La diabetes es una enfermedad crónica, progresiva y con muchas complicaciones: el 67% de los diabéticos son hipertensos, el 30% tienen problemas en la visión, el 45% tiene algún grado de daño renal. Además, más del 60% de las amputaciones de miembros inferiores no traumáticas son por diabetes. Igualmente, la mortalidad de los diabéticos es el doble que la de la población que no sufre de esta enfermedad.
Cuando se diagnostica de diabetes a un paciente, este ya ha tenido, sin saber, de 5 a 10 años de enfermedad y ha perdido el 50% de la función pancreática.
La prediabetes, como su nombre lo indica, es un estado previo a la diabetes, con una prevalencia mundial de 15 a 25% y con una posibilidad de 3 a 10 veces mayor de desarrollar diabetes en los siguientes 5 años. Es por ello que es muy importante la prevención y la evaluación médica anual. Desafortunadamente la tasa de éxito con el tratamiento convencional es de solo 7 a 10%.
Actualmente, las publicaciones médicas sustentan el manejo quirúrgico de la diabetes en pacientes con sobrepeso y obesidad leve, con índices de resolución de la enfermedad de 82% y de 90% respectivamente, con varios años de seguimiento. Estos hallazgos se demostraron en pacientes a los que se les realizo un bypass de la primera porción intestinal, produciendo una liberación de hormonas que aumentan la producción de insulina del páncreas, lo cual lleva a que la diabetes remita o mejore.
Todos los estudios publicados a la fecha, coinciden en que los pacientes que más se benefician son aquellos que reciben antidiabéticos orales y con pocos años de enfermedad porque, son, quienes tienen mayor reserva de producción de insulina en el páncreas, teniendo la resolución de manera casi inmediata y completa.
Es por ello que la primera Conferencia de Diabetes en Roma (2007) y la segunda en el 2016 (publicado en la revista DIABETES CARE americana) sugiere que se debe considerar el tratamiento quirúrgico como una alternativa en el tratamiento de la diabetes en pacientes con sobrepeso y obesidad leve (IMC por encima de 30), que no tengan un tratamiento médico con resultados óptimo.
El procedimiento quirúrgico que venimos realizando para el control de la diabetes es el bypass gástrico, cirugía que realizamos por vía LAPAROSCOPICA, la cual consiste en reducir el volumen del estómago y “saltar” la primera porción intestinal.
Los criterios que recomendamos para la selección de pacientes son:
Edad entre 18 a 65 años
Con diagnóstico de diabetes tipo 2.
Pacientes con sobrepeso u obesidad leve.
Presencia de reserva pancreática.
Idealmente menos de 10 años a partir del diagnóstico de diabetes
Pacientes que se tratan con antidiabéticos orales o con menos de 5 años de uso de insulina.
La diabetes es considerada, junto con la obesidad, la pandemia del siglo XXI, pero existe ahora la alternativa del tratamiento quirúrgico para el control efectivo de ambas enfermedades, en casos seleccionados, con respaldo de la literatura y de la comunidad científica internacional.
En la actualidad cada día se ven más y más casos de personas con obesidad. Sin ir más lejos, es una enfermedad que azota a un 57% de españoles y a más de mil millones de personas en el mundo.
Las causas de esta tendencia pueden ser variadas aunque la industria alimenticia ha contribuido gran parte a su crecimiento con el desarrollo cada día más de productos refinados y ultraprocesados, que, para variar, son más económicos que los productos naturales y sin aditivos.
Asimismo, la ajetreada vida moderna, hace que muchas personas carezcan de el tiempo para ocuparse de tener una alimentación saludable y de ejercitar periódicamente. Estar trabajando todo el día en una oficina te quita mucho tiempo para ocuparte de ti mismo y al mismo tiempo fomenta el sedentarismo de estar sentado en una silla por muchas horas seguidas.
En la sociedad actual, el sobrepeso tiene un impacto inmensamente más importante de lo que la gente suele pensar, incluso sus consecuencias pueden generar secuelas de por vida si no se toman medidas a tiempo.
Cómo afecta la obesidad en el sistema musculoesquelético
Las enfermedades más comúnmente asociadas con la obesidad y el sobrepeso son aquellas que se dan principalmente a nivel cardiovascular como problemas de corazón, diabetes e incluso problemas sociales por la imposibilidad de realizar ciertas actividades que realizan el resto de las personas sin sobrepeso.
Sin embargo, poco se habla de los problemas que trae como consecuencia esta enfermedad a la salud del sistema esquelético y muscular. Lo cierto es que el exceso de grasa puede generar secuelas más o menos graves dependiendo del nivel de sobrepeso que presente la persona en cuestión.
Más allá de que los huesos tengan la capacidad de malearse en cierta medida, el sobrepeso genera que estos se vayan deformando con el tiempo, lo que lleva a problemas articulares y fragilidad en ciertas partes que se ocupan de sostener el peso como los tobillos y las rodillas.
