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Conocé las propiedades y los nutrientes de las legumbres

Conocé las propiedades y los nutrientes de las legumbres

Lentejas, garbanzos, arvejas, porotos y más son ideales para combatir el invierno, y son la mayor fuente de proteínas de origen vegetal. Antes de poner la olla al fuego, enterate de sus ventajas nutricionales y de las combinaciones recomendadas para aprovecharlas al máximo.


Aprendé todo sobre las legumbres. Foto: Archivo
Por Liz Silberkasten

Con la llegada del frío ponemos nuestra creatividad al servicio de guisos, revueltos y sopas; las hojas verdes que nos acompañaron durante el verano dan paso a otro tipo de alimentos, entre ellos las legumbres, especialmente las que se consumen secas como las lentejas, aunque también las comemos frescas como las arvejas y habas.

¿Por qué son tan recomendadas? Básicamente, porque aportan una gran proporción de proteínas (entre un 18 y un 25%), hidratos de carbono, escasas grasas, minerales, mucho hierro, calcio, fósforo y magnesio.

"Todas las legumbres brindan variedad de nutrientes en proporción bastante semejante, pero su particularidad y riqueza se basa en que son alimentos que proporcionan un índice glucémico bajo, es decir, promueven una mejor aceptación de sus calorías por parte del cuerpo, favoreciendo el descenso de peso y la reducción de colesterol. Además, son protectoras del colon, ayudan a controlar la diabetes, prevenir estreñimiento y anemias", explica la licenciada Patricia Robiano, coach nutricional. Y la doctora Sonia Spiner, especialista en Nutrición, suma: "También previenen la resistencia a la insulina y son muy ricas en fibras, por lo que son importantes en todo plan alimentario saludable y no sólo en aquellos que siguen una dieta vegetariana".

Es que, debido a sus propiedades nutricionales, sirven de reemplazo para las carnes: cuando las combinás con cereales (arroz, trigo, maíz) se convierten en una fuente de proteínas completas, con todos los aminoácidos necesarios.

Hacete amiga

Las legumbres son semillas, contenidas en la vaina de plantas de la familia de las leguminosas, y entre las más consumidas están:

Lentejas: son ricas en hidratos de carbono complejos, proteínas, fibra y hierro del llamado "no hemolítico", que se absorbe con dificultad, por lo que es necesario combinarlas con alimentos ricos en vitamina C (tomates, pimientos, limón, naranja, kiwi) para favorecer esa absorción.
Soja: brinda casi tantas proteínas como la carne, además de fibras, carbohidratos y grasas poli-insaturadas, beneficiosas para el organismo; minerales (calcio, hierro, yodo, magnesio, potasio y fósforo) y vitaminas del grupo B. La podés consumir en forma de porotos, tofu, harina, etc.
Garbanzos: son ricos en hidratos de carbono, proteínas y fibras; aportan poca grasa y sodio (excepto en conserva), e isoflavonas, que mejoran los síntomas perimenopáusicos.
Alubias o judías: aportan ácido fólico, potasio, fibras y carbohidratos.
Arvejas: son fuente de almidón y fibra dietética, que provoca saciedad y ayuda a controlar los niveles de colesterol y azúcar en sangre.
Habas: aportan hidratos de carbono, proteínas, fibras, hierro, potasio, fósforo y magnesio.

Más ideas

¿No sabés cómo y dónde comerlas?
En ensaladas. Combinalas con tomates o pimientos, ricos en vitamina C, zanahoria, cebolla u otras verduras, maíz dulce o atún en lata.
Salteadas. Primero hervilas y luego sartenealas en aceite de oliva. Probá con jamón picado y perejil.
En sopas , tipo minestrón, o bien procesadas y hechas crema.

Enjuagalas. Aunque muchos hoy las cocinan sin remojarlas, sí es indispensable que las laves pasándolas por un colador. Vienen con tierra.

Mantener una alimentación balanceada

 

Mantener una alimentación balanceada

A lo largo de la vida, el ser humano no cesa de consumir alimentos. Desde que nace hasta que muere, entre diez y veinte toneladas de productos alimentarios pasarán por su boca.
En cada época de la vida existen unos alimentos especialmente idóneos, que deben ser capaces de:

• Satisfacer las necesidades de nutrientes propias de cada periodo.

