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La irregularidad en el horario de las comidas durante el aislamiento nos puede hacer engordar

La irregularidad en el horario de las comidas durante el aislamiento nos puede hacer engordar

¿Recuerdan que lindo era dormir hasta cualquier hora los sábados y domingos después de una ardua semana de trabajo?
Levantarse a cualquier hora, comer lo que teníamos ganas y disfrutar de “ese desorden programadísimo desde el lunes anterior??

El aislamiento social que provocó la pandemia y que, sabemos, es lo único que nos protege actualmente del contagió también cambió esta costumbre de puro disfrute.
Hace muchas semanas que estamos confinados, la mayoría sin trabajar ni estudiar ni tener rutinas estrictas que cumplir...sólo estar en casa. Y no sabemos cuando llegará la normalidad, nadie lo sabe.
Recientemente, profesionales de la salud han investigado y demostrado que: “la diferencia en los horarios de las comidas entre los días laborables y los festivos, a la que hemos denominado eating jet lag o jet lag alimentario, se relaciona directamente con la obesidad.
*Este trabajo ha sido publicado en la revista científica internacional Nutrients.

¿Cómo se relacionan nuestros horarios de sueño y alimentación con el peso?

Todos tenemos un reloj biológico que localizado en el cerebro ayuda a nuestro cuerpo a funcionar dependiendo de si es de día o de noche.
Durante el día permanecemos activos, nos alimentamos, digerimos estos alimentos absorbiendo los nutrientes.
Durante la noche en cambio el reloj biológico prepara nuestro cuerpo para dormir y durante el sueño ayunar y repararlo.
Estos ritmos biológicos se llaman ritmos circadianos, controlan el sueño y los patrones de alimentación.
Para que este ritmo se mantenga constante, el organismo debe permanecer atento a las agujas del reloj interno para avisarnos de los cambios que se van sucediendo cada 24 horas.
Comprendiendo este mecanismo nos queda claro por qué tenemos hambre siempre a la misma hora o el motivo por el que en determinado horario nos vence el sueño y nos quedamos dormidos. La sensación intensa de hambre o sueño no es más que nuestro reloj actuando "justo a tiempo" y preparando al organismo para lo que viene.
Destacamos además que este maravilloso mecanismo interno que es el reloj biológico es básicamente rutinario. Sus ciclos se repiten todos los días...salvo que algo lo altere o descomponga.

La desorganización del fin de semana
Cuando cambiamos los horarios de dormir y comer los fines de semana, confundimos a nuestro reloj biológico. Como no está programado para distinguir entre un sábado o un lunes, el metabolismo se "altera".

Imaginemos que cada día, durante la semana, nos levantamos a las 7 a.m. y desayunamos a las 7:30 a.m.
Desfasaje horario sin viajar a otro país
El resultado es esta investigación denomina al fenómeno de desfase de este proceso: jet lag alimentario y está comprobado que cuando aparece durante los fines de semana por ejemplo, afecta el mantenimiento de un peso regular con subidas de hasta 4 kilos en personas con este problema.
Es interesante destacar que esto sucede aunque comamos lo mismo, porque es la irregularidad lo que nos hace engordar y no las calorías.
¿Y si esa irregularidad se prolonga durante días como está sucediendo ahora?
Aunque el estudio se limita al efecto del jet lag alimentario durante los fines de semana, es probable que mantener la irregularidad en nuestros horarios durante todas estas semanas de cuarentena nos haga ganar algo de peso.
Por ello, recomendamos establecer una rutina saludable. Lo importante es que nos sea fácil de seguir y que podamos mantenerla.

Recomendaciones para diseñar una rutina saludable durante el confinamiento

Lo primero es plantearse las siguientes preguntas: "a qué hora me siento cansado y necesito ir a dormir" y "cuántas horas necesito dormir para sentirme bien".
A partir de aquí, nos será sencillo planear el día:

Escoger un horario para irse a dormir y despertar. En adultos, lo recomendable es dormir entre siete u ocho horas al día. En adolescentes de ocho a diez horas, y en niños de nueve a once horas.

Si es posible, nada más despertar, deberíamos abrir la ventana y dejar que nos de la luz un ratito. Pondrá en hora nuestro reloj interno.

Elegir un horario más o menos fijo para desayunar, comer y cenar y respetarlo. Hacer las tres comidas al día es importante, porque también le indican a nuestro cuerpo que es de día y debemos estar activos.

