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La grasa abdominal aumenta el riesgo de enfermedad del corazón y cáncer

La grasa abdominal aumenta el riesgo de enfermedad del corazón y cáncer

Un vientre abultado es una señal de que tu salud puede estar en peligro. Ya hemos mencionado desde hace tiempo a través de Vida y Salud que esos rollitos o “llantas” que se desbordan alrededor de la cintura, además de antiestéticos, son dañinos para tu salud. Un estudio reciente confirma que la grasa acumulada en el abdomen se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca y de cáncer.
Lucir un vientre plano no es sólo cuestión de imagen, es cuestión de supervivencia. Previamente, en Vida y Salud te explicamos que la combinación de una cintura ancha y un vientre abultado por la acumulación de grasa es un peligro para la salud del corazón. Este dúo, además, es uno de los factores que conforman el síndrome metabólico (un conjunto de condiciones que aumentan el riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca, diabetes y accidentes cerebrovasculares). Cuando te recomendamos que procuraras bajar tu barriguita, nuestro interés iba más allá de que subieras tu autoestima y la ropa te quedara mejor. Nuestra intención era principalmente que mejoraras tu salud y tu expectativa de vida (sobre todo si ya tienes una enfermedad coronaria (de las arterias del corazón), y en el caso de los hombres, la condición de sus huesos.
Si todavía no tienes suficientes motivaciones para proponerte reducir tu grasa abdominal, un estudio reciente quizás te anime. Una investigación nueva realizada en el Brigham and Women´s Hospital, en Boston, Estados Unidos, afirma que las personas que tienen un exceso de grasa abdominal enfrentan un mayor riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca y cáncer que las personas que tienden a acumular la grasa en otras zonas del cuerpo. ¿Cómo llegaron a esta conclusión? Los investigadores utilizaron escáneres por tomografía computarizada (CT scans) para estimar la grasa en el abdomen, alrededor del corazón y de la arteria aorta de 3,086 participantes procedentes del estudio Framingham Heart, una de las La grasa abdominal, un indicador de la grasa visceral (o sea, la que se acumula alrededor de los órganos o vísceras), se asoció con un aumento del 44% del riesgo de enfermedad cardiovascular y con un 43% para el cáncer.
Los resultados del estudio, publicados en el Journal of the American College of Cardiology, son particularmente importantes porque la presencia de la grasa abdominal mejora la capacidad de predecir la enfermedad cardiovascular y el cáncer en grupos de alto riesgo y por lo tanto, facilita que los médicos y los pacientes tomen medidas preventivas a tiempo.
Pero hay más. Veamos los resultados de otro estudio en el que participaron 3,200 adultos menores de 30 años que tenían un peso saludable, a los que se les dio seguimiento durante 30 años midiendo su peso, la circunferencia de su cintura y si tenían obesidad general o no cada 7 años.
A lo largo del estudio, un 40.4% de los participantes desarrolló obesidad por todo el cuerpo, mientras que un 41 % desarrolló obesidad abdominal. Además se encontró que los que comenzaron a ganar peso en una etapa temprana en la adultez, mostraron tasas mayores de calcificación de la arteria coronaria, una señal temprana de enfermedad cardíaca. Los resultados también sugieren que mientras más tiempo acumule la persona el exceso de grasa, más temprano tienden a manifestarse los problemas cardiacos.
La conclusión es obvia: si tienes exceso de grasa acumulada en el vientre, es hora de que empieces un plan para eliminarla a través de una combinación de dieta sana y ejercicio. Esa es la receta para que también la evites a largo plazo, si es que tienes la suerte de tener un peso saludable. No lo dejes para después, porque está en juego la salud de tu corazón y la posibilidad de evitar el cáncer.investigaciones de población más importantes que se ha realizado en materia de salud. Dichos participantes tenían una edad promedio de 50 años y se les dio seguimiento durante 7 años. Durante este período se produjeron 90 episodios cardiovasculares, 141 casos de cáncer y 71 muertes.

Soy un candidato para la cirugía de pérdida de peso?

Soy un candidato para la cirugía de pérdida de peso?

Las investigaciones apoyan los beneficios de la cirugía de pérdida de peso para las personas con un IMC entre 35 y 39.9 con las condiciones de salud relacionadas con la obesidad como la diabetes tipo 2, apnea obstructiva del sueño, hipertensión, osteoartritis y otras condiciones relacionadas con la obesidad.
Usted podría ser un candidato para la cirugía de pérdida de peso si usted cumple con alguno de los siguientes criterios:

Usted tiene más de 50 kilos por encima de su peso corporal ideal.
Usted tiene un Índice de Masa Corporal (IMC) superior a 40.
Usted tiene un IMC de más de 35 años y está experimentando severos efectos negativos en la salud, como la presión arterial alta o diabetes, relacionados con sobrepeso extremo.
Usted es incapaz de lograr un peso corporal saludable para un período sostenido de tiempo, incluso a través de la dieta bajo supervisión médica.

