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Anemia tras una cirugía bariátrica

Anemia tras una cirugía bariátrica

El bypass gástrico también recibe el nombre de cirugía malabsortiva, dado que su eficacia para la pérdida de peso en obesidades mórbidas se basa en reducir la capacidad de absorción de nutrientes durante el paso de los alimentos por el intestino. No es de extrañar, por tanto, que la anemia y el déficit de vitaminas liposolubles (anemia causada por deficiencia de vitamina B12) sea una de las complicaciones más habituales de este tipo de cirugía bariátrica.

La realización de un bypass gástrico implica un seguimiento y control continuado del paciente para evaluar su evolución y su estado de salud, pero aún así, en ocasiones la anemia puede prolongarse durante más de tres años después de la intervención.

En todo caso, está considerada como preceptiva la suplementación vitamínica después de la realización de un bypass gástrico, tanto con fines preventivos como terapéuticos, poniendo especial énfasis en el hierro, la vitamina B12, el ácido fólico, el calcio o la vitamina D.

Anemia ferropénica
Puede producirse hasta en un 52% de los pacientes tras la realización del bypass gástrico. La causa principal, además de un bajo consumo de alimentos ricos en hierro, se debe a la alteración que esta intervención quirúrgica ocasiona en los mecanismos de absorción del hierro. Hay que tener en cuenta que el proceso de asimilación de este metal por parte del organismo se realiza en el estómago, que habitualmente aporta el medio ácido necesario para ello.

Sin embargo, el bypass gástrico conlleva una reducción considerable del tamaño del estómago y, como consecuencia, una disminución significativa de su capacidad de producir el ácido clorhídrico necesario para metabolizar el hierro. Por otra parte, el uso de antiácidos después de la cirugía reduce aun más la presencia de ácido clorhídrico en el estómago. Finalmente, en el caso de las mujeres, favorece aún más la aparición una anemia ferropénica.

Déficit de vitamina B12
La carencia de vitamina B12 se puede producir hasta en un 70% de los pacientes a los que se ha practicado un bypass gástrico, ya que los alimentos no pasan por la parte del intestino delgado responsable de su metabolización. La disminución de la acidez gástrica, al igual que en el caso del hierro, también contribuye a ello.

Aunque la absorción de la vitamina B12, si bien en muy pequeñas cantidades, se inicia en la misma boca a través de la mucosa oral, necesita de la presencia del denominado factor intrínseco, que se produce en una porción del intestino delgado que queda tras la intervención queda fuera del recorrido de los alimentos por el aparato digestivo.

Cuidados después de la cirugía bariátrica

Cuidados después de la cirugía bariátrica

En cuánto hayas tomado la decisión de realizarte una cirugía bariátrica es necesario contar con el apoyo de un equipo médico calificado que será el encargado de asesorarte a nivel nutricional, médico y psicológico, antes y después de realizar el procedimiento. Pues tu aporte y dedicación es necesario para garantizar los mejores resultados.

Tras practicarse una cirugía bariátrica se producen cambios físicos en el aparato digestivo que además de lograr una disminución en el peso, reducen la absorción de nutrientes y limitan la cantidad de alimentos que puedes ingerir, trayendo consigo un listado de beneficios para tu cuerpo y estilo de vida. Sin embargo, como en cualquier procedimiento quirúrgico, se pueden correr riesgos durante o después de la cirugía, así que es necesario que conozcas algunos de los cuidados que debes tener durante tu recuperación.

Los cuidados básicos que debes seguir después del procedimiento son iguales para todos los pacientes y procedimientos bariátricos, sin embargo puede haber casos particulares que requieren de una mayor atención e indicaciones precisas que serán determinadas por el cirujano encargado.

En Vivir Sin Obesidad, bajo la dirección del Dr. Eduardo Silva, nos interesa que tengas conocimiento acerca de todo lo que abarca la cirugía bariátrica, así que te compartimos unos cuántos puntos que deberás tener en cuenta al salir de la cirugía.


CUIDADO DE LAS HERIDAS
A pesar de que es un procedimiento poco invasivo, ya que es realizado por laparoscopia, se debe hacer curación permanente a las heridas durante 21 días, normalmente, hasta que las suturas sean retiradas. Durante el tiempo de cicatrización debes estar pendiente de no presentar fiebre, vómito, sangrado y/o supuración, en caso contrario debes consultar inmediatamente a tu cirujano.

