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Pasos para operarse: primera etapa

Pasos para operarse: primera etapa

PRIMERA ETAPA: PRE QUIRURGICA

Pasos a seguir para consultar sobre la cirugía bariátrica:

Entrevista con el médico cirujano del equipo: se confecciona una detallada historia clínica, si el paciente es candidato al tratamiento quirúrgico, se deriva a los distintos especialistas para completar la evaluación.
Evaluación por especialistas en: clínica médica, nutrición, psicología, psiquiatría.
Eventual evaluación por otros especialistas si se considera necesario, en base a ciertas patologías asociadas que pueda presentar el paciente (ejemplo: endocrinología, hematología).
Solicitud de estudios complementarios: laboratorio completo, análisis de orina, electrocardiograma y evaluación cardiológica, radigrafía de tórax, espirometría, ecografía abdominal, endoscopía digestiva alta.
Se inicia la dieta de preparación prequirúrgica y se controlan los cambios de peso.
Cuando todo el equipo multidisciplinario considere que el paciente se encuentra apto para realizarse el procedimiento quirúrgico, el médico cirujano programa la cirugía.

SEGUNDA ETAPA: QUIRURGICA

Una vez programada la fecha quirúrgica, el paciente se interna ese mismo día por la mañana en el Sanatorio. Finalizada la cirugía, se traslada al paciente a una habitación común, y si se considera necesario, a la unidad de cuidados intensivos. En general el alta se otorga entre los 2 y 3 días.

TERCERA ETAPA: POST QUIRURGICA

Los controles se realizan principalmente con el equipo quirúrgico y la nutricionista.
La frecuencia de los controles es:

1 vez por semana el 1er mes.
1 vez cada 15 días el 2do mes.
1 vez por mes hasta el 6to mes postquirúrgico.
1 vez cada 2 meses hasta el año.
1 vez cada 6 meses durante el segundo año.
Luego, 1 vez por año.

La calidad más que la cantidad

La calidad más que la cantidad

Comer en exceso podría no ser la causa principal de la obesidad

Las estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) muestran que la obesidad afecta a más del 40% de los adultos estadounidenses, lo que los coloca en mayor riesgo de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer. Las Pautas Dietéticas para los Estadounidenses 2020-2025 del USDA nos dicen además que la pérdida de peso "requiere que los adultos reduzcan la cantidad de calorías que obtienen de los alimentos y bebidas y aumenten la cantidad gastada a través de la actividad física".

Este enfoque para el control del peso se basa en el modelo centenario de equilibrio energético que establece que el aumento de peso se debe al consumo de más energía de la que gastamos. En el mundo actual, rodeado de alimentos procesados ​​baratos, muy apetitosos y comercializados, es fácil que las personas consuman más calorías de las que necesitan, un desequilibrio que se ve agravado por los estilos de vida sedentarios actuales.

Con este pensamiento, comer en exceso, junto con una actividad física insuficiente, está impulsando la epidemia de obesidad. Por otro lado, a pesar de décadas de mensajes de salud pública que exhortan a las personas a comer menos y hacer más ejercicio, las tasas de obesidad y enfermedades relacionadas con la obesidad han aumentado constantemente.

Los autores de “The Carbohydrate-Insulin Model: A Physiological Perspective on the Obesity Pandemic”, una perspectiva publicada en The American Journal of Clinical Nutrition, señalan fallas fundamentales en el modelo de balance energético, argumentando que un modelo alternativo, el modelo carbohidrato-insulina, explica mejor la obesidad y el aumento de peso. Además, el modelo carbohidrato-insulina señala el camino hacia estrategias de control de peso más efectivas y duraderas.

Según el autor principal, el Dr. David Ludwig, endocrinólogo del Boston Children's Hospital y profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, el modelo de balance energético no nos ayuda a comprender las causas biológicas del aumento de peso: "Durante un período de crecimiento acelerado, por ejemplo, los adolescentes pueden aumentar ingesta de alimentos en 1.000 calorías al día. Pero, ¿comer en exceso causa el estirón del crecimiento o el estirón hace que el adolescente tenga hambre y coma en exceso? "

En contraste con el modelo de balance energético, el modelo de carbohidratos-insulina hace una afirmación audaz: comer en exceso no es la principal causa de la obesidad.