Obesidad: ambiente insalubre

Obesidad: ambiente insalubre

El brote de COVID-19 parece ser otro problema de salud exacerbado por la pandemia de obesidad. En 2016, más de 1.900 millones de adultos tenían sobrepeso u obesidad en todo el mundo, y este número continúa aumentando rápidamente. La prevalencia del sobrepeso y la obesidad ahora ha alcanzado el 65-70% en las poblaciones adultas del Reino Unido y los Estados Unidos. La obesidad es una de las principales causas de presión arterial alta, diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y cáncer, y representa una gran carga para los sistemas de salud y las economías.

Para la investigadora Monique Tan y los profesores He y Graham, “la pandemia de obesidad es el resultado de vivir en entornos alimentarios donde es difícil no consumir en exceso las calorías. La industria alimentaria mundial produce y promueve ampliamente bebidas baratas azucaradas y alimentos ultraprocesados con alto contenido de sal, azúcar y grasas saturadas que solo proporcionan una sensación transitoria de saciedad”.

“Los gobiernos han hecho muy poco, con uno de los pocos éxitos que son los impuestos a las bebidas azucaradas, en particular, la tasa de la industria en el Reino Unido que ha resultado en una reformulación para reducir el contenido de azúcar”, agregaron.

Ahora está claro que la industria alimentaria comparte la culpa no solo de la pandemia de obesidad sino también de la gravedad de la enfermedad de COVID-19 y sus devastadoras consecuencias. Durante la pandemia por coronavirus, un aumento en la pobreza alimentaria, interrupciones en las cadenas de suministro y compras de pánico pueden generar un acceso limitado a alimentos frescos, inclinando la balanza hacia un mayor consumo de alimentos altamente procesados y aquellos con una larga vida útil que generalmente son altos en sal, azúcar y grasas saturadas.

Además, desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, la industria alimentaria ha lanzado campañas e iniciativas de responsabilidad social corporativa, a menudo con tácticas poco veladas que utilizan el brote como una oportunidad de marketing, por ejemplo, ofreciendo medio millón de donas con forma de “sonrisas” para el personal del NHS.

Para los autores del estudio, las industrias alimentarias de todo el mundo deben dejar de promocionarse de inmediato, y los gobiernos deben forzar la reformulación de alimentos y bebidas poco saludables. En el Reino Unido, los objetivos incrementales ya han reducido gradualmente la cantidad de sal agregada a los alimentos, lo que resulta en una menor ingesta de sal, presión arterial y mortalidad cardiovascular. Reducir la sal, el azúcar y las grasas saturadas en todos los ámbitos mejoraría la dieta de toda la población y brindaría beneficios aún mayores para las personas más desfavorecidas socialmente. El costo de la morbilidad y mortalidad de COVID-19 lo ha hecho más evidente y más urgente que nunca.

Antioxidantes presentes en frutas y verduras

Antioxidantes presentes en frutas y verduras

Los antioxidantes son sustancias químicas que se caracterizan por impedir o retrasar la oxidación de diversas sustancias (principalmente de los ácidos grasos) cuyas reacciones se producen tanto en los alimentos como en el organismo humano, en el cual puede provocar alteraciones fisiológicas importantes, desencadenantes de diversas enfermedades. Otra de las funciones de los antioxidantes es facilitar el uso fisiológico del oxígeno por parte de las mitocondrias celulares, ayudando a reducir los efectos del estrés oxidativo y la falta de oxígeno, formando complejos que mitigan las reacciones productoras de radicales libres y por consiguiente desempeñando una función fundamental en la prevención de las enfermedades crónicas no trasmisibles. Las sustancias antioxidantes se han clasificado en dos principales sistemas, el sistema enzimático y el sistema no enzimático, los cuales pueden actuar tanto en el espacio intracelular como en el extracelular. El sistema no enzimático (reconocido también como exógeno) está integrado principalmente por sustancias que provienen de los alimentos, especialmente de frutas y hortalizas; algunos son micronutrientes, como la vitaminas A, E y C, selenio, zinc; y otros no nutrientes como los compuestos fenólicos y polifenoles (flavonoides, taninos, etc.). En la naturaleza sólo los vegetales sintetizan antioxidantes. Se ha documentado científicamente en muchos casos que los antioxidantes son potencialmente potenciadores de la salud y que su ingesta en forma regular supone entre otras cosas la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles como algunos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares entre otras, de ahí la importancia del consumo de alimentos con un alto contenido de sustancias antioxidantes como las frutas y vegetales.

En los últimos años, los antioxidantes naturales provenientes de plantas han sido frecuentemente utilizados en diferentes campos de la industria como preservantes en alimentos y medicamentos, muchos de estos compuestos como la quercetina, tocoferol y caroteno, entre otros, son antioxidantes naturales, que presentan una actividad comparable con antioxidantes sintéticos de mayor uso como el 2-terbutil-hidroxitolueno y el 2-terbutil-hidroxianisol.

