-Pilar fundamental para acelerar el descenso de peso y su mantenimiento posterior.
-Aumenta el gasto energético, perdiendo grasa y aumentando la masa muscular.
-Lo importante es practicar actividad física. Realizar caminatas ES ejercicio físico y no es menos importante que trotar. Cada paciente conoce sus límites y de a poco incrementará los ejercicios en relación al descenso de peso y al entrenamiento aeróbico que adquiera.
-Beneficios en el funcionamiento cardiovascular, aumenta la capacidad ventilatoria, disminuyen los niveles de azúcar en sangre, se normaliza el valor del colesterol, disminuye la tensión arterial.
-Se advierte el cambio en numerosas situaciones de la vida diaria que anteriormente siempre implicaban “sentirse agitado”: subir y bajar escaleras, girar en la cama, hablar mientras camina, ducharse y secarse, reírse prolongadamente, cargar una pequeña bolsa con peso, calzarse, caminar algunas cuadras.
-Durante la práctica de actividad deportiva se liberan mediadores químicos (endorfinas) que mejoran el humor y el bienestar general.
Es una manera de comenzar a relacionarse nuevamente con otras personas.
1. ¿CUAL ES EL PESO IDEAL DE CADA UNO?
Teóricamente, el peso ideal es aquel que se corresponde a un Indice de Masa Corporal entre 18 y 25. En la práctica, lo que se observa luego de la Cirugía Bariátrica, es que puede persistir un leve sobrepeso. Es importante destacar que el peso ideal de cada paciente también está determinado por: su edad, su estructura corporal y la capacidad para realizar actividad física.
2. ¿POR QUE HAY QUE DESCENDER DE PESO ANTES DE LA CIRUGIA?
Antes de llevar a cabo la cirugía, es fundamental el descenso de aproximadamente el 10% del peso inicial porque:
Disminuye la grasa intraabdominal y la tensión de la pared abdominal.
Disminuye el tamaño hepático, facilitando el procedimiento quirúrgico.
Implica menor riesgo operatorio.
Reduce los tiempos quirúrgicos.
Permite evaluar la predisposición del paciente al cambio de conducta y su adherencia a las indicaciones del equipo.
3. ¿COMO SE PLANIFICA EL DESCENSO DE PESO ANTES DE LA CIRUGIA?
El plan de descenso de peso previo a la cirugía incluye:
Seguimiento nutricional con una dieta personalizada (dieta hipocalórica y dieta líquida) que permite monitorear el descenso de peso hasta que el paciente presente las condiciones ideales para programar la cirugía.
Actividad física regular, siempre respetando las posibilidades de cada paciente.
4. ¿DURANTE CUANTO TIEMPO SE REALIZA LA DIETA LIQUIDA PRE QUIRURGICA?
En general se realiza durante los 7 a 10 días previos a la cirugía.
5. ¿COMO SE EXPLICA EL DESCENSO DE PESO?
En las cirugías restrictivas (manga gástrica, banda gástrica) la capacidad de reservorio del estómago es menor, por lo tanto, el volúmen de la ingesta es marcadamente inferior al habitual porque la saciedad es precoz.
En las cirugías malabsortivas el descenso se debe principalmente a una disminución en la absorción de los alimentos.
En las cirugías mixtas, restrictiva y malabsortiva (by pass gástrico), se asocia la ingesta de volúmenes menores por la disminución del tamaño del reservorio gástrico (pouch) con un leve grado de malabsorción.
6. LA PERDIDA DE PESO: ¿EN QUE TIEMPO SE PRODUCE Y CUANDO SE DETIENE?
En líneas generales, luego de una Cirugía Bariátrica, el descenso de peso se produce principalmente durante el primer año postquirúrgico, y se termina de estabilizar al año y medio, o a veces a los dos años luego de la cirugía. Existen ciertas variaciones que dependen del tipo de intervención quirúrgica y de cada paciente en particular.
Una vez que el paciente se estabiliza en el peso adecuado, lo mantiene a través del tiempo, siempre siguiendo su nueva conducta alimentaria y practicando ejercicio físico en forma regular.