En cambio, el modelo carbohidrato-insulina atribuye gran parte de la culpa de la actual epidemia de obesidad a los patrones dietéticos modernos caracterizados por el consumo excesivo de alimentos con una alta carga glucémica: en particular, carbohidratos procesados ​​y de rápida digestión. Estos alimentos provocan respuestas hormonales que cambian fundamentalmente nuestro metabolismo, impulsando el almacenamiento de grasa, el aumento de peso y la obesidad.

Cuando comemos carbohidratos altamente procesados, el cuerpo aumenta la secreción de insulina y suprime la secreción de glucagón. Esto, a su vez, indica a las células grasas que almacenen más calorías, dejando menos calorías disponibles para alimentar los músculos y otros tejidos metabólicamente activos. El cerebro percibe que el cuerpo no está recibiendo suficiente energía, lo que, a su vez, conduce a una sensación de hambre. Además, el metabolismo puede ralentizarse en el intento del cuerpo por conservar combustible. Por lo tanto, tendemos a permanecer hambrientos, incluso cuando seguimos aumentando el exceso de grasa.

Para comprender la epidemia de obesidad, debemos considerar no solo cuánto comemos, sino también cómo los alimentos que ingerimos afectan nuestras hormonas y metabolismo. Con su afirmación de que todas las calorías son iguales para el cuerpo, el modelo de equilibrio energético pasa por alto esta pieza fundamental del rompecabezas.

Si bien el modelo carbohidrato-insulina no es nuevo, sus orígenes se remontan a principios de la década de 1900, la perspectiva del American Journal of Clinical Nutrition es la formulación más completa de este modelo hasta la fecha, escrita por un equipo de 17 científicos, investigadores clínicos y expertos en salud pública. En conjunto, han resumido el creciente cuerpo de evidencia en apoyo del modelo carbohidrato-insulina. Además, los autores han identificado una serie de hipótesis comprobables que distinguen los dos modelos para orientar la investigación futura.

La adopción del modelo carbohidrato-insulina sobre el modelo de balance energético tiene implicaciones radicales para el control del peso y el tratamiento de la obesidad.

En lugar de instar a las personas a comer menos, una estrategia que generalmente no funciona a largo plazo, el modelo carbohidrato-insulina sugiere otro camino que se centra más en lo que comemos. Según el Dr. Ludwig, “reducir el consumo de carbohidratos de rápida digestión que inundaron el suministro de alimentos durante la era de la dieta baja en grasas disminuye el impulso subyacente de almacenar grasa corporal. Como resultado, las personas pueden perder peso con menos hambre y lucha".

Los autores reconocen que se necesita más investigación para probar de manera concluyente ambos modelos y, quizás, para generar nuevos modelos que se ajusten mejor a la evidencia. Con este fin, piden un discurso constructivo y "colaboraciones entre científicos con diversos puntos de vista para probar las predicciones en una investigación rigurosa e imparcial".

Las estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) muestran que la obesidad afecta a más del 40% de los adultos estadounidenses, lo que los coloca en mayor riesgo de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer. Las Pautas Dietéticas para los Estadounidenses 2020-2025 del USDA nos dicen además que la pérdida de peso "requiere que los adultos reduzcan la cantidad de calorías que obtienen de los alimentos y bebidas y aumenten la cantidad gastada a través de la actividad física".

Este enfoque para el control del peso se basa en el modelo centenario de equilibrio energético que establece que el aumento de peso se debe al consumo de más energía de la que gastamos. En el mundo actual, rodeado de alimentos procesados ​​baratos, muy apetitosos y comercializados, es fácil que las personas consuman más calorías de las que necesitan, un desequilibrio que se ve agravado por los estilos de vida sedentarios actuales.

Con este pensamiento, comer en exceso, junto con una actividad física insuficiente, está impulsando la epidemia de obesidad. Por otro lado, a pesar de décadas de mensajes de salud pública que exhortan a las personas a comer menos y hacer más ejercicio, las tasas de obesidad y enfermedades relacionadas con la obesidad han aumentado constantemente.