Planificar menús para toda la semana. Nos ayudará a organizar la rutina, a reducir la ansiedad y a mejorar el equilibrio nutricional. También permitirá tener una buena lista de la compra, comprar solo lo necesario y salir lo indispensable.

Elegir una hora para practicar ejercicio físico, preferentemente por la mañana.
Establecer también un horario para trabajar o para realizar las tareas escolares.

Dedicar un tiempo para nosotros mismos y para compartir conversaciones con familia y amigos. Actualmente la vía online es perfecta para ello.

¡Desconectemos! Aunque es fácil estar demasiado tiempo delante de las pantallas, desconectémoslas, sobre todo antes de ir a dormir. Leamos, dibujemos, tejamos, hagamos arreglos en casa, cuidemos plantas…

Debemos repetir estos horarios de lunes a domingo… Nuestra salud lo agradecerá. Ahora que estamos en casa, podemos aprovechar y comenzar a establecer una rutina saludable que nos evite el jet lag alimentario en el futuro.

Descubre los síntomas de la diabetes

Hay una variedad de síntomas de la diabetes que se presentan. Algunos son consecuencia de los altos niveles de azúcar en la sangre, otros se dan por el deterioro o daño que esta enfermedad causa a los distintos órganos del cuerpo (ojos, riñones, sistema cardiovascular, nervios).

Diabetes tipo 1 y 2
Entre estos tipos de diabetes se encuentran los siguientes síntomas:

Mucha sed
Aumento en la frecuencia para orinar
Mucha hambre
Pérdida de peso
Debilidad y somnolencia
Cambios en la visión o visión borrosa
Náuseas y vómito
Fatiga
Infecciones frecuentes o de curación lenta
Disfunción eréctil

Es necesario aclarar que los síntomas de la diabetes tipo 1 son más repentinos que la de la diabetes 2. Es decir, en el curso de pocos días, la persona con diabetes tipo 1 empieza a orinar más, sufre de mucha sed y se deshidrata. La deshidratación se debe a la cantidad de orina expulsada y al vómito de haberlo. Pudiera ser común que estas personas pierdan la conciencia, y hasta se han reportado muertes por no tratarlos a tiempo. En contraste, los síntomas de la diabetes tipo 2 se van desarrollando con el tiempo y es poco a poco que van volviéndose más severos. El páncreas trabaja el doble por un largo período (pueden pasar años) para suplir las necesidades de glucosa, y los síntomas se presentan cuando ya las células están gastadas.

Si sufres de alguno de estos síntomas, consulta a tu médico o a un endocrinólogo, el especialista en la diabetes.

El humor en tiempos de Covid-19

El humor en tiempos de Covid-19

Como ante todo desafío que amenaza la existencia, el ser humano intenta una comprensión y una salida para seguir viviendo
Autor/a: Dr. Carlos Presman

"Humor es posiblemente una palabra; la uso constantemente. Estoy loco por ella y algún día averiguaré su significado". Groucho Marx

Miles, millones de seres humanos huyendo despavoridos, desnudos; solos o en grupos, saben que son la manada de la humanidad. Resulta imposible saber cuántos son, mientras intentan escapar ellos se miran de reojo, se cuentan algo, se hacen señas y sonríen; se abrazan y sonríen; comen, beben y sonríen.

Sé que no es un sueño porque acabo de escribirlo, se instala la duda: ¿Por qué sonríen?

La pandemia nos cambió la vida a todos, se detuvo el mundo y no nos pudimos bajar, volvieron con inusitada brutalidad los sentimientos más primitivos que alientan a la especie humana a sobrevivir: el miedo y la incertidumbre. Desamparados del refugio que nos da el abrazo y la seguridad de un futuro posible, nos percibimos amenazados por un virus invisible, mágica representación de la muerte.

Incorporamos palabras a nuestro lenguaje cotidiano para poder interpretar la realidad y nos familiarizamos con términos: ¡coronavirus, cuarentena, trazabilidad, COE, protocolos, suero de convaleciente, alcohol en gel, respirador, barbijo!

