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Buena hidratación, buena salud

Buena hidratación, buena salud

Limpiando nuestro interior

El agua es el líquido vital para la vida. En asuntos de belleza no es menos importante: humecta la piel desde adentro, elimina toxinas, mantiene nuestro cuerpo saludable y hace que la piel luzca radiante.

Ocho vasos al día es una forma de simplificar la cantidad de agua que necesitamos. La cantidad varía de acuerdo al clima donde vivimos, a nuestro peso corporal, a nuestro nivel de actividad física y si permanecemos o no todo el día en lugares con control de temperatura, como los ambientes con aire acondicionado y calefacción. En condiciones normales, ocho vasos podrían ser la cantidad adecuada de agua, pero si nuestro clima es cálido o hacemos mucho ejercicio hay que beber más. En este último caso, es recomendable el uso de bebidas isotónicas ya que aportan minerales esenciales como sodio, potasio y magnesio. Estas bebidas vienen saborizadas y podemos elegirlas 0% de azúcar si estamos con un plan de adelgazamiento.

Beneficios de estar bien hidratados
• La sensación de hambre disminuye, por lo que en todo plan alimentario saludable se la recomienda.
• La piel luce más bella, debido al efecto humectante del agua.
• Es bueno para la salud. El agua humecta todos los órganos internos y actúa como lubricante, evitando principalmente la constipación.
• Elimina toxinas contribuyendo a la salud y belleza del cuerpo, es especial para combatir acné, celulitis y la piel extremadamente seca.

¿Puedo tomar otros líquidos ó solo se recomienda el agua?
Puedes tomar otros líquidos que no contengan cafeína. La cafeína es muy común en casi todas las bebidas carbonatadas, el café o el té. Es un diurético y, por lo tanto, provoca deshidratación por pérdida de agua. La cafeína tiene una función totalmente opuesta al agua.

Conclusiones
El agua es deliciosa, refrescante y vital para nuestro cuerpo. Toma agua, tu cuerpo te lo agradecerá, con 8 vasos diarios es suficiente.

Reglas para combinar los alimentos correctamente

Reglas para combinar los alimentos correctamente

Frutas
En combinación con otras comidas, las frutas ácidas como la naranja, la mandarina, el pomelo se pueden acompañar de vegetales de hojas verdes y proteínas; las frutas sub ácidas como peras, ciruelas, manzanas se combinan con verduras, legumbres y almidones; las frutas dulces como bananas, melones y grasas como aguacates, van con hojas verdes.

Vegetales y verduras
La espinaca, la lechuga, el perejil y demás vegetales livianos de hojas verdes se pueden combinar con todos los alimentos, al igual que las berenjenas, calabazas, remolachas y demás verduras de mayor densidad.

Almidones y cereales
Todo lo que es arroz, pastas, papas, batatas, trigo, maíz, y demás alimentos con almidón y del tipo cereal se tienen que combinar con verduras de hojas verdes, pero nunca con carnes, proteínas, o frutas.

Carnes, proteínas y lácteos
Todos los tipos de carnes, lácteos en general y proteínas como los huevos y diferentes tipos de granos y semillas, se pueden combinar con verduras, vegetales y frutas ácidas pero no se tienen que combinar con legumbres o almidones.

Legumbres
Lo ideal con las legumbres como lo son las lentejas, los porotos, las habas, entre otras, es no combinarlas nunca con alimentos del tipo carnes, proteínas o lácteos, pero si se desea incorporarlos como parte de una comida, es preferible combinarlos con vegetales de hojas verdes y verduras.

Combinación de carbohidratos y proteínas

La combinación de proteínas y carbohidratos es químicamente incompatible. Cuando comemos carbohidratos, el estómago segrega jugos gástricos alcalinos para digerirlos. Cuando comemos proteínas, el cuerpo segrega jugos gástricos ácidos.

Un jugo gástrico alcalino impide la acción del ácido. Osea que si combinamos alimentos de estos dos grupos en una sola comida, el estómago necesita jugos gástricos alcalinos y ácidos.
En el momento en que los jugos se segregan, al momento se neutralizan. Entonces en el estómago ocurre una señal de emergencia porque los alimentos no pueden ser digeridos, el estómago entiende esto como una señal de que se necesitan más jugos gástricos de cada uno, así que segrega más jugos alcalinos y ácidos.

Al cabo de un rato de no poder digerir estos alimentos, se produce lo que conocemos como indigestión o acidez estomacal.