Los autores de “The Carbohydrate-Insulin Model: A Physiological Perspective on the Obesity Pandemic”, una perspectiva publicada en The American Journal of Clinical Nutrition, señalan fallas fundamentales en el modelo de balance energético, argumentando que un modelo alternativo, el modelo carbohidrato-insulina, explica mejor la obesidad y el aumento de peso. Además, el modelo carbohidrato-insulina señala el camino hacia estrategias de control de peso más efectivas y duraderas.

Según el autor principal, el Dr. David Ludwig, endocrinólogo del Boston Children's Hospital y profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, el modelo de balance energético no nos ayuda a comprender las causas biológicas del aumento de peso: "Durante un período de crecimiento acelerado, por ejemplo, los adolescentes pueden aumentar ingesta de alimentos en 1.000 calorías al día. Pero, ¿comer en exceso causa el estirón del crecimiento o el estirón hace que el adolescente tenga hambre y coma en exceso? "

En contraste con el modelo de balance energético, el modelo de carbohidratos-insulina hace una afirmación audaz: comer en exceso no es la principal causa de la obesidad.

En cambio, el modelo carbohidrato-insulina atribuye gran parte de la culpa de la actual epidemia de obesidad a los patrones dietéticos modernos caracterizados por el consumo excesivo de alimentos con una alta carga glucémica: en particular, carbohidratos procesados ​​y de rápida digestión. Estos alimentos provocan respuestas hormonales que cambian fundamentalmente nuestro metabolismo, impulsando el almacenamiento de grasa, el aumento de peso y la obesidad.

Cuando comemos carbohidratos altamente procesados, el cuerpo aumenta la secreción de insulina y suprime la secreción de glucagón. Esto, a su vez, indica a las células grasas que almacenen más calorías, dejando menos calorías disponibles para alimentar los músculos y otros tejidos metabólicamente activos. El cerebro percibe que el cuerpo no está recibiendo suficiente energía, lo que, a su vez, conduce a una sensación de hambre. Además, el metabolismo puede ralentizarse en el intento del cuerpo por conservar combustible. Por lo tanto, tendemos a permanecer hambrientos, incluso cuando seguimos aumentando el exceso de grasa.

Para comprender la epidemia de obesidad, debemos considerar no solo cuánto comemos, sino también cómo los alimentos que ingerimos afectan nuestras hormonas y metabolismo. Con su afirmación de que todas las calorías son iguales para el cuerpo, el modelo de equilibrio energético pasa por alto esta pieza fundamental del rompecabezas.

Si bien el modelo carbohidrato-insulina no es nuevo, sus orígenes se remontan a principios de la década de 1900, la perspectiva del American Journal of Clinical Nutrition es la formulación más completa de este modelo hasta la fecha, escrita por un equipo de 17 científicos, investigadores clínicos y expertos en salud pública. En conjunto, han resumido el creciente cuerpo de evidencia en apoyo del modelo carbohidrato-insulina. Además, los autores han identificado una serie de hipótesis comprobables que distinguen los dos modelos para orientar la investigación futura.

La adopción del modelo carbohidrato-insulina sobre el modelo de balance energético tiene implicaciones radicales para el control del peso y el tratamiento de la obesidad.

En lugar de instar a las personas a comer menos, una estrategia que generalmente no funciona a largo plazo, el modelo carbohidrato-insulina sugiere otro camino que se centra más en lo que comemos. Según el Dr. Ludwig, “reducir el consumo de carbohidratos de rápida digestión que inundaron el suministro de alimentos durante la era de la dieta baja en grasas disminuye el impulso subyacente de almacenar grasa corporal. Como resultado, las personas pueden perder peso con menos hambre y lucha".
La calidad más que la cantidad | 14 SEP 21
Comer en exceso podría no ser la causa principal de la obesidad

Los autores reconocen que se necesita más investigación para probar de manera concluyente ambos modelos y, quizás, para generar nuevos modelos que se ajusten mejor a la evidencia. Con este fin, piden un discurso constructivo y "colaboraciones entre científicos con diversos puntos de vista para probar las predicciones en una investigación rigurosa e imparcial".