Después de cuatro meses de aislamiento se permite caminar hasta 500 metros del domicilio. Siempre con barbijo y a dos metros de distancia. Nos contagiamos la buena nueva entre amigos, colegas y pacientes. Al día siguiente me llega un wathsapp de un paciente de 92 años con doble reemplazo de cadera y severa artrosis: “Carlitos, salí a caminar, pero por los dolores hice apenas 150 metros, te cuento por si alguno más joven los necesita, le doy mis 350 que no voy a usar…” Me sonrío frente a la pantalla del celular, solo, mientras respondo: “jajajajajaja”. Reviso los mensajes: “Cuidado cuando vayan al supermercado, regresé a casa, y cuando se sacó el barbijo no era mi marido”, otro con la imagen de Shakespeare sosteniendo una botellita y declama: “Gel o no gel, esa es la cuestión”, otro con la cara de René Descartes: “Covido ergo Zoom”, otro con la escultura del David pero obeso, llamado Covid, otro: “La cuarentena es como una serie de Netflix, cuando uno cree que se acaba, sacan la siguiente temporada”. No alcanzo a revisar todos los mensajes y regresan las dudas: ¿Es posible hacer humor en estos tiempos? ¿Por qué, para qué, quién, qué humor? ¿El humor es tragedia + tiempo? ¿El humor es como la religión? ¿El humor es hijo del miedo y la incertidumbre? A todas, una sola respuesta: el ser humano es portador sano del humor.

El Dr. Sigmund Freud describió la relación del chiste con el inconsciente. El humor hace alusión de manera implícita o explícita a temas que son su andamiaje: la sexualidad, el poder-dinero, la agresividad y la muerte. Estos suelen ser tramas de las que habitualmente no hablamos y que nos generan angustias y tristezas. La posibilidad de enfermarnos por el coronavirus dispara, entre otros sentimientos, el humor. Convivimos con la tragedia y desde allí creamos la comedia, para que la cuarentena no nos enferme de más.

El escritor Isidoro Blaistein define al humor como el penúltimo paso de la desesperación.

En ese momento cuando el dolor parece no tener fin, alumbramos como un gesto de fe, de esperanza, ese registro que nos arranca una sonrisa y nos alivia. Sonreímos, nos sonreímos en medio del dolor. La desesperación es probablemente la madre de la fe, que en los creyentes se constituye como rasgo religioso y las expresiones: “Gracias a Dios” o “Que sea lo que Dios quiera”. Hay allí una creencia subjetiva que desoye cualquier realidad o racionalidad. En las narrativas que persiguen una sonrisa sucede algo similar, entregamos nuestra ingenuidad, nuestra fe y le creemos, acaso el humor sea el dios de los ateos. El escritor Bernardo Koremblit expresa: “El humor no nos hace felices, pero nos compensa de no serlo”. El Dr. Viktor Franckl en su libro “El hombre en busca de sentido” describe entre los sobrevivientes de los campos de concentración nazis, por los que pasó; el imprescindible, vital y necesario sentido del humor. ¿Podríamos cruzar el sufrimiento de la cuarentena y la pandemia con una sonrisa? El humor así sentido y expresado nos conecta con lo más profundo de la vida; quizás por eso el filosofo Friedrich Nietzsche nos cuenta en su libro “Así habló Zaratustra: sea falsa cualquier verdad en la que no haya habido una carcajada”.

Este humor, que podríamos adjetivar de ético, nos permite dotar de otro significado a la pérdida de libertades a las que nos condena la pandemia y la cuarentena. La soledad del aislamiento para evitar los contagios, la soledad colectiva para una libertad de más vida. El escritor Bernard Shaw reflexiona:”La soledad es una gran cosa, lástima que uno esté solo”. Otra vez las dudas: ¿Cómo acompañarnos, con humor, durante esta cuarentena? ¿Cómo hacer para que la enfermiza soledad no sea percibida como tal?

La pandemia de un bichito microscópico torció el rumbo de la humanidad y no es chiste. Como ante todo desafío que amenaza la existencia, el ser humano intenta una comprensión y una salida para seguir viviendo; para ello nos valemos de recursos que nos acompañaron por milenios: la ciencia, la religión y el azar. Estas tres muletas del sentimiento y el pensamiento nos han permitido seguir caminando hacia el futuro; el lenguaje del humor se aferra en nuestras manos. Vamos a superar esta pandemia gracias a Dios, cuando descubramos la vacuna y la terapéutica y/o tengamos suerte. Mientras tanto, ensayamos a coro el popular cantito: “Chau pandemia, chau pandemia, pandemia, chau chau”.

