En el tratamiento de pérdida de peso por el proceso de reducción de estómago es importante tener en cuenta los pensamientos que proyectamos sobre nuestro cuerpo y la evolución que va a seguir.
Suelen surgir preguntas como: ¿Cuánto peso voy a perder tras la intervención y en cuánto tiempo?”“¿Cuánto me costará adaptarme al cambio?” “¿Cuál es la progresión adecuada de pérdida de peso que tengo que tener?, y a partir de ahí, un largo etcétera. Pero como más tarde comentaremos, estas preguntas no tienen una respuesta exacta, y por tanto siempre partirán de suposiciones.
Y es que las expectativas son una parte fundamental en el proceso de reducción de estómago, siendo natural que surjan ante la incertidumbre de no saber a ciencia cierta lo que va a ocurrir en nuestro caso concreto, pese a tener ya un mar de información variada sobre lo que podemos esperar.
¿Hay algo de malo en tener expectativas de cómo va a resultar mi proceso de reducción de estómago?
Por supuesto que no, tener expectativas es algo lógico e inherente a cualquier proceso de este tipo, todos nos las vamos formando como un proceso automático de nuestra mente, sobre todo cuando los resultados esperados son de gran impacto, como es el caso de las personas que deciden dar el paso e intervenirse de reducción de estómago.
¿Cómo construir expectativas realistas que me sirvan de ayuda?
Bien, lo más importante de inicio es construir esas expectativas de la mano del equipo multidisciplinar. Parece una obviedad, pero debe de ser un equipo de expertos quien reúna la información necesaria y nos sepa orientar, ajustando así nuestras expectativas y aportando datos veraces y adaptados a cada tipo de caso.
¡CUIDADO!, Esto en la teoría queda muy bien, pero es frecuente que en la práctica los pacientes hayan visitado foros y partan de comparaciones erróneas, donde comparan su propio proceso con el de otras personas, estableciendo sus expectativas a partir de datos sesgados, y obviando información importante sobre las diferencias individuales para cada caso. Es algo que ya resaltamos en un artículo de una edición anterior:
Por ejemplo, una persona que tras un mes de intervenirse de reducción de estómago haya perdido 6 u 7 kilos puede sentirse frustrada si se compara con otra que ha perdido 12 o 13. Pero a lo mejor se están obviando datos, como que el peso base del que partía la otra paciente era mucho mayor de inicio, y que por tanto es normal que su bajada sea más rápida que la propia… Ésta, por decir alguna, es una de las cientos de variables que pueden influir en la progresión de pérdida de peso cuando surgen las comparaciones.
Otro aspecto importante es tolerar la incertidumbre. En un mismo día se puede bajar o aumentar de peso varias veces, por ello no hay que relegar la seguridad del proceso a los números de la báscula, esto nos condiciona puede llevarnos muchas veces a obsesionarnos y padecer. Tenemos que aprender a ser flexibles en ese sentido, no hay que imponerle al cuerpo un ritmo que no sea el adecuado para él, pues si nos frustramos y creamos expectativas equivocas de como tienen que ir las cosas, sin contrastar la información con fuentes fiables, lo más probable es que sea la propia frustración la que nos aleje de conseguir una buena adherencia a las pautas nutricionales o a la búsqueda de actividad física moderada y saludable, y por supuesto nos reste energía y motivación en nuestro día a día.