Sobre cada herida se coloca un apósito para proteger la zona durante la cicatrización, es ideal que estos sean retirados solo por un enfermero o especialista para garantizar la asepsia en toda el área, además es recomendable no mojarlos para evitar infecciones. Una vez los apósitos sean removidos, debes aplicar crema hidratante sobre las cicatrices para mantener un buen aspecto de la piel, consulta a tu médico qué crema hidratante es la mejor.


ALIMENTACIÓN
Previo a la cirugía es posible que se requiera perder algo de peso corporal, así que se realiza un seguimiento y asesoría nutricional para guiarte sobre los alimentos que debes consumir, horarios, beneficios, etc., todo enfocado a los objetivos que quieres alcanzar.

Una ventaja de llevar una asesoría nutricional previa a la cirugía es que se te facilitará continuar con el proceso después de la cirugía, haciendo de este un nuevo estilo de vida.

Aunque la persona encargada de determinar qué puedes o no comer debe ser un nutricionista, normalmente se acepta una amplia variedad de alimentos ricos en proteína (carne magra, huevo, lácteos bajos en grasa, frutas o verduras), ya que producen un prolongado efecto de saciedad. Lo más importante es alimentarse con pequeñas porciones para evitar malestares y, además, evitar el consumo de verduras sin cocinar, alimentos duros o fibrosos y frutos secos, es decir, alimentos que pueden perjudicar la nueva condición del estómago e intestino.

A la semana siguiente del procedimiento la dieta deberá ser líquida, debido a la alta sensibilidad que tendrá tu estómago, después de esto se permite el consumo de alimentos blandos o en puré para continuar con alimentos cortados en pequeños trozos y, finalmente, llegar a una alimentación regular en pequeñas porciones.

Tal como mencionamos hace un rato, el sistema digestivo ha sufrido un cambio por lo tanto es imposible comer de la misma manera en que lo hacías antes de la cirugía. Así que, en ocasiones, cuando comas muy rápido, pases grandes bocados o tomes mucha agua mientras comes, podrás sentir náuseas o, hasta, vómito, en este caso es necesario disminuir notablemente las porciones, comer más de 4 veces al día y seguir, al pie de la letra, las indicaciones dadas por el nutricionista. Después de un tiempo te acostumbrarás.


RITMO INTESTINAL
Cuando hay una variación en la alimentación el ritmo intestinal también cambia, lo más común es sufrir de estreñimiento debido a un bajo aporte de líquidos en la dieta, por lo que se recomienda caminar mínimo 30 minutos al día y beber líquido de manera constante entre comidas. En caso de persistir es ideal consultar con el especialista para solicitar una asesoría profesional.


EJERCICIO
Además de llevar una dieta balanceada es necesario realizar actividad física enfocada al ejercicio con el fin de mantener los resultados por más tiempo, el ejercicio ayudará a mejorar el desempeño y previene una rápida y desbalanceada pérdida de peso, evitando así la evidencia de flacidez en la piel y pérdida de tono muscular, de esta manera tu apariencia será mucho más agradable, igual que tu estado de ánimo y calidad de vida.

Antes de lanzarte a cualquier rutina de ejercicio debes solicitar asesoría sobre qué actividades puedes hacer o debes evitar en beneficio de tu salud, de igual forma debes consultar después de cuánto tiempo es favorable iniciar con tal actividad física, ya que se estima que, al principio, el ejercicio a realizar debe ser lento y sin exigir esfuerzo, pues puede llevar a una pérdida de peso más rápida o a producir dolor en el abdomen, lo más importante es evitar el sedentarismo.

Dos semanas después de la cirugía ya podrás realizar tus actividades cotidianas sin exigir esfuerzos, así que podrás caminar, trabajar (sin levantar peso), cocinar, manejar o pasear por el parque sin problema alguno.


CONTROLES MÉDICOS
Es importante que después del procedimiento se cumplan las citas de revisión estipuladas por el cirujano, el psicólogo y el nutricionista, de esta manera se tiene control sobre los resultados desde todas las áreas involucradas con el fin de hacer seguimiento a todo el proceso y atender las necesidades de manera inmediata, en caso de ser necesario. Además, se realizan exámenes de sangre y revisiones físicas constantes.


SUPLEMENTACIÓN Y MEDICACIÓN
Además de la dieta es necesario usar suplementos multivitamínicos que recuperen la posible pérdida de ácido fólico o complejo B, vitaminas que suelen disminuir a raíz de la rápida pérdida de peso.