Combinar adecuadamente las frutas

La fruta está llena de vitaminas, minerales y fructuosa, que es un azúcar natural e indispensable para el cuerpo, en especial el pancreas y el cerebro.
El liquido de la fruta atraviesan el intestino donde libera sustancias energéticas y nutritivas, de manera que son el único alimento que no nos resta energía sino que la aportan, purificando el organismo.

Pero para eso hay que comerla adecuadamente. La única condición para comer una fruta es que esta se debe comer sola, sin combinarla con ningún otro alimento, y con el estómago vacío.

No se debe comer inmediatamente después de haber comido (esperar al menos una hora y media) ni inmediatamente antes (consumirla 40 minutos antes de comer).

La razón es obvia: la fructuosa de las frutas fermenta cualquier otro alimento que se mezcle con esta. Por lo que si las combinamos, por ejemplo, con una proteína, ésta última se pudre, y si la combinamos con el carbohidrato, esta se fermenta, lo que provoca mala digestion, hinchazón, etc….

No tomar mucha agua con las comidas

Si tomamos mucha agua a la hora de comer, esta diluye los jugos gástricos, de manera que al estómago se le dificulta su labor. Es necesario tomar lo menos posible de agua durante la comida, y evitar los refrescos o bebidas azucaradas, por los mismos motivos que el de las frutas (el azúcar fermenta los alimentos).

Todos estos consejos son solo orientativos y los pacientes con problemas de nutricion deben consultar a un nutricionista o dietista titulado para recibir las indicaciones dietéticas más adecuadas en cada caso. No inicie ninguna dieta no convencional sin consultar previamente con un profesional de la salud.
Fuente : Cómo combinar los alimentos para que mejore la digestión

Cómo combinar los alimentos para mejorar la digestión

Cómo combinar los alimentos para mejorar la digestión

Se ha comprobado que los alimentos combinados correctamente favorecen la digestión, la asimilación y el proceso de eliminación.

Las funciones de nuestro cuerpo con pura química. Los jugos gástricos del estómago segregan acidez para digerir los alimentos. Si hacemos una mala combinación de alimentos a la vez, el estómago tiene que hacer un esfuerzo por equilibrarlos.

La digestión en este caso puede tardar mucho tiempo, sobre todo cuando se trata de carne mal combinada. El alimento puede llegar a fermentarse en el organismo sin haber sido digerido correctamente.
¿Te has sentido hinchada, somnolienta y cansada después de almorzar? Una mala digestión de los alimentos es la causa en la mayoría de las veces que presentas estos síntomas.

No se trata de que sufras de un problema estomacal o gástrico, sino de que no sabes cómo combinar los alimentos para tener una buena digestión. En este artículo te explicamos cómo hacerlo, toma nota y prepárate para sentirte mejor y absorber todos los nutrientes de cada comida.

Cada vez que ingerimos un alimento, nuestro organismo produce jugos digestivos para ayudarnos a digerir la comida.

En los jugos digestivos se encuentran las enzimas encargadas de transformar los alimentos y cada una de éstas cumple su función para determinados tipos de alimentos. Es decir que nuestro organismo puede reconocer cuál enzima debe actuar en el proceso de digestión, pero el reconocimiento se hace difícil cuando nuestro organismo tiene que digerir varios alimentos al mismo tiempo.

Para que la digestión se realice fácilmente y las enzimas puedan trabajar bien (lo que resultará en una mejor absorción de los nutrientes) debemos darle a nuestro organismo el menor trabajo posible, combinando los alimentos de ciertas maneras o haciendo las denominadas mezclas compatibles.

Las 5 prioridades en obesidad

Las 5 prioridades en obesidad

Con tanta información de la que disponemos, solemos perdernos sobre cuáles son las prioridades en la obesidad. Los medios de comunicación (televisión, internet, revistas…) e incluso algunos profesionales de la salud, nos inundan con dietas, fármacos o alimentos milagro, mientras que demonizan otros. Nos intentan convencer de que hay una única solución rápida y eficaz para adelgazar y mantenernos en nuestro peso, y encima sin esfuerzo. Sin embargo, lo común a todas estas perspectivas, es que se olvidan de la persona, se olvidan de lo esencial y de cuáles son las prioridades en la obesidad que hay que abordar.

Cómo comemos es tan importante como qué
Como acabamos de comentar, las soluciones a la obesidad se suelen basar en qué comer, beber, incluso en pautas de ejercicio físico. Pero se olvidan de que una de las prioridades de la obesidad a tener en cuenta si queremos solucionarla, es cómo comemos. Así la velocidad con la que comemos, cómo saboreamos los alimentos (si lo hacemos o no), las emociones que experimentamos al comer, la postura con la que comemos… son puntos básicos a tener en cuenta e intervenir para poder salir de ese círculo vicioso que suele ser la obesidad y el sobrepeso. El cómo es tan importante porque influye de manera muy poderosa en la sensación de saciedad, en la cantidad de comida que comemos, en la calidad de esta comida e incluso en la digestión y absorción de nutrientes.