7. ¿PODRE MANTENER EL DESCENSO DE PESO EL RESTO DE MI VIDA?
En la mayoría de los casos (más del 80 %), el descenso de peso se mantiene.
PRIMERA ETAPA: PRE QUIRURGICA
Pasos a seguir para consultar sobre la cirugía bariátrica:
Entrevista con el médico cirujano del equipo: se confecciona una detallada historia clínica, si el paciente es candidato al tratamiento quirúrgico, se deriva a los distintos especialistas para completar la evaluación.
Evaluación por especialistas en: clínica médica, nutrición, psicología, psiquiatría.
Eventual evaluación por otros especialistas si se considera necesario, en base a ciertas patologías asociadas que pueda presentar el paciente (ejemplo: endocrinología, hematología).
Solicitud de estudios complementarios: laboratorio completo, análisis de orina, electrocardiograma y evaluación cardiológica, radigrafía de tórax, espirometría, ecografía abdominal, endoscopía digestiva alta.
Se inicia la dieta de preparación prequirúrgica y se controlan los cambios de peso.
Cuando todo el equipo multidisciplinario considere que el paciente se encuentra apto para realizarse el procedimiento quirúrgico, el médico cirujano programa la cirugía.
SEGUNDA ETAPA: QUIRURGICA
Una vez programada la fecha quirúrgica, el paciente se interna ese mismo día por la mañana en el Sanatorio. Finalizada la cirugía, se traslada al paciente a una habitación común, y si se considera necesario, a la unidad de cuidados intensivos. En general el alta se otorga entre los 2 y 3 días.
TERCERA ETAPA: POST QUIRURGICA
Los controles se realizan principalmente con el equipo quirúrgico y la nutricionista.
La frecuencia de los controles es:
1 vez por semana el 1er mes.
1 vez cada 15 días el 2do mes.
1 vez por mes hasta el 6to mes postquirúrgico.
1 vez cada 2 meses hasta el año.
1 vez cada 6 meses durante el segundo año.
Luego, 1 vez por año.
Comer en exceso podría no ser la causa principal de la obesidad
Las estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) muestran que la obesidad afecta a más del 40% de los adultos estadounidenses, lo que los coloca en mayor riesgo de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer. Las Pautas Dietéticas para los Estadounidenses 2020-2025 del USDA nos dicen además que la pérdida de peso "requiere que los adultos reduzcan la cantidad de calorías que obtienen de los alimentos y bebidas y aumenten la cantidad gastada a través de la actividad física".
Este enfoque para el control del peso se basa en el modelo centenario de equilibrio energético que establece que el aumento de peso se debe al consumo de más energía de la que gastamos. En el mundo actual, rodeado de alimentos procesados baratos, muy apetitosos y comercializados, es fácil que las personas consuman más calorías de las que necesitan, un desequilibrio que se ve agravado por los estilos de vida sedentarios actuales.
Con este pensamiento, comer en exceso, junto con una actividad física insuficiente, está impulsando la epidemia de obesidad. Por otro lado, a pesar de décadas de mensajes de salud pública que exhortan a las personas a comer menos y hacer más ejercicio, las tasas de obesidad y enfermedades relacionadas con la obesidad han aumentado constantemente.
Los autores de “The Carbohydrate-Insulin Model: A Physiological Perspective on the Obesity Pandemic”, una perspectiva publicada en The American Journal of Clinical Nutrition, señalan fallas fundamentales en el modelo de balance energético, argumentando que un modelo alternativo, el modelo carbohidrato-insulina, explica mejor la obesidad y el aumento de peso. Además, el modelo carbohidrato-insulina señala el camino hacia estrategias de control de peso más efectivas y duraderas.
Según el autor principal, el Dr. David Ludwig, endocrinólogo del Boston Children's Hospital y profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, el modelo de balance energético no nos ayuda a comprender las causas biológicas del aumento de peso: "Durante un período de crecimiento acelerado, por ejemplo, los adolescentes pueden aumentar ingesta de alimentos en 1.000 calorías al día. Pero, ¿comer en exceso causa el estirón del crecimiento o el estirón hace que el adolescente tenga hambre y coma en exceso? "
En contraste con el modelo de balance energético, el modelo de carbohidratos-insulina hace una afirmación audaz: comer en exceso no es la principal causa de la obesidad.