Diabetes 2 y obesidad

Diabetes 2 y obesidad

La diabetes es una enfermedad crónica, progresiva y con muchas complicaciones: el 67% de los diabéticos son hipertensos, el 30% tienen problemas en la visión, el 45% tiene algún grado de daño renal. Además, más del 60% de las amputaciones de miembros inferiores no traumáticas son por diabetes. Igualmente, la mortalidad de los diabéticos es el doble que la de la población que no sufre de esta enfermedad.

Cuando se diagnostica de diabetes a un paciente, este ya ha tenido, sin saber, de 5 a 10 años de enfermedad y ha perdido el 50% de la función pancreática.

La prediabetes, como su nombre lo indica, es un estado previo a la diabetes, con una prevalencia mundial de 15 a 25% y con una posibilidad de 3 a 10 veces mayor de desarrollar diabetes en los siguientes 5 años. Es por ello que es muy importante la prevención y la evaluación médica anual. Desafortunadamente la tasa de éxito con el tratamiento convencional es de solo 7 a 10%.

Actualmente, las publicaciones médicas sustentan el manejo quirúrgico de la diabetes en pacientes con sobrepeso y obesidad leve, con índices de resolución de la enfermedad de 82% y de 90% respectivamente, con varios años de seguimiento. Estos hallazgos se demostraron en pacientes a los que se les realizo un bypass de la primera porción intestinal, produciendo una liberación de hormonas que aumentan la producción de insulina del páncreas, lo cual lleva a que la diabetes remita o mejore.

Todos los estudios publicados a la fecha, coinciden en que los pacientes que más se benefician son aquellos que reciben antidiabéticos orales y con pocos años de enfermedad porque, son, quienes tienen mayor reserva de producción de insulina en el páncreas, teniendo la resolución de manera casi inmediata y completa.

Es por ello que la primera Conferencia de Diabetes en Roma (2007) y la segunda en el 2016 (publicado en la revista DIABETES CARE americana) sugiere que se debe considerar el tratamiento quirúrgico como una alternativa en el tratamiento de la diabetes en pacientes con sobrepeso y obesidad leve (IMC por encima de 30), que no tengan un tratamiento médico con resultados óptimo.

El procedimiento quirúrgico que venimos realizando para el control de la diabetes es el bypass gástrico, cirugía que realizamos por vía LAPAROSCOPICA, la cual consiste en reducir el volumen del estómago y “saltar” la primera porción intestinal.

Los criterios que recomendamos para la selección de pacientes son:

Edad entre 18 a 65 años
Con diagnóstico de diabetes tipo 2.
Pacientes con sobrepeso u obesidad leve.
Presencia de reserva pancreática.
Idealmente menos de 10 años a partir del diagnóstico de diabetes
Pacientes que se tratan con antidiabéticos orales o con menos de 5 años de uso de insulina.

La diabetes es considerada, junto con la obesidad, la pandemia del siglo XXI, pero existe ahora la alternativa del tratamiento quirúrgico para el control efectivo de ambas enfermedades, en casos seleccionados, con respaldo de la literatura y de la comunidad científica internacional.

Impacto de la obesidad en la salud ósea

Impacto de la obesidad en la salud ósea

En la actualidad cada día se ven más y más casos de personas con obesidad. Sin ir más lejos, es una enfermedad que azota a un 57% de españoles y a más de mil millones de personas en el mundo.

Las causas de esta tendencia pueden ser variadas aunque la industria alimenticia ha contribuido gran parte a su crecimiento con el desarrollo cada día más de productos refinados y ultraprocesados, que, para variar, son más económicos que los productos naturales y sin aditivos.

Asimismo, la ajetreada vida moderna, hace que muchas personas carezcan de el tiempo para ocuparse de tener una alimentación saludable y de ejercitar periódicamente. Estar trabajando todo el día en una oficina te quita mucho tiempo para ocuparte de ti mismo y al mismo tiempo fomenta el sedentarismo de estar sentado en una silla por muchas horas seguidas.