El objetivo principal ha de ser el Autocuidado
En nuestro equipo, estamos cansados de escuchar la expresión “yo me cuido”. Y luego, escuchando a la persona observamos que lo que hace es comer alimentos procesados pero light durante la semana para luego pegarse comilonas en las comidas sociales.

Hemos de tener en cuenta que la alimentación es nuestra principal fuente de nutrición, es nuestro combustible. Por lo tanto, la obesidad es una señal inequívoca de que nos hemos descuidado a nosotros mismos, de que no nos estamos tratando bien. Así que abordar la obesidad con crítica, exigencia, prohibiciones… no hace más que agravar el problema y no lo soluciona. Hemos de aprender a tratarnos bien, con respecto a nosotros mismos, aceptarnos tal y como somos. Hacer con nosotros mismos lo que nos gustaría que hiciera un buen amigo. Y desde aquí ir contactando con el deseo de cuidarnos, de comer alimentos ricos y saludables, de realizar ejercicio físico, de proporcionarnos momentos agradables.

“Lo bueno es enemigo de lo perfecto”
Esta frase refleja muy bien una de las prioridades en la obesidad que pueden hacer el camino más fácil: dejar de alimentar nuestras exigencias internas para bajar de peso. Las personas que quieren hacerlo todo perfecto, que no se permiten salirse nunca de la línea marcada suelen vivir el proceso con tensión y presión. De tal manera que si algún día “caen” (que es así como lo viven) se descontrolan y se van al polo opuesto. La idea por tanto, es poder llevar un estilo de vida que refleje ese autocuidado que hablábamos en el punto anterior, pero sin obsesionarse. Un poco de dulce, un par de papas, comer algo de frito ocasionalmente no va a hacer que nadie comience a engordar mágicamente. Hemos de perder el miedo a la comida, ¡somos nosotros los que llevamos el timón!

Es necesaria la renuncia y la elección (en lugar de la prohibición)
Hemos de ser conscientes de que vivimos en una sociedad que continuamente nos está bombardeando con productos procesados muy poco saludables (que no podemos llamar ni comida). Nos lo venden como la fuente de placer, de disfrute, como experiencias extraordinarias, y a veces incluso como opciones saludables (que evidentemente no lo son). Nuestros amigos, familiares, vecinos tienen sus neveras y despensas llenas de estos productos. Si vamos al supermercado, alrededor el 80% de los productos que encontraremos son procesados y no pueden considerarse comida, y algunos de ellos son muy adictivos. Por lo tanto, una de las prioridades en la obesidad consiste en aceptar que tenemos que renunciar a comer “de todo”. Y esto no es sólo para los obesos o personas con sobrepeso, todos los que queremos cuidarnos y velar por nuestra salud hemos de tener en cuenta que esto pasa ineludiblemente por renunciar en gran parte a estos productos. No podemos cuidarnos y basar gran parte de nuestra alimentación en productos procesados, en azúcar, bollería industrial, fritos, etc. Tampoco pretender no realizar ningún tipo de actividad física, ya que el cuerpo la necesita para su correcto funcionamiento.

Pero no nos olvidemos, que todo esto se ha de hacer desde la decisión consciente de querer cuidarnos y estar bien, de poder tener una vida más plena y saludable. No desde la prohibición para no engordar. Si lo hacemos desde este último punto, el fracaso está prácticamente asegurado, porque antes o después nos cansaremos, nos agobiaremos. Porque la prohibición y el control son el caldo de cultivo del descontrol y la compulsión.

Es importante abordar y tratar el problema de raíz
La obesidad, a pesar de que hay personas que puedan tener cierta predisposición genética, tiene que ver con nuestro estar en la vida. Los profesionales de la psicoterapia hemos observado que muchas veces la obesidad está relacionada con la dificultad de aceptar los límites. Con una actitud de no saciarse nunca y siempre querer más y más. O por ejemplo, con no tener ninguna fuente de disfrute más que la comida.

Por lo tanto, una de las prioridades en la obesidad también ha de ser tomar consciencia de que está diciendo mi obesidad o sobre peso de mí, de mis miedos, de mis maneras de poner límites, de cómo disfruto, de cómo me relaciono y pongo límites a los demás… De tal manera, que si conseguimos ir subsanando y abordando estos aspectos, ya nos iremos saboteando a nosotros mismos el poder adelgazar y tener una vida saludable y más plena.