¿Qué complicaciones alejadas de la cirugía metabólica pueden mejorar con el seguimiento?
La cirugía bariátrica, actualmente denominada cirugía metabólica, brinda muchos beneficios además del descenso de peso, entre ellos la mejor corrección de la glucemia, la presión arterial y la dislipidemia; la mortalidad cardiovascular y la mortalidad por tumores malignos femeninos.
La obesidad se asocia con el aumento considerable de la mortalidad por todas las causas. Las modificaciones del estilo de vida pueden modificar esta tendencia, pero son pocos los pacientes que responden a estas intervenciones. Es mucho mayor la proporción de pacientes que responden positivamente a la cirugía bariátrica. Se explica así la popularidad de estas operaciones, cuyo número aumentó en todo el mundo desde 1998 a 2014, llegando a una meseta de alrededor de medio millón por año.
El último relevamiento de los procedimientos bariátricos efectuado por la International Federation for the Surgery of Obesity and Metabolic Disorders (IFSO) en 2014 informó que de las 594.242 cirugías bariátricas realizadas en todo el mundo, el 97,5% fueron procedimientos laparoscópicos o a cielo abierto y el 2,5% fueron endoluminales.
La consecuencia psicosocial más frecuente de la obesidad es la disforia de la imagen corporal, que puede contribuir a la depresión. El prejuicio y la discriminación hacia las personas con obesidad pueden agravar la depresión.
La obesidad se puede asociar con depresión, con mayor riesgo de trastornos del estado de ánimo que el de la población general. Las personas con obesidad tienen un 55% de aumento del riesgo de sufrir depresión con el tiempo en relación con la población general. A la inversa, el riesgo de las personas deprimidas de volverse obesas es del 58%.
La calidad de vida mejora mucho para las personas con obesidad tras la cirugía metabólica, más que con cualquier otro tratamiento.
La cirugía metabólica disminuye la prevalencia de depresión y la gravedad de los síntomas depresivos, especialmente aquellos asociados con la obesidad.
Por lo tanto, antes de la cirugía metabólica sería criterioso evaluar la salud mental de los pacientes con obesidad, además de brindarles acceso al apoyo psicológico o psiquiátrico prolongado después de la cirugía.
Las recomendaciones de la Society of American Gastrointestinal and Endoscopic Surgeons (SAGES) sugieren contraindicaciones para la cirugía abdominal laparoscópica: cirrosis e hipertensión portal, cáncer activo, enfermedad pulmonar o renal terminal, insuficiencia cardíaca grave, dependencia de alcohol o drogas e incapacidad para firmar el consentimiento informado para la operación.
Sin embargo, se ha efectuado cirugía metabólica en candidatos para trasplante de hígado, riñón o corazón en los que el trasplante se había contraindicado debido a su grado de obesidad.
La edad ya no es una barrera para la cirugía metabólica, ya que los resultados y las complicaciones en pacientes ancianos son similares a las de los más jóvenes.
Antes de la cirugía metabólica se debe efectuar una evaluación cardiovascular y respiratoria cuidadosa, además de los análisis habituales.
La historia clínica debe incluir la presencia de tabaquismo y de abuso de alcohol o drogas. La evaluación de la salud mental debe determinar los antecedentes psiquiátricos y el estado psiquiátrico actual del paciente, ya que el abuso de sustancias y la enfermedad psiquiátrica no estabilizada serían contraindicaciones.
El diagnóstico de trastornos de alimentación compulsiva quizás necesite un enfoque psicoterapéutico para promover cambios de conducta que puedan facilitar la calidad de vida a largo plazo.
La necesidad de bajar de peso antes de la cirugía a fin de disminuir las complicaciones tempranas es tema de debate, ya que los resultados de varios estudios son contradictorios. En vista de la escasez de datos significativos, los autores no indican restricciones alimentarias durante los meses previos a la cirugía metabólica.
Como la evidencia de complicaciones tardías de la operación aumentó, el centro de interés pasó del descenso de peso a la mejoría a largo plazo de la salud. Son necesarios más esfuerzos tras la cirugía para optimizar los resultados.