Dr. Carlos Presman

Mucha comida, poco movimiento

Mucha comida, poco movimiento
 
Combatir los ambientes "obesogénicos" ayuda a bajar de peso
La obesidad tiene múltiples causas, que van más allá de la voluntad de las personas. Hay otros factores que favorecen que muchos seamos cada vez más gordos. Una especialista comparte consejos para crear espacios más saludables.
 
La ciencia ha avanzado mucho. Pudo demostrar que conservar un peso adecuado y hacer ejercicio es esencial para tener una buena calidad de vida y, probablemente, vivir más años. La paradoja es que hay infinidad de revistas, programas de televisión y medios digitales dedicados al fitness y, sin embargo, las poblaciones año tras año son más sedentarias y tienen mayor peso corporal, sobrepeso y obesidad.

En la Argentina, la última Encuesta Nacional sobre Factores de Riesgo Cardiovascular mostró que, excepto en la Ciudad de Buenos Aires, todas las provincias habían aumentado significativamente los niveles de sedentarismo con respecto al estudio realizado cinco años antes.

Es complejo entender cómo en esta época tan mediatizada, el mensaje de la ciencia sobre el peso y el movimiento físico no causa un efecto positivo. ¿Será que no depende sólo de la voluntad de las personas, sino de comprender el efecto multicausal de esta epidemia? El desafío es grande e involucra a todos los componentes de la sociedad, porque todos de alguna forma contribuyen, tal vez sin advertirlo, a que los niños y adultos sean cada vez más gordos y tengan un acondicionamiento físico peor que el que tenían sus padres o abuelos a la misma edad.

¿Por qué se ha perdido este equilibrio? Cada una de las causas daría lugar a un artículo con cientos de citas, pero voy a tratar de simplificarlo:

* El ambiente es obesogénico. Los niños son la mayor preocupación. Los índices de sobrepeso y obesidad son alarmantes en muchos países. La llamada “generación Z” no juega en movimiento, sino principalmente frente a una pantalla. La combinación de computadora, televisión, videojuegos y telefonía celular produce una gran atracción en los más pequeños. Las cuatro horas diarias de juegos sedentarios, ligadas a la obesidad, son ampliamente superadas varias veces por semana. En contrapartida muy pocos niños cumplen los 60 a 90 minutos de actividad física diaria que casi lo podríamos definir como un derecho básico para lograr su máximo potencial de desarrollo. ¿Es que iremos en contra de la naturaleza? Los niños espontáneamente juegan en movimiento, pero los adultos los familiarizan desde una edad precoz con la tecnología. Esta ha venido para quedarse, y no podemos negar los avances que ha producido, pero no hagamos oídos sordos a las consecuencias de su uso ilimitado.

* Los adultos y los niños se mueven muy poco. Cada nueva encuesta muestra que el sedentarismo sigue creciendo, con lo cual, el gasto calórico es mínimo.

* Se perdió el concepto de “porción saludable”. Los tamaños han crecido en forma desmedida y con ello el ingreso calórico. La saciedad debería ser la sensación fisiológica que determina el fin de la ingesta, pero no se ejercita. En cambio, se tiende a consumir sin tomar conciencia de lo que se ingiere: comemos el paquete entero, sin importar su tamaño.

* Compramos "por si…" Para mantener un peso saludable se deben organizar las compras, las comidas, y la distribución de los alimentos.


El sobrepeso y la obesidad tienen un origen multicausal. Para solucionarlo debemos tomar conciencia de que la forma de vida del ser humano ha cambiado y también la manera de enfermarse. La ciencia ha logrado prolongar la vida con el control de las enfermedades infecciosas y la disminución de la mortalidad temprana por enfermedades cardiovasculares. 

La calidad de vida que tendrán los niños y jóvenes de hoy dependerá en gran medida que los distintos actores de la sociedad. Las autoridades de salud y educación, los padres y las empresas deberán comprender y colaborar para solucionar la multicausalidad de esta epidemia que amenaza con acortar por primera vez la expectativa de vida de las nuevas generaciones.


Por la doctora Patricia Sangenis, médica cardióloga y especialista en medicina del deporte, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología, miembro del Colegio Americano de Medicina del Deporte, miembro de la Comisión Medica del Comité Olímpico Internacional y directora del Instituto Deporte y Salud de Buenos Aires.