rebanada, no más
Una papa pequeña es la que puedes agarrar completamente con una mano.
Una tortilla pequeña debe ser del tamaño de un CD
Una porción de arroz, pasta o vegetales debe ser igual al tamaño de tu puño
Una porción de fruta consiste en una naranja o una manzana de tamaño mediano (igual que una pelota de tenis) o media taza de fruta fresca (igual al tamaño de media lata de conserva)
Una pechuga de pollo o una porción de carne deben ser del tamaño de una baraja de cartas
Una porción de palta debe ser el tamaño de un lápiz nuevo
Una porción de lácteo equivale a una taza de leche descremada o a una taza de yogurt sin grasa o sin azúcar
Una porción de queso es igual a una rebanada o a un trozo del tamaño de un dado
Una porción de grasa se traduce en 1 cucharadita de aceite o 1 tirita de tocino
Una porción de dulce puede traducirse en 1 chocolate pequeño, 1 factura simple, 3 galletitas dulces
PEQUEÑO SIEMPRE ES MEJOR.
Cuando comes fuera de casa, donde no puedes controlar las porciones exactas, trata siempre de pedir las porciones más pequeñas de todo (hasta de las bebidas) o comparte con alguien. Y cuando estás en una reunión familiar y no te aguantas las ganas de repetir, elegir un plato pequeño te ayudará a controlar las cantidades y te dará la sensación de que comiste suficiente.
Si no lo has hecho todavía, visita a un nutricionista para que te ayude a diseñar una dieta especial para ti. Y no olvides de pedirle que te explique tu nueva dieta en detalle, incluyendo en qué se traducen las porciones indicadas en ella. Lo demás depende de ti. ¡Vas a ver lo bien que te sientes cuando la empieces a seguir y el control de azúcar ni hablar!
Durante millones de años, el deseo y el placer han mantenido la vida en el planeta. La sed para no morir deshidratados, el hambre para no olvidar comer o el apetito sexual para transmitir nuestros genes a la siguiente generación. Los humanos queremos creer que podemos sobreponernos o al menos encauzar esos impulsos básicos, pero ignoramos hasta qué punto dependemos de una programación biológica que nos determina desde el nacimiento hasta la muerte.
La programación genética nos empuja hacia un peso y eso hace que sea tan difícil mantener el peso perdido con las dietas
Pese a que tengamos la sensación de que la solución para combatir la obesidad es relativamente sencilla y bastaría con comer menos y hacer ejercicio, el sistema de señales de cada organismo individual hace que varíe la dificultad de la tarea. Como recuerda Jeffrey Friedman, el descubridor de la leptina, la programación genética nos empuja hacia un peso y, aunque temporalmente sea posible adelgazar, las señales hormonales nos harán sentir que algo no va bien con nuestra dieta si nos mantiene por debajo de nuestro peso programado.
El conocimiento de los mecanismos que regulan el deseo y el placer no tiene que ser una justificación del fatalismo. Saber cómo funcionan puede ayudarnos a ponerlos a nuestro servicio para mantener las ganas de vivir y a tener unas expectativas razonables sobre la capacidad propia y de los demás para dirigir la vida en la dirección deseada.
Las dietas relámpago (crash diets), muy bajas en calorías, se han asociado a un aumento en el riesgo de desarrollar cálculos en la vesícula. Aquí te contamos más detalles sobre esta investigación para que puedas elegir cómo bajar de peso de manera saludable.
El tomar la decisión de iniciar una dieta para bajar de peso es importante porque implica esfuerzo y dedicación, entre otras cosas, ya que para que tenga éxito es necesario cambiar nuestros hábitos, lo que no es sencillo. En esta búsqueda por la dieta más apropiada para cada uno, algunos elegirán cambios drásticos con resultados inmediatos y otros, en cambio, preferirán hacerlo poco a poco, con resultados a largo plazo.
Una de las opciones para quienes desean bajar de peso rápidamente es seguir una dieta de muy pocas calorías, conocida como dieta relámpago o, en inglés, crash diet. El tema es si en verdad estos planes alimenticios son más efectivos que los otros o si, a largo plazo, ambas dietas ofrecen resultados similares.
Otro punto importante que se debe tener en cuenta, es la seguridad de cada tipo de dieta. Por ejemplo, se considera que las de muy bajas calorías influencian el contenido de sal y colesterol de la bilis (un líquido que ayuda a la digestión) y el vaciamiento de la vesícula (que acumula la bilis a medida que esta fluye del hígado hacia el intestino). Ambas cuestiones pueden contribuir a la formación de cálculos biliares, que son como piedritas que se forman dentro de la vesícula.
En base a esta hipótesis, un grupo de investigadores del Instituto Karolinska, en Suiza, decidió estudiar el riesgo real de estas dietas en el desarrollo de cálculos en la vesícula (o piedras en la vesícula). Para eso, recolectaron información de las personas que seguían programas para perder peso, en una compañía para perder peso de Suiza llamada Intrim, y la asociaron con la base de datos nacional que registra los tratamientos para cálculos biliares.
El estudio incluyó a más de 6,600 pacientes a dieta, la mitad de los cuales siguió una dieta relámpago mientras que la otra mitad hizo una dieta baja en calorías. El plan alimenticio de los participantes del primer grupo incluía comidas líquidas de solo 500 calorías por día, durante diez semanas, seguidas de una introducción gradual de comida sólida y nueve meses con un régimen de mantenimiento mediante ejercicios y alimentación saludable. El otro grupo siguió una dieta de 1,200 a 1,500 calorías por día, que incluía dos comidas líquidas durante tres meses, seguidas de nueve meses de mantenimiento.
Luego de tres meses de participar en estos programas para perder peso, los que seguían las dietas relámpago o muy bajas en calorías habían perdido alrededor de 30 libras (más de 13 kilos) y los que seguían las dietas bajas en calorías habían bajado 17 libras (casi 8 kilos). Un año después, el promedio de pérdida de peso fue de 24.5 libras (casi 11 kilos) para el primer grupo y 18 (poco más de 8 kilos) para el segundo.
Según se desprende de los resultados de esta investigación, que fueron publicados en International Journal of Obesity, 48 de las personas que siguieron dietas relámpago desarrollaron cálculos biliares que necesitaron tratamiento en el hospital, mientras que sólo 16 personas que siguieron dietas bajas en calorías tuvieron este problema.
Aunque no se pudo determinar el porqué de esta relación, este hallazgo llama la atención sobre la importancia de seguir el asesoramiento de un especialista, siempre que quieras hacer una dieta de este tipo, para evitar complicaciones y para que puedas elegir el plan nutricional más apropiado para ti, sin correr riesgos. Por eso, si estás pensando en perder esos kilos o libras de más, consulta con tu médico.
Una porción es una cantidad específica de un alimento y cada persona puede comer una o más porciones de acuerdo a sus necesidades individuales. Para identificar más fácilmente el tamaño de las porciones para cada alimento puede ser útil utilizar objetos de la vida cotidiana como referencia.
La cantidad de porciones que una persona necesita varía dependiendo de su edad, sexo, actividad física, condición fisiológica.
Consulta a tu nutricionista para conocer el número de porciones que debes consumir diariamente.