Por ejemplo:

En la etapa de crecimiento, se precisan sobre todo alimentos que proporcionen nutrientes plásticos o formadores de la estructura y órganos corporales.
En la juventud, se necesitan más alimentos energéticos que suministren las calorías necesarias para desarrollar un mayor trabajo físico.
En la madurez, se precisan más nutrientes reguladores, capaces de normalizar todos los procesos que tienen lugar en el organismo.
• Prevenir las enfermedades y trastornos específicos que suelen presentarse en cada época.


¿Cuáles son los componentes de los Alimentos?

Se denominan nutrientes y son los componentes de los alimentos aprovechables por nuestro organismo que hacen posible la vida y que se encuentran en ellos repartidos de forma desigual. Desempeñan funciones diferentes en nuestro organismo en función de su naturaleza.

• Nutrientes energéticos (combustible): hidratos de carbono o glúcidos y grasas o lípidos. Liberan energía con la que el organismo logra mantener sus funciones vitales (bombeo de sangre, respiración, regulación y mantenimiento de la temperatura corporal…) y además permite el desarrollo de la actividad.

• Hidratos de carbono: Constituyen la principal fuente de energía rápida para nuestro organismo. Si los comparamos con un coche, los hidratos de carbono serían la gasolina que permite ponerlo en funcionamiento. El organismo ha de transformar los hidratos de carbono en sus unidades básicas para que las células los puedan utilizar (glucosa).

Así cuando hablamos de "nivel de azúcar en sangre" nos referimos a la glucosa. Un aporte adecuado de este nutriente implica el mantenimiento del peso y la composición corporal, al impedir que se utilicen las proteínas como fuente de energía.

Sin embargo, cuando tomamos en exceso alimentos ricos en hidratos de carbono, una parte de este exceso se deposita en el hígado y los músculos en forma de glucógeno (reserva de energía) y otra parte se convierte en grasa que se almacena en el tejido adiposo o graso.

Otras funciones de los hidratos de carbono:

Participan en la síntesis de material genético. Aportan fibra dietética.

Fuentes de hidratos de carbono sencillos o de absorción rápida (azúcares simples): azúcar, almíbar, caramelo, jalea, dulces, miel, melaza, chocolate y derivados, repostería, pastelería, bollería, galletería, bebidas refrescantes azucaradas, fruta y su zumo, fruta seca, mermeladas…

Fuentes de hidratos de carbono complejos o de absorción lenta (almidón): farináceos (cereales, legumbres y tubérculos), y en menor proporción, verduras y hortalizas.

Grasas:

Constituyen la energía de reserva para nuestro organismo por excelencia. El depósito de reserva de gasolina del coche. Son una fuente concentrada y almacenable de energía. Así, cuando ingerimos en exceso alimentos ricos en grasa, el cuerpo almacena las que no necesita en el tejido adiposo. Así mismo, contribuyen de manera importante en la textura y palatabilidad de los platos.

Las grasas se clasifican según su composición y sus propiedades en:

Grasa saturada: origen animal principalmente, abundante en la carne, los huevos y los lácteos y de origen vegetal, en el aceite de coco y de palma

Grasa monoinsaturada: origen vegetal, abundante en el aceite de oliva y aguacate

Grasa poliinsaturada: origen vegetal principalmente, abundante en los aceites de semillas, los frutos secos y origen animal, en los pescados azules.

Otras funciones de la grasa:

Aísla el cuerpo e impide pérdidas excesivas de calor, envuelve órganos vitales como el corazón y riñones, es el vehículo de transporte de las vitaminas liposolubles (A, D, E, K), es imprescindible para la formación de determinadas hormonas, suministra ácidos grasos esenciales (linoléico, linolénico) que no puede sintetizar el organismo.

• Nutrientes plásticos (constructivos): proteínas, principalmente. Con ellos se forma la estructura del organismo, se renuevan y reparan los tejidos, se mantiene en buen estado nuestro sistema de defensas que nos protege frente a agentes externos e infecciones.

Proteínas:

Son el material fundamental para la construcción de nuestros tejidos, aunque desempeñan también otras funciones muy importantes. Siguiendo con el ejemplo del coche, las proteínas para el organismo son como la carrocería y los mecanismos del coche.