En la sociedad actual, el sobrepeso tiene un impacto inmensamente más importante de lo que la gente suele pensar, incluso sus consecuencias pueden generar secuelas de por vida si no se toman medidas a tiempo.

Cómo afecta la obesidad en el sistema musculoesquelético
Las enfermedades más comúnmente asociadas con la obesidad y el sobrepeso son aquellas que se dan principalmente a nivel cardiovascular como problemas de corazón, diabetes e incluso problemas sociales por la imposibilidad de realizar ciertas actividades que realizan el resto de las personas sin sobrepeso.

Sin embargo, poco se habla de los problemas que trae como consecuencia esta enfermedad a la salud del sistema esquelético y muscular. Lo cierto es que el exceso de grasa puede generar secuelas más o menos graves dependiendo del nivel de sobrepeso que presente la persona en cuestión.

Más allá de que los huesos tengan la capacidad de malearse en cierta medida, el sobrepeso genera que estos se vayan deformando con el tiempo, lo que lleva a problemas articulares y fragilidad en ciertas partes que se ocupan de sostener el peso como los tobillos y las rodillas.

Enfermedades en los huesos producidas por el sobrepeso

Fibromalgia
Esta patología genera dolor y cansancio en determinados músculos en los puntos sensibles del cuerpo como las piernas, cuello, hombros, cadera y espalda. Se desconoce lo que causa esta condición, aunque la mitad de las personas que la padecen son obesas y otra gran parte de los afectados tiene sobrepeso. Se calcula que alrededor de un 70% de personas que tienen fibromalgia tienen algún tipo de sobrepeso.

Asimismo, el dolor y la fatiga que caracterizan esta dolencia se acentúan con la falta de sueño y cansancio que trae consigo la obesidad. Por lo general, este cuadro lleva a una mayor dificultad y dolor al realizar ejercicio físico, lo que conduce a una especie de círculo vicioso en el que el paciente se va “dejando estar” cada vez más.

Osteoporosis causada por la obesidad
La osteoporosis es el aumento de la porosidad en los huesos y su consecuente debilitamiento. Aunque se supone que la falta de peso es lo que causa osteoporosis, poco se habla del exceso de peso, que hace que la grasa produzca efectos hormonales y químicos que imposibiliten la llegada del calcio a los huesos. El calcio es fundamental en el metabolismo óseo por lo que una deficiencia de éste puede provocar un caso de osteoporosis por obesidad. Infórmate sobre cómo prevenir este y otros tipos de osteoporosis en nuestro artículo sobre esta enfermedad.

Artritis reumatoide
La hinchazón que la artritis produce en las articulaciones puede verse acentuada por un exceso de peso. De hecho, aproximadamente un 75% de las personas que padecen artritis reumatoide tienen también obesidad o sobrepeso.

La grasa tiende a aumentar la inflamación además de generar una mayor rigidez en las articulaciones que cargan con un mayor peso que una persona con un índice de masa corporal normal.

Dolor lumbar
La sobrecarga de peso que tiene la columna vertebral en personas con obesidad puede ser un significativo factor de riesgo para el desarrollo de una lumbalgia. Se ha comprobado en múltiples estudios que la obesidad es determinante en problemas de la espalda como lumbalgias y hernias discales.

Alteraciones en la marcha
Aunque esto no es una enfermedad, es una consecuencia de la obesidad que genera un deterioro paulatino de las estructuras musculoesqueléticas por la falta de actividad que estas requieren para fortalecerse.

Las personas con obesidad presentan alteraciones biomecánicas en sus articulaciones y extremidades inferiores que constituyen la aparición de esta problemática.

Fracturas por obesidad en niños
Se ha demostrado en múltiples estudios, que los niños problemas de obesidad tienen una mayor tendencia a sufrir fracturas en sus huesos dada la sobrecarqa que estos tienen. Además la falta de actividad, sedentarismo y/o mala alimentación que caracteriza a los niños que padecen de sobrepeso lleva a un debilitamiento de los huesos que puede ser problemático sobre todo en una etapa de crecimiento.