Por otro lado, durante el mes siguiente al procedimiento se puede presentar dolor abdominal que irá disminuyendo con el tiempo, para estos casos se recetan analgésicos que alivian el dolor, pero en otros casos se recomienda el uso de una faja abdominal.

Es importante que los suplementos y medicamentos a consumir sean recetados por el especialista, automedicarse puede acarrear graves problemas de salud durante la recuperación.

Cómo disfrutar de los alimentos

Cómo disfrutar de los alimentos

Cuando elabores tu plan de alimentación saludable para darle a tu cuerpo lo que necesita, no olvides incluir la felicidad en la receta.
No te prives de tus alimentos favoritos. Si sientes que te privas de lo que te gusta, probablemente estarás irritable y te costará más cumplir con el plan de dieta saludable. Por algo a los macarrones gratinados, al pastel de carne y al pudín de chocolate les dicen alimentos reconfortantes. Cuando comes estas comidas familiares, te sientes feliz, segura y protegida. Es posible que tengas recuerdos felices relacionados con estas comidas y, cuando las comas, vuelvas a sentirte bien. El secreto es comer estos alimentos de forma consciente para que disfrutes al máximo con una cantidad pequeña.
En lugar de comer un envase entero de helado, saborea lentamente una cucharada o dos y nota cómo el gusto y la textura cambian. Y no comas directamente del envase. Sirve una porción pequeña en un plato bonito. Siente el placer de la comida en la lengua y en la boca. Saborea cada sensación a medida que masticas y tragas.
Si te encanta el chocolate, date el gusto con uno o dos trozos de chocolate costosos, envueltos individualmente, en lugar de una bolsa gigante de chocolates de una tienda de descuentos. Es cierto, los chocolates más ricos tienen más grasa, pero también saben mejor y te dan más satisfacción. Además, si no tienes una bolsa entera en la alacena, no puedes comértela toda.
Es probable que no puedas moderarte con ciertos alimentos, como el pastel de zapallo o las galletas de dulce con chispas de chocolate recién horneadas de tu mamá. Es posible que debas evitar por completo estos alimentos durante varios meses hasta que te sientas lo suficientemente cómoda con tu dieta saludable para agregar una porción pequeña de pastel o una galleta de dulce. O quizás te des cuenta de que ya no te gustan.
Comer debe ser una experiencia agradable que le brinde a tu cuerpo lo que necesita para estar sano. Sé creativa y atrévete a probar nuevas recetas y combinaciones. Los batidos, por ejemplo, son una forma fácil y divertida de probar nuevos sabores.

Qué le sucede a los alimentos cuando ingresan a nuestro cuerpo?

Qué le sucede a los alimentos cuando ingresan a nuestro cuerpo?

Con solo pensar en comer, el cuerpo comienza a secretar insulina, una hormona que ayuda a controlar la cantidad de azúcar (glucosa) en sangre. La insulina es producida por el páncreas. A medida que comes, se secreta más insulina, en respuesta a los carbohidratos presentes en la comida. Cuando comes alimentos ricos en proteínas, se secreta insulina, pero más lentamente. Si el páncreas funciona bien, la cantidad de carbohidratos que tiene lo que comes generalmente determina la cantidad de insulina que se secretará.

A medida que digieres los carbohidratos, estos ingresan en el torrente sanguíneo en forma de glucosa. Para mantener bajo control los valores de glucemia, la insulina indica a las células del cuerpo que tomen la glucosa del torrente sanguíneo. Las células utilizan parte de la glucosa para obtener energía y almacenan otra parte para utilizarla más adelante. La forma en que se almacena la glucosa depende del tipo de célula que la almacena. Las células musculares almacenan la glucosa en forma de glucógeno. Las células hepáticas almacenan una parte de la glucosa como glucógeno y convierten otra parte en grasa. Los adipocitos almacenan la glucosa en forma de grasa.

la fructosa: es el carbohidrato que el cuerpo convierte más fácilmente en grasa. Al digerir el jarabe de maíz de alto contenido de fructosa, gran parte de la glucosa que contiene termina en el torrente sanguíneo, lo que aumenta la glucemia. Sin embargo, la fructosa de este jarabe se procesa casi totalmente en el hígado, que cuenta con las enzimas adecuadas para realizar esta tarea. Por lo tanto, la fructosa no tiene un efecto inmediato en las concentraciones de insulina y glucosa en sangre, pero tiene muchos efectos a largo plazo.