Una vez ingeridas a través de diferentes alimentos, en el organismo se transforman en sus unidades fundamentales:

Los aminoácidos. Las proteínas humanas son una combinación de 22 aminoácidos, de los cuáles 8 son esenciales, es decir, deben ser aportados diariamente a través de los alimentos, porque el organismo no puede sintetizarlos por él mismo.

La Calidad de una Proteína

La calidad de una proteína depende de la cantidad de aminoácidos esenciales presentes en ella. Aquellas que contienen cantidades suficientes de cada uno de los aminoácidos esenciales son proteínas de alto valor biológico.

Cuando falta un aminoácido esencial, el valor biológico de esa proteína disminuye. El organismo no puede sintetizar proteínas si sólo falta un aminoácido esencial. Todos los aminoácidos esenciales se encuentran presentes en las proteínas de origen animal, por tanto, estas proteínas son de mejor calidad que las de origen vegetal (deficitarias en uno o más de esos aminoácidos).

Sin embargo, proteínas incompletas bien combinadas pueden dar lugar a otras de valor equiparable a las de la carne, el pescado y el huevo (especialmente importante en regímenes vegetarianos). Las combinaciones favorables al equilibrio proteico son mezclar legumbres con arroz o con trigo, cereales con frutos secos, etc.

Otras funciones de las proteínas:

Contribuyen al equilibrio orgánico al transportar grasas y oxígeno, forman parte de determinadas hormonas y de las inmunoglobulinas o anticuerpos responsables de la defensa del organismo.

Fuentes alimentarias de proteínas:

De origen animal (proteínas completas): carne, pescado, huevos y lácteos.

De origen vegetal (proteínas incompletas): legumbres, cereales y frutos secos.

• Nutrientes reguladores (biocatalizadores): vitaminas y minerales. Facilitan y controlan las diversas funciones fisiológicas, con el fin de que todos los procesos que tienen lugar en nuestro organismo discurran con normalidad.

Vitaminas:

Se necesitan en pequeñas cantidades para el crecimiento, mantenimiento de la vida y reproducción. Conocemos 13 vitaminas que son esenciales para el hombre. El propio cuerpo no las puede sintetizar, por lo que hemos de asegurar su aporte a través de la alimentación.

Atendiendo a su composición se clasifican en dos grupos:

Liposolubles: A, D, E, K. Estas vitaminas no se disuelven en agua sino en grasa, por lo que la alimentación debe incluir diariamente cantidad suficiente de grasa. El organismo es capaz de almacenarlas en el hígado y en el tejido adiposo. De ahí, que su suplementación se realice exclusivamente bajo prescripción médica, ya que el exceso puede acarrear consecuencias negativas para la salud (por ej. un exceso de vitamina A durante el embarazo puede provocar malformaciones en el feto).

Hidrosolubles: vitaminas del grupo B y vitamina C o ácido ascórbico. Son solubles en agua, por lo que puede haber pérdidas importantes cuando los alimentos se remojan, hierven o están en contacto con abundante agua. El organismo no puede almacenarlas y elimina el exceso por la orina, por lo que es necesario conseguir un aporte suficiente a través de la alimentación todos los días.

Fuentes de vitaminas:Distribuidas tanto en alimentos vegetales como animales.

Sales minerales. Son elementos que el cuerpo requiere en proporciones bastante pequeñas para su crecimiento, conservación y reproducción. Al igual que las vitaminas, no aportan energía.

Hay algunos que se necesitan en mayor proporción y son los macrominerales (calcio, fósforo, sodio, cloro, magnesio, hierro y azufre).

Los microminerales o elementos traza son también esenciales pero se necesitan en menor cantidad (zinc, cobre, yodo, cromo, selenio, cobalto, molibdeno, manganeso y flúor, entre otros), por lo que no existe tanta posibilidad de que se produzcan déficits.

Fuentes dietéticas de sales minerales: Están ampliamente distribuidos en los distintos alimentos: frutas, verduras, hortalizas, levaduras, lácteos, legumbres y cereales, carnes, etc.