En cambio, el modelo carbohidrato-insulina atribuye gran parte de la culpa de la actual epidemia de obesidad a los patrones dietéticos modernos caracterizados por el consumo excesivo de alimentos con una alta carga glucémica: en particular, carbohidratos procesados y de rápida digestión. Estos alimentos provocan respuestas hormonales que cambian fundamentalmente nuestro metabolismo, impulsando el almacenamiento de grasa, el aumento de peso y la obesidad.
Cuando comemos carbohidratos altamente procesados, el cuerpo aumenta la secreción de insulina y suprime la secreción de glucagón. Esto, a su vez, indica a las células grasas que almacenen más calorías, dejando menos calorías disponibles para alimentar los músculos y otros tejidos metabólicamente activos. El cerebro percibe que el cuerpo no está recibiendo suficiente energía, lo que, a su vez, conduce a una sensación de hambre. Además, el metabolismo puede ralentizarse en el intento del cuerpo por conservar combustible. Por lo tanto, tendemos a permanecer hambrientos, incluso cuando seguimos aumentando el exceso de grasa.
Para comprender la epidemia de obesidad, debemos considerar no solo cuánto comemos, sino también cómo los alimentos que ingerimos afectan nuestras hormonas y metabolismo. Con su afirmación de que todas las calorías son iguales para el cuerpo, el modelo de equilibrio energético pasa por alto esta pieza fundamental del rompecabezas.
Si bien el modelo carbohidrato-insulina no es nuevo, sus orígenes se remontan a principios de la década de 1900, la perspectiva del American Journal of Clinical Nutrition es la formulación más completa de este modelo hasta la fecha, escrita por un equipo de 17 científicos, investigadores clínicos y expertos en salud pública. En conjunto, han resumido el creciente cuerpo de evidencia en apoyo del modelo carbohidrato-insulina. Además, los autores han identificado una serie de hipótesis comprobables que distinguen los dos modelos para orientar la investigación futura.
La adopción del modelo carbohidrato-insulina sobre el modelo de balance energético tiene implicaciones radicales para el control del peso y el tratamiento de la obesidad.
En lugar de instar a las personas a comer menos, una estrategia que generalmente no funciona a largo plazo, el modelo carbohidrato-insulina sugiere otro camino que se centra más en lo que comemos. Según el Dr. Ludwig, “reducir el consumo de carbohidratos de rápida digestión que inundaron el suministro de alimentos durante la era de la dieta baja en grasas disminuye el impulso subyacente de almacenar grasa corporal. Como resultado, las personas pueden perder peso con menos hambre y lucha".
Los autores reconocen que se necesita más investigación para probar de manera concluyente ambos modelos y, quizás, para generar nuevos modelos que se ajusten mejor a la evidencia. Con este fin, piden un discurso constructivo y "colaboraciones entre científicos con diversos puntos de vista para probar las predicciones en una investigación rigurosa e imparcial".
Las estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) muestran que la obesidad afecta a más del 40% de los adultos estadounidenses, lo que los coloca en mayor riesgo de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer. Las Pautas Dietéticas para los Estadounidenses 2020-2025 del USDA nos dicen además que la pérdida de peso "requiere que los adultos reduzcan la cantidad de calorías que obtienen de los alimentos y bebidas y aumenten la cantidad gastada a través de la actividad física".
Este enfoque para el control del peso se basa en el modelo centenario de equilibrio energético que establece que el aumento de peso se debe al consumo de más energía de la que gastamos. En el mundo actual, rodeado de alimentos procesados baratos, muy apetitosos y comercializados, es fácil que las personas consuman más calorías de las que necesitan, un desequilibrio que se ve agravado por los estilos de vida sedentarios actuales.
Con este pensamiento, comer en exceso, junto con una actividad física insuficiente, está impulsando la epidemia de obesidad. Por otro lado, a pesar de décadas de mensajes de salud pública que exhortan a las personas a comer menos y hacer más ejercicio, las tasas de obesidad y enfermedades relacionadas con la obesidad han aumentado constantemente.