El hígado no está preparado para procesar la cantidad de fructosa que la mayoría de las personas consume actualmente. La fruta tiene cantidades bastante pequeñas de fructosa; una taza de arándanos contiene alrededor de 30 calorías de fructosa. Sin embargo, los refrescos o jugos endulzados con jarabe de maíz de alto contenido de fructosa tienen cantidades mucho mayores: 12 onzas de Pepsi o Coke tienen 80 calorías de fructosa; 12 onzas de jugo de manzana tienen 85 calorías de fructosa.

La respuesta del hígado a esta avalancha de fructosa es convertir la mayor parte de ella en grasa y enviarla al tejido graso. Al mismo tiempo, la glucosa que viene con la fructosa en el jarabe de maíz de alto contenido de fructosa eleva los valores de glucemia y hace que el cuerpo secrete insulina, que le indica a los adipocitos que almacenen todo lo que reciban, incluida la fructosa convertida en grasa proveniente del hígado.

Cuanto más jarabe de maíz de alto contenido de fructosa consumas y cuantos más años pases consumiéndolo, más se adaptará el cuerpo a convertir este jarabe en grasa. Con el tiempo, se acumula grasa en el hígado (afección que se denomina esteatosis hepática y se conoce como "enfermedad de hígado graso"). En otras palabras, si bien la fructosa no tiene un efecto inmediato en el contenido de azúcar e insulina de la sangre, después de algunos años, probablemente hará que el cuerpo almacene las calorías como grasa.

A medida que se retira la glucosa del torrente sanguíneo, la concentración de insulina disminuye y las células comienzan a utilizar la grasa como combustible en lugar de la glucosa. Por ello puedes pasar períodos prolongados, por ejemplo, durante la noche, mientras duermes, sin comer. Las células utilizan la grasa como combustible.

Existen dos tipos de grasa corporal: los ácidos grasos y los triglicéridos. Los ácidos grasos son lo suficientemente pequeños como para entrar y salir de las células, que pueden utilizarlos como combustible. La grasa se almacena dentro de los adipocitos en forma de triglicéridos, es decir, tres ácidos grasos unidos. Los triglicéridos son demasiado grandes para pasar por las membranas celulares, por lo tanto, se almacenan para utilizarlos en el futuro.

La insulina desempeña un papel fundamental al indicarle al cuerpo cuándo debe almacenar y utilizar las grasas y las proteínas. Lo hace controlando la acción de dos enzimas, la lipoproteína lipasa (LPL) y la lipasa sensible a hormonas (HSL).

La LPL se encuentra en la superficie de las células, extrae la grasa del torrente sanguíneo y la lleva al interior de la célula. Si la LPL está en una célula muscular, lleva la grasa al interior de la célula, donde la utiliza como combustible. Si la LPL está en un adipocito, lleva grasa al interior de la célula y la torna más grasa.

Es importante saber que la hormona estrógeno inhibe la actividad de la LPL de los adipocitos. Esta podría ser una de las razones por las cuales algunas mujeres aumentan de peso después de la menopausia o después de un tratamiento de cáncer de mama que reduce considerablemente las concentraciones de estrógeno. Al haber menos estrógeno en el cuerpo, la LPL puede llevar más grasa al interior de los adipocitos y almacenarla allí.

Para que los adipocitos tengan menos grasa, la enzima HSL descompone los triglicéridos en ácidos grasos que luego pueden salir del adipocito y ser utilizados como combustible por otras células. Por lo tanto, cuanto más altas son las concentraciones de HSL, más grasas se descomponen y se queman.

La insulina reduce la concentración de la enzima HSL, lo cual impide que se descompongan los triglicéridos y da por resultado mayor cantidad de grasa almacenada en los adipocitos. Cuando la concentración de insulina es elevada, incluso por un margen pequeño, la grasa se acumula en los adipocitos.

Algunas investigaciones indican que mantener estable la concentración de insulina puede ayudar a algunas personas a bajar de peso. El consumo de fuentes saludables de proteínas y grasa (carnes magras, pescado, aves de corral, nueces y semillas), y carbohidratos complejos que sean buenas fuentes de vitaminas y minerales (verduras, frutas, granos integrales) en lugar de carbohidratos refinados (dulces, azúcar, galletas de dulce, tortas, pan blanco, pasteles), puede ayudar a prevenir los picos de insulina.