Existen en los alimentos otros componentes no nutritivos, que desempeñan igualmente funciones destacables para el equilibrio orgánico: fibra, agua y elementos fitoquímicos (sustancias que se hallan únicamente en los vegetales).

Alimentos que no deben faltar nunca en nuestra Dieta

El descubrimiento de los nutrientes y las funciones que desempeñan dentro de nuestro organismo nos ha permitido conocer perfectamente muchas de las propiedades de los alimentos que hasta hace relativamente pocos años se intuían o formaban parte de la sabiduría popular.

Ahora los avances científicos nos introducen a fondo en el mundo de la alimentación y en su relación con la salud. Cada estudio nos acerca al concepto de que la dieta más adecuada es aquella que tiene en cuenta todas las condiciones que nos caracterizan como personas educadas en una cultura determinada, de hábitos alimenticios concretos, gustos, estado de salud, costumbres e ideales, actividad física y estilos de vida diferentes.

Por tanto, no existe una dieta ideal que sirva para todo el mundo, pero sí un criterio universal en cuanto al tipo de alimentos que deben consumirse dentro de la dieta cotidiana, lo que por un lado garantiza que se cubren las necesidades energéticas y nutritivas de la totalidad de las personas que componen una población sana, y por otro, colabora en la prevención de ciertas alteraciones y enfermedades relacionadas con desequilibrios alimentarios.

Alimentacion Equilibrada

Alimentación equilibrada es aquella que incluye variedad de alimentos en las cantidades adecuadas, en función de las características de cada persona (edad y situación fisiológica –infancia, estirón puberal, embarazo y lactancia-, sexo, composición corporal y complexión…), estilo de vida (activo, sedentario), etc., que garantiza que se cubren los requerimientos de energía y nutrientes que nuestro organismo necesita para mantener un buen estado nutritivo, de salud y bienestar.

Los nutrientes no están distribuidos de manera homogénea en los alimentos. En cada uno de ellos, por tanto, predomina uno u otro. Esto ha llevado a clasificarlos en diferentes grupos de acuerdo a su afinidad nutritiva o a la principal función que desempeñen los nutrientes predominantes en la composición del alimento en nuestro organismo.

Las cantidades o raciones y tipo de alimentos a consumir dependen de las necesidades de calorías de cada persona.

Los deportes más seguros en tiempo de pandemia

Los deportes más seguros en tiempo de pandemia

Actividades individuales como atletismo (carrera individual, saltos y lanzamientos), los deportes de raqueta (tenis, pádel y bádminton, sobre todo), gimnasia, natación, saltar la cuerda y baile son los ejercicios más fiables para realizar estos días. Sin embargo, el reto más grande es siempre mantener la distancia personal (mínimo de dos metros) y adaptar todas las normas de los juegos para brindar garantías de seguridad a los alumnos y padres.

Este grupo de investigación, precisamente, diseñó una serie de pautas que pretenden guiar a los profesores de Educación Física y al alumnado a continuar ejercitándose de la manera más adecuada en tiempos de pandemia, en un país en donde cerca del 40 % de los niños de entre tres y ocho años tienen obesidad o sobrepeso.

Eso sí, son consejos generales que deberían adaptarse a cada centro educativo, porque todos cuentan con espacios y realidades distintas.

Para los deportistas:
Llevar un kit de uso personal de educación física, jabón de manos y/o gel hidroalcohólico, ropa de recambio y botella de agua.
Desinfección, antes y al finalizar la sesión, en manos y zapatillas.
Acceso escalonado al vestuario, fomento de las rutinas de limpieza personal y ventilación natural del aula.

Para los responsables de las instalaciones:
Desinfección del material, evitar devolverlo al almacén sin sanitizar, implicar al alumnado (de mayor edad) en la limpieza y evitar el uso del equipo en clases consecutivas.

Distancia interpersonal: distribuir el espacio de trabajo y consensuar horarios para evitar coincidencias en las aulas de Educación Física.
El uso de pictogramas y carteles para recordar las medidas de higiene y protección.

Seguridad emocional: fortalecer un ambiente de seguridad y evitar crear alarma innecesaria.