Enfermedades en los huesos producidas por el sobrepeso
Fibromalgia
Esta patología genera dolor y cansancio en determinados músculos en los puntos sensibles del cuerpo como las piernas, cuello, hombros, cadera y espalda. Se desconoce lo que causa esta condición, aunque la mitad de las personas que la padecen son obesas y otra gran parte de los afectados tiene sobrepeso. Se calcula que alrededor de un 70% de personas que tienen fibromalgia tienen algún tipo de sobrepeso.
Asimismo, el dolor y la fatiga que caracterizan esta dolencia se acentúan con la falta de sueño y cansancio que trae consigo la obesidad. Por lo general, este cuadro lleva a una mayor dificultad y dolor al realizar ejercicio físico, lo que conduce a una especie de círculo vicioso en el que el paciente se va “dejando estar” cada vez más.
Osteoporosis causada por la obesidad
La osteoporosis es el aumento de la porosidad en los huesos y su consecuente debilitamiento. Aunque se supone que la falta de peso es lo que causa osteoporosis, poco se habla del exceso de peso, que hace que la grasa produzca efectos hormonales y químicos que imposibiliten la llegada del calcio a los huesos. El calcio es fundamental en el metabolismo óseo por lo que una deficiencia de éste puede provocar un caso de osteoporosis por obesidad. Infórmate sobre cómo prevenir este y otros tipos de osteoporosis en nuestro artículo sobre esta enfermedad.
Artritis reumatoide
La hinchazón que la artritis produce en las articulaciones puede verse acentuada por un exceso de peso. De hecho, aproximadamente un 75% de las personas que padecen artritis reumatoide tienen también obesidad o sobrepeso.
La grasa tiende a aumentar la inflamación además de generar una mayor rigidez en las articulaciones que cargan con un mayor peso que una persona con un índice de masa corporal normal.
Dolor lumbar
La sobrecarga de peso que tiene la columna vertebral en personas con obesidad puede ser un significativo factor de riesgo para el desarrollo de una lumbalgia. Se ha comprobado en múltiples estudios que la obesidad es determinante en problemas de la espalda como lumbalgias y hernias discales.
Alteraciones en la marcha
Aunque esto no es una enfermedad, es una consecuencia de la obesidad que genera un deterioro paulatino de las estructuras musculoesqueléticas por la falta de actividad que estas requieren para fortalecerse.
Las personas con obesidad presentan alteraciones biomecánicas en sus articulaciones y extremidades inferiores que constituyen la aparición de esta problemática.
Fracturas por obesidad en niños
Se ha demostrado en múltiples estudios, que los niños problemas de obesidad tienen una mayor tendencia a sufrir fracturas en sus huesos dada la sobrecarqa que estos tienen. Además la falta de actividad, sedentarismo y/o mala alimentación que caracteriza a los niños que padecen de sobrepeso lleva a un debilitamiento de los huesos que puede ser problemático sobre todo en una etapa de crecimiento.
Millones de personas tienen como principal objetivo poder adelgazar. Por lo general, luego de unos pocos meses de régimen de dieta, la mayoría descubre que poder bajar de peso es un ideal difícil de conseguir
Por lo general, luego de unos pocos meses de régimen de dieta, la mayoría descubre que poder bajar de peso es un ideal difícil de conseguir en la vida.
De manera que es conveniente centrar la atención tanto en el peso como en el volumen y, para conseguirlo, no se trata de reducir esos kilos de más rapidamente, sino de aprender a adelgazar. La alianza entre la voluntad y la ciencia es fundamental para perder grasa corporal, ya que el éxito está en la disciplina.
La alimentación es una función cerebral compleja que comprende aspectos químicos, fisiológicos, psicológicos, emocionales, culturales y educacionales. Cualquier dieta hipocalórica estándar, limita el acto de alimentarse en muchos de estos aspectos no sólo a nivel cuantitativo, sino también cualitativo. Una dieta disociada, hiperproteica o cualquier otra dieta milagro rompe con la cultura inmersa en los hábitos alimentarios de cada individuo.
Por este motivo, vale la pena aprender a adelgazar de forma individual, a tarvés de una dieta sana y equilibrada, en donde las herramientas saludables nos sirvan para utilizarlas a lo largo de los años. Comer bien adelgaza y comer mal engorda, puesto que la clave reside en adelgazar sin renunciar al placer de platos ligeros y sabrosos que puedan compartirse con el resto de comensales, sin tener que estar «de régimen» la mitad de la vida.
Conviene perder la grasa corporal y el exceso de líquidos atendiendo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, de forma paulatina y lentamente (de 500 gramos a 1 kilo por semana). El hecho de tomar menos kilocalorías diarias no es suficiente para conseguir la meta. La energía proveniente de los alimentos debe distribuirse en cuatro o cinco ingestas diarias para mantener a raya la glucemia e impedir que el exceso de glucosa se transforme en grasas inoportunas. Además, es fundamental comer lentamente, ya que así se mejora la digestibilidad de los alimentos, generando una sensación de saciedad en el cerebro; que asu vez también permite conseguir un gran beneficio psicológico al respetar el ritmo de un acto con el que se debe disfrutar.
Toda pérdida de peso corporal debe sustentarse en tres puntos básicos: alimentación equilibrada e hipocalórica, ejercicio físico continuado y una relación saludable con la comida.
