Los buenos hábitos psicológicos

Los buenos hábitos psicológicos

1. Mantener activo el cerebro
Cuanto más tiempo pase nuestro cerebro inactivo más nos costará arrancar. Para evitar esto es fundamental que en nuestro día a día incorporemos actividades que demanden un poco de esfuerzo mental, por muy mínimo que sea. Aunque estemos de vacaciones o disfrutemos de la jubilación es muy importante evitar que el cerebro pare porque, de hacerlo, en el momento en que tengamos que volver a trabajar o que queramos disfrutar de algo mínimamente intelectual nos va a resultar una auténtica odisea.

2. Plantearse metas y organizarse
Un hábito psicológicamente saludable que todos deberíamos incorporar es plantearnos metas a corto, medio y largo plazo. En el caso de los trabajadores y los estudiantes esto es especialmente importante porque, al estructurarnos nuestra rutina laboral y de estudio, siempre y cuando la cumplamos alcanzando las pequeñas metas que conforman el gran objetivo que nos hayamos planteado, evitaremos situaciones como, por ejemplo, tener que estar trabajando intensamente en el último momento.

3. Dormir suficiente
Dormir lo necesario es un factor de protección y fomento de la salud psicológica. Hay personas que necesitan dormir más que otras, pero por lo general la mayoría necesitamos dormir entre 6 y 8 horas. Dormir demasiado poco nos hace sentirnos cansandos mentalmente, poniéndonos de mal humor porque no somos capaces de hacer nuestros quehaceres diarios adecuadamente, mientras que dormir de más hace que nos cueste concentrarnos y estemos todo el día “empanados”. Hay que saber encontrar su justo equilibrio para disfrutar de una salud psicológica ideal.

4. Tener una dieta saludable
No podemos tener una buena salud mental si nos alimentamos mal. El cerebro necesita una dieta variada y balanceada para poder funcionar tanto en lo cognitivo como en lo emocional, por este motivo no podemos olvidarnos de la nutrición. Se deben incorporar alimentos de todos los grupos alimenticios, como verduras, frutas, pescados, carnes, cereales, legumbres y lácteos. También es importante controlar las porciones y asegurarse de que la dieta incorpora un 50% de carbohidratos, un 30% de grasas y un 20% de proteínas.
Entre los nutrientes que hacen que nuestro cerebro funcione mejor tenemos el omega 3 y 6, las vitaminas del grupo B (B6 y B12), el ácido fólico, el triptófano, el hierro, el calcio y el magnesio. Todos estos nutrientes se encuentran en alimentos naturales, no procesados, y prácticamente cualquier estilo de vida en el que se incorpore la dieta mediterránea tiene satisfecha la demanda de estas sustancias.
El triptófano merece especial atención puesto que es el precursor de la serotonina y la melatonina, neurotransmisores que están directamente relacionados con el estado anímico y el ciclo del sueño. Entre los alimentos que poseen triptófano encontramos las carnes magras, la yema de huevo, los lácteos, frutas como los plátanos y la piña, cereales integrales, chocolate negro y legumbres.

5. Mantenerse físicamente activo
Es un clásico lo de “mente sana en cuerpo sano”. Hacer ejercicio no únicamente nos pone en forma física, sino también mental, contribuyendo a que poseamos unas capacidades cognitivas adecuadas y un buen estado anímico. En otras palabras, la práctica de deporte regular contribuye a que tengamos buena memoria, atención, estemos protegidos de la depresión y otros trastornos mentales, además de mantenernos emocionalmente bien y ser menos susceptibles a los cambios de humor.

Lo ideal es practicar entre 3 y 4 veces a la semana algún deporte, aunque algo tan simple como es caminar unos 30 minutos al día basta para que, a la larga, nuestro estado psicológico se vea beneficiado. Cabe decir que la práctica de ejercicio más o menos intenso contribuye a que segreguemos endorfinas, las cuales nos inducen a entrar en un estado de bienestar y placer, algo que desde luego nos mantendrá de buen humor y nos hará ver la vida de una forma más positiva.

6. Desconectar un rato
En una sociedad en la que se nos pide estar conectados en todo momento pareciera que desconectar diariamente, aunque sea solo un ratito, es un imposible. Sin embargo, esto no únicamente es algo que sí es posible sino que, además, es una necesidad.
Para poder destensarnos y evitar que nuestro cerebro colapse es muy importante reservarse un momento al día, por muy breve que sea, para dejar a nuestra mente descansando, sin agobios.
Esto lo podemos hacer de muchas formas, todas las que se nos puedan venir a la cabeza. Ya sea tumbándonos en la cama escuchando música, viendo nuestro programa de televisión favorito, dándonos un baño de espuma o meditando podemos desconectar del estrés de ahí fuera, ya sea provocado por nuestra familia o por el trabajo. La mente necesita un poco de descanso sino no se puede trabajar ni rendir adecuadamente.


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