Consecuencias de la falta de contacto físico

Consecuencias de la falta de contacto físico

Ese abrazo fugaz al despedir a un amigo tras una noche de fiesta, el achuchón a los nietos, un roce de manos a escondidas, el primer beso, los dedos de una madre secando tus lágrimas, el pellizco en la mejilla de la abuela, cerrar un trato dándole la mano a un cliente o calmar el sufrimiento de un compañero con la palmadita en la espalda. Es el contacto físico, ese toque mágico que nos llena de vida, que tanto nos relaja y también excita, el mismo que hemos dado por sentado toda la vida hasta que nos lo ha arrebatado la pandemia.

CÓMO ABRAZAR SIN CONTAGIAR DURANTE LA PANDEMIA

Especialmente lo echan de menos las personas que viven solas, ya que esa ausencia de tacto que antes encontraban en la calle, ya fuera saludando a los vecinos o compartiendo momentos de ocio con amigos o compañeros de trabajo, ahora no existe. Y esta pérdida de contacto absoluta ya ha comenzado a tener consecuencias en nuestra salud mental.
Dar o recibir besos, caricias y abrazos es la manera que tenemos los seres humanos de canalizar sentimientos, afectos, cuidados y seguridad, sobre todo en situaciones de tensión e incertidumbre, y no poder darlos está creando una carencia afectiva importante entre la población. “En consulta estamos observando inestabilidad emocional y alteraciones comportamiento en algunas personas, un estrés que se incrementa con aún más con el sufrimiento y la tristeza que padecen esas personas que no tienen la posibilidad de acompañar físicamente a su familiar enfermo o ni siquiera poder despedirse de él en caso de fallecimiento, situaciones que favorecen la aparición con el tiempo de duelos patológicos (vivir en estado constante de duelo) y estrés postraumático.

¿Nos pasará factura esta ausencia de piel?
Ya hay múltiples estudios en marcha acerca de las consecuencias que tendrá a largo plazo y que será cuando pasen los años cuando se pueda concluir con mayor precisión de qué manera nos ha afectado. Pero tomando como referencia las situaciones de guerra, y salvando mucho las distancias, porque aunque durante esta pandemia se hayan estado utilizando los mismos términos (toque de queda, estado de alarma, etc.) no estamos ante el mismo escenario, la psicóloga se aventura a comparar situaciones y predecir en un futuro “la aparición de trastornos obsesivos, fóbicos y, sobre todo, trastornos de estrés postraumático entre la población, con síntomas depresivos y ansiosos, sobre todo en aquellas personas que hayan estado hospitalizadas durante mucho tiempo, profesionales que hayan vivido situaciones muy estresantes y angustiosas o familiares que no hayan podido despedirse de sus seres queridos ni estar a su lado en el último adiós.

Tocar con la palabra o cómo compartir emociones en la distancia
Hasta que todo pase y podamos volver a tocarnos, podemos intentar reforzar nuestra manera de comunicarnos. Estos son algunos trucos que pueden ayudar a sentir menos la falta de contacto.
Echa mano de las emociones que os unen. Lo que decimos es importante, pero también cómo lo decimos. Para intentar tocar al otro con tus palabras puedes recurrir a esos hilos invisibles que te unen con él. ¿Os une el mismo sentido del humor, el gusto por la misma música o la fe? Prueba entonces a decírselo con un chiste, una oración o vuestra canción preferida.
La importancia del lenguaje no verbal y la escucha activa. Escucha las quejas, el dolor o la tristeza del otro, pero hazlo mostrando atención, que note que estás ahí, que tu mirada acompañe su discurso.
Resalta las palabras y expresa la emoción. ¿Cómo? Entonando, marcando ritmo y cadencia al hablar. ¡Cuántas veces nos hemos sentido tocados al leer una novela o una determinada historia! Utiliza ahora tus palabras como si fueran una extensión de tus manos, que suenan a poesía, que le llegan tan adentro que casi note que aprietan su piel.
Transforma la realidad con el poder de tus palabras. Pequeños matices en nuestro discurso pueden marcar la diferencia a la hora de hacer que el otro se motiva o desmotiva. Crea en tu mente la realidad que quieres que ocurra y transmítelo al otro. No es lo mismo decir: “no nos queda más remedio que aguantar, ya nos veremos”, que “nos vamos a ver pronto, solo hay que aguantar un poquito más”.