Consecuencias de la falta de contacto físico

Consecuencias de la falta de contacto físico

Ese abrazo fugaz al despedir a un amigo tras una noche de fiesta, el achuchón a los nietos, un roce de manos a escondidas, el primer beso, los dedos de una madre secando tus lágrimas, el pellizco en la mejilla de la abuela, cerrar un trato dándole la mano a un cliente o calmar el sufrimiento de un compañero con la palmadita en la espalda. Es el contacto físico, ese toque mágico que nos llena de vida, que tanto nos relaja y también excita, el mismo que hemos dado por sentado toda la vida hasta que nos lo ha arrebatado la pandemia.

CÓMO ABRAZAR SIN CONTAGIAR DURANTE LA PANDEMIA

Especialmente lo echan de menos las personas que viven solas, ya que esa ausencia de tacto que antes encontraban en la calle, ya fuera saludando a los vecinos o compartiendo momentos de ocio con amigos o compañeros de trabajo, ahora no existe. Y esta pérdida de contacto absoluta ya ha comenzado a tener consecuencias en nuestra salud mental.
Dar o recibir besos, caricias y abrazos es la manera que tenemos los seres humanos de canalizar sentimientos, afectos, cuidados y seguridad, sobre todo en situaciones de tensión e incertidumbre, y no poder darlos está creando una carencia afectiva importante entre la población. “En consulta estamos observando inestabilidad emocional y alteraciones comportamiento en algunas personas, un estrés que se incrementa con aún más con el sufrimiento y la tristeza que padecen esas personas que no tienen la posibilidad de acompañar físicamente a su familiar enfermo o ni siquiera poder despedirse de él en caso de fallecimiento, situaciones que favorecen la aparición con el tiempo de duelos patológicos (vivir en estado constante de duelo) y estrés postraumático.

¿Nos pasará factura esta ausencia de piel?
Ya hay múltiples estudios en marcha acerca de las consecuencias que tendrá a largo plazo y que será cuando pasen los años cuando se pueda concluir con mayor precisión de qué manera nos ha afectado. Pero tomando como referencia las situaciones de guerra, y salvando mucho las distancias, porque aunque durante esta pandemia se hayan estado utilizando los mismos términos (toque de queda, estado de alarma, etc.) no estamos ante el mismo escenario, la psicóloga se aventura a comparar situaciones y predecir en un futuro “la aparición de trastornos obsesivos, fóbicos y, sobre todo, trastornos de estrés postraumático entre la población, con síntomas depresivos y ansiosos, sobre todo en aquellas personas que hayan estado hospitalizadas durante mucho tiempo, profesionales que hayan vivido situaciones muy estresantes y angustiosas o familiares que no hayan podido despedirse de sus seres queridos ni estar a su lado en el último adiós.

Tocar con la palabra o cómo compartir emociones en la distancia
Hasta que todo pase y podamos volver a tocarnos, podemos intentar reforzar nuestra manera de comunicarnos. Estos son algunos trucos que pueden ayudar a sentir menos la falta de contacto.
Echa mano de las emociones que os unen. Lo que decimos es importante, pero también cómo lo decimos. Para intentar tocar al otro con tus palabras puedes recurrir a esos hilos invisibles que te unen con él. ¿Os une el mismo sentido del humor, el gusto por la misma música o la fe? Prueba entonces a decírselo con un chiste, una oración o vuestra canción preferida.
La importancia del lenguaje no verbal y la escucha activa. Escucha las quejas, el dolor o la tristeza del otro, pero hazlo mostrando atención, que note que estás ahí, que tu mirada acompañe su discurso.
Resalta las palabras y expresa la emoción. ¿Cómo? Entonando, marcando ritmo y cadencia al hablar. ¡Cuántas veces nos hemos sentido tocados al leer una novela o una determinada historia! Utiliza ahora tus palabras como si fueran una extensión de tus manos, que suenan a poesía, que le llegan tan adentro que casi note que aprietan su piel.
Transforma la realidad con el poder de tus palabras. Pequeños matices en nuestro discurso pueden marcar la diferencia a la hora de hacer que el otro se motiva o desmotiva. Crea en tu mente la realidad que quieres que ocurra y transmítelo al otro. No es lo mismo decir: “no nos queda más remedio que aguantar, ya nos veremos”, que “nos vamos a ver pronto, solo hay que aguantar un poquito más”.


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