Lo básico, es seguir una pauta dietética coherente que asegure un aporte nutricional suficiente y que no sea muy distinta a lo que comemos de forma habitual en casa. Comenzar las comidas y las cenas con un caldo de verduras o un vaso de agua ayuda a ocupar espacio en el estómago sin reportar calorías, de manera que habrá menos sitio para el resto de los alimentos y así llegará antes la sensación de saciedad.
Es interesante que el plato de comidas y cenas incluya, al menos, un alimento rico en hidratos de carbono (patatas, legumbres, pasta, arroz o pan), otro rico en proteínas (carnes, pescados o huevos) y una verdura o una ensalada para aportar fibra al organismo, así como vitaminas y minerales indispensables para el buen funcionamiento orgánico. Para los postres, una fruta de estación o un lácteo desnatado, aportarán los nutrientes necesarios para hacer que la comida y la cena sean equilibradas.
Ayuda profesional
La obesidad es un aumento del peso corporal por acumulación anormal de grasa, que supera el peso ideal teórico (relación talla-peso) a consecuencia de un desequilibrio entre la formación y la utilización de grasa en el organismo. Se trata de una enfermedad que presenta síntomas concretos y que supone un gran riesgo sanitario.
Las estadísticas que salen a la luz desde múltiples organismos acreditados a nivel de salud pública, indican que la vida de las personas obesas y aquellas que padecen sobrepeso, es significativamente menor a la de las que presentan un peso normal.
A esto se suma que la mortalidad por diabetes, cirrosis hepática, apendicitis, litiasis biliar y accidentes cardiovasculares es prácticamente el doble de alta en las personas con exceso de peso. Por todos estos motivos, es necesaria la ayuda de un equipo interdisciplinar que diagnostique las causas concretas de la obesidad o el sobrepeso y que determine terapéuticamente la dieta que debe realizar el individuo que tiene que adelgazar.
En el área de la alimentación, el nutricionista es el profesional que se encarga del entrenamiento dietético y del diseño de una herramienta alimentaria individualizada. Por otro lado, no se debe olvidar que la causa de sobrepeso y obesidad es, en un alto porcentaje de casos, una relación insana con la alimentación, de origen psicológico (vivencia de tensión) o psicopatológico (trastornos de la conducta alimentaria). En estos casos, además de la ayuda del médico y del nutricionista, se requiere orientación psicológica y psiquiátrica.
Peso y volumen corporal
Adelgazar es cuestión de que tanto la aguja de la báscula como la hebilla del cinturón se vayan desplazando hacia la izquierda, es decir, es un proceso que requiere bajar de peso y también de talla, sobre todo de perímetro abdominal.
Además de eliminar grasa y azúcares de la dieta, para disminuir el volumen corporal, conviene hacer cambios en la cocina, sustituyendo la sal por otras opciones que aderecen platos como el limón, las hierbas aromáticas, el vinagre y las especias. También, conviene beber al menos dos litros de agua al día, ya que así se ayuda al trabajo renal y se evita la retención de líquidos.
Por otro lado, la sensación de hinchazón del abdomen en períodos de adelgazamiento, durante los cuales se comen más vegetales, puede deberse a problemas de flatulencia.
Las verduras más flatulentas son la lechuga, la alcachofa, las coles, el brócoli, el pepino, la cebolla y los rábanos. Se debe prescindir de estas verduras puntualmente hasta observar menos hinchazón.
No hay un tratamiento único para la obesidad, lo que refleja la dificultad que entraña la resolución del problema. Se sabe que no todas las personas responden de igual forma a un tratamiento y que cada individuo puede responder de forma distinta a un mismo tratamiento realizado en diferentes momentos de su vida. Cualquier actuación terapéutica tiene que ser multidisciplinaria. El objetivo que se persigue es mejorar la salud del paciente reduciendo los riesgos secundarios. En ocasiones, el objetivo será corregir las alteraciones metabólicas, aunque la reducción de peso no sea moderada y oscile entre un 5 y un 10%.
Los posibles tratamientos pueden resumirse así: dietas hipocalóricas (que representen el eje central del tratamiento); ejercicio físico (con el objetivo doble de mantener el tono muscular y aumentar el gasto energético); la psicoterapia (el soporte psicológico es básico en el tratamiento de la obesidad) y los fármacos (dos grandes grupos: los que actúan sobre el sistema nervioso central disminuyendo la sensación de hambre y aumentando el metabolismo basal y los que actúan mediante un ligero efecto saciante, pero que no pueden considerarse como un tratamiento de la obesidad).
No debe olvidarse que el tratamiento farmacológico es una ayuda y que su uso racional puede ser de gran valor. Por último, la cirugía bariátrica está indicada sólo para obesidades importantes: IMC mayor a 40 kilogramos por metro cuadrado. Por último, los médicos subrayan que hay que desconfiar de los tratamientos que prometen grandes resultados sin esfuerzo o sin dieta; conviene alejarse de las dietas que prometen rápidas pérdidas de peso, ya que la mayoría de éstas lo hacen a costa del agua corporal y de la masa muscular, y no de la grasa como en realidad debería ser.