Los autores de “The Carbohydrate-Insulin Model: A Physiological Perspective on the Obesity Pandemic”, una perspectiva publicada en The American Journal of Clinical Nutrition, señalan fallas fundamentales en el modelo de balance energético, argumentando que un modelo alternativo, el modelo carbohidrato-insulina, explica mejor la obesidad y el aumento de peso. Además, el modelo carbohidrato-insulina señala el camino hacia estrategias de control de peso más efectivas y duraderas.
Según el autor principal, el Dr. David Ludwig, endocrinólogo del Boston Children's Hospital y profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, el modelo de balance energético no nos ayuda a comprender las causas biológicas del aumento de peso: "Durante un período de crecimiento acelerado, por ejemplo, los adolescentes pueden aumentar ingesta de alimentos en 1.000 calorías al día. Pero, ¿comer en exceso causa el estirón del crecimiento o el estirón hace que el adolescente tenga hambre y coma en exceso? "
En contraste con el modelo de balance energético, el modelo de carbohidratos-insulina hace una afirmación audaz: comer en exceso no es la principal causa de la obesidad.
En cambio, el modelo carbohidrato-insulina atribuye gran parte de la culpa de la actual epidemia de obesidad a los patrones dietéticos modernos caracterizados por el consumo excesivo de alimentos con una alta carga glucémica: en particular, carbohidratos procesados y de rápida digestión. Estos alimentos provocan respuestas hormonales que cambian fundamentalmente nuestro metabolismo, impulsando el almacenamiento de grasa, el aumento de peso y la obesidad.
Cuando comemos carbohidratos altamente procesados, el cuerpo aumenta la secreción de insulina y suprime la secreción de glucagón. Esto, a su vez, indica a las células grasas que almacenen más calorías, dejando menos calorías disponibles para alimentar los músculos y otros tejidos metabólicamente activos. El cerebro percibe que el cuerpo no está recibiendo suficiente energía, lo que, a su vez, conduce a una sensación de hambre. Además, el metabolismo puede ralentizarse en el intento del cuerpo por conservar combustible. Por lo tanto, tendemos a permanecer hambrientos, incluso cuando seguimos aumentando el exceso de grasa.
Para comprender la epidemia de obesidad, debemos considerar no solo cuánto comemos, sino también cómo los alimentos que ingerimos afectan nuestras hormonas y metabolismo. Con su afirmación de que todas las calorías son iguales para el cuerpo, el modelo de equilibrio energético pasa por alto esta pieza fundamental del rompecabezas.
Si bien el modelo carbohidrato-insulina no es nuevo, sus orígenes se remontan a principios de la década de 1900, la perspectiva del American Journal of Clinical Nutrition es la formulación más completa de este modelo hasta la fecha, escrita por un equipo de 17 científicos, investigadores clínicos y expertos en salud pública. En conjunto, han resumido el creciente cuerpo de evidencia en apoyo del modelo carbohidrato-insulina. Además, los autores han identificado una serie de hipótesis comprobables que distinguen los dos modelos para orientar la investigación futura.
La adopción del modelo carbohidrato-insulina sobre el modelo de balance energético tiene implicaciones radicales para el control del peso y el tratamiento de la obesidad.
En lugar de instar a las personas a comer menos, una estrategia que generalmente no funciona a largo plazo, el modelo carbohidrato-insulina sugiere otro camino que se centra más en lo que comemos. Según el Dr. Ludwig, “reducir el consumo de carbohidratos de rápida digestión que inundaron el suministro de alimentos durante la era de la dieta baja en grasas disminuye el impulso subyacente de almacenar grasa corporal. Como resultado, las personas pueden perder peso con menos hambre y lucha".
La calidad más que la cantidad | 14 SEP 21
Comer en exceso podría no ser la causa principal de la obesidad
Los autores reconocen que se necesita más investigación para probar de manera concluyente ambos modelos y, quizás, para generar nuevos modelos que se ajusten mejor a la evidencia. Con este fin, piden un discurso constructivo y "colaboraciones entre científicos con diversos puntos de vista para probar las predicciones en una investigación rigurosa e imparcial".