Rodríguez et al. (2006) estudiaron la actividad antioxidante de varias hierbas aromáticas: hierbabuena (Mentha spicata L.), menta (Mentha piperita L.), perejil de hojas planas (Petroselinum crispum Miller), albahaca común (Ocimum basilicum L.) y orégano francés. Observaron un comportamiento antioxidante similar entre ellas, con excepción de la albahaca, la cual sobresalió del resto de las plantas estudiadas con más del doble de la actividad antioxidante. Tanto la menta como la hierbabuena se distinguen por su elevado poder antirradical, mientras la albahaca resultó ser la hierba aromática de mayor poder reductor.

Otro estudio se realizó en Chile con el objetivo de conocer la capacidad antioxidante in vitro de algunas frutas y hortalizas que se consumen en la Región del Maule. La actividad antioxidante se determinó mediante decoloración de un radical. En general la actividad antioxidante, en extractos metanólicos, fue mayor en frutas (70,3%) que en hortalizas (54,7%) y dependiente de la concentración del extracto evaluado. Las frutas que presentaron mayor actividad antioxidante fueron frambuesa, frutilla y kiwi. Entre las hortalizas, las que presentaron mayor actividad antioxidante, fueron los tomates seguidos por pepino dulce, betarraga, melón tuna, pimentón y sandía. Los autores afirmaron que la actividad antioxidante observada en la mayoría de las frutas y hortalizas evaluadas podría ser un argumento científico a dar a conocer en las campañas de promoción del consumo interno y en la exportación de productos hortifrutícolas.

En el 2012 se publicó un estudio cuyo objetivo fue conocer la asociación entre el consumo de antioxidantes por medio de la alimentación y la densidad mineral ósea para el cual participaron 280 mujeres españolas. Las mujeres fueron clasificadas por edad, se evaluó su densidad ósea (por absorciometría dual de rayos X) y sus hábitos alimentarios (por medio de recordatorio de 24 hs). Como resultado se observó que la ingesta de vitamina C y selenio estaba asociada significativamente a la densidad mineral ósea. En el grupo de mujeres menores de 35 años la ingesta de zinc estuvo relacionada con la masa ósea. En todos los grupos estudiados, la densidad mineral ósea fue significativamente superior en los sujetos cuya dieta tiene un alto consumo de nutrientes antioxidantes. Los autores proponen que a partir de los resultados de este estudio, se pueden desarrollar a futuro nuevas terapias para combatir la osteoporosis, basadas en una ingesta elevada de nutrientes antioxidantes.

El licopeno es un carotenoide que se encuentra principalmente en el tomate, conserva sus propiedades funcionales después de ser procesado, no presenta toxicidad y posee efectos antioxidantes en el vegetal, y podría actuar como antiinflamatorio y quimioterapéutico sobre las enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y algunos tipos de cáncer. Torresani, M.E. (2009) publicó un estudio transversal de comparación y correlación, a muestras independientes que involucró a 316 mujeres. Las mismas fueron clasificadas según etapas pre y post menopáusicas. Se evaluó de forma individual el riesgo cardiovascular según el Score de Framingham y su consumo semanal de licopeno (alimentos fuente y total de alimentos que lo contienen). En ambas etapas biológicas y en cada categoría de riesgo cardiovascular se observó relación inversa con consumo de licopeno, pero sólo en mujeres premenopáusicas con bajo riesgo cardiovascular el consumo fue significativamente mayor que en aquellas con riesgo moderado. En las postmenopáusicas hubo correlación significativa entre valores de LDL-C y consumo de licopeno aportado por alimentos fuente. Sin embargo, en ambas etapas biológicas la correlación significativa fue entre valores de LDL-C y consumo de licopeno aportado por todos los alimentos que lo contienen. No se halló correlación significativa entre consumo de licopeno, valores de HDL-C y circunferencia de cintura. Estos resultados, así como los presentados en el estudio anterior, señalan la relevancia de la prevención en el abordaje nutricional asociado a las diferentes etapas biológicas de la mujer.

Como podemos observar, los alimentos naturales son ricos en antioxidantes y su consumo regular beneficia al organismo. Incorporar vegetales y frutas como parte del estilo de vida actual resulta fundamental para combatir el estrés oxidativo al cual estamos más expuestos en la actualidad debido al ritmo de vida moderno, los contaminantes, etc. Por parte de la población, existe un interés creciente en el consumo de antioxidantes proveniente de alimentos naturales, ya sea para ayudar a prevenir ciertas enfermedades o su utilización en la cosmética. Se esperan a futuro más trabajos de investigación para descubrir nuevos beneficios, utilizaciones y recomendaciones al respecto.