Prácticas alimentarias y recomendación de consumo alimentario en la infancia

Prácticas alimentarias y recomendación de consumo alimentario en la infancia

Los hábitos alimentarios ejercen una gran influencia sobre la salud. En la infancia, la alimentación debe ser adecuada en cuanto a cantidad y calidad, suministrando todos los nutrientes necesarios, y una vez que las necesidades nutricionales están cubiertas, se garantiza el crecimiento y el desarrollo saludable (2) (3).
Los estudios sugieren que los patrones de ingesta dietética durante esta fase de la vida pueden predecir la incidencia de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) en la edad adulta (1) (7).

En este sentido, la familia y la escuela se constituyen como los ambientes favorables para la adquisición de prácticas alimentarias saludables, donde se deben ofrecer comidas balanceadas, colaborando con la formación de buenos hábitos alimentarios y calidad de vida (2) (3) (14).
Molina y otros (2010) (? desarrollaron un índice de calidad de alimentación, y analizaron los factores socioeconómicos asociados a la baja calidad de alimentación entre los niños de 7 a 10 años.

Aproximadamente el 41% de los niños estudiados poseían una alimentación de baja calidad. De esta manera, el conocimiento sobre la calidad de alimentación de los niños y sus factores asociados son de especial importancia para subsidiar acciones de promoción de una vida saludable, tanto para los padres y familiares, como para los niños (? (11) (12).

La necesidad energética de niños y niñas entre 3 y 6 años de edad varía de 70 a 80 kcal/kg de peso por día. La cantidad de carbohidratos aconsejada es de 130g/día, ya que la necesidad proteica ideal es de 0,95g/kg de peso por día (9). El porcentaje de grasa se encuentra entre el 30 y el 35% del valor energético total ingerido por día, siempre incluyendo en la dieta los ácidos grasos poliinsaturados Omega-3 (0,9g/día) y Omega 6 (10g/día) (15).
En relación con los macronutrientes, también se utilizan los intervalos de distribución aceptables (AMDRs- acceptable macronutrient distribution range) que apuntan a la reducción del riesgo de ECNT. Se considera una distribución adecuada cuando el consumo de proteínas, carbohidratos y lípidos se encuentran entre los intervalos de 15 a 20%, 45 a 65% y 30 a 35%, respectivamente (5).

La calidad de la proteína es de suma importancia, principalmente como fuente de oligoelementos como el hierro y el zinc. Por lo tanto, existe la necesidad de ingesta diaria de proteína animal y vegetal, como forma de suprimir las necesidades del niño5. Una opción saludable y versátil es la introducción de la soja y de los alimentos elaborados con soja (grano, tofu, proteína texturizada y alimento de soja líquido), en diversas ocasiones del día, como en el desayuno, meriendas y comidas principales.

Cuando se compara con otros alimentos de origen vegetal, la soja representa calidad proteica superior y óptimo equilibrio de aminoácidos esenciales, siendo actualmente el único vegetal que presenta una proteína completa, con calidad equivalente a la proteína patrón de referencia (4) (13) (16).
En relación a la calidad de la grasa ingerida, se debe controlar, favoreciendo el consumo adecuado de grasas totales (hasta 30% del Valor Energético Total ? VET ? diario), saturadas (menor que el 10% del VET) y trans (hasta 1% del VET) (6).

Se recomienda que los padres se acostumbren a leer e interpretar los rótulos de los alimentos industrializados, siendo capaces de evaluar el consumo de grasa por porción de alimento consumido. La ingesta excesiva de grasa total, saturada y trans es considerada un factor de riesgo para el desarrollo de dislipidemia en la infancia, y enfermedades cardiovasculares de adulto. Por lo tanto, se recomienda que los ácidos grasos saturados y trans sean substituidos por grasas mono y poliinsaturadas como: pescados, oleaginosas, aceites vegetales y productos elaborados a partir de estos aceites.

Los micronutrientes son importantes para el crecimiento y desarrollo adecuado, ya que la falta de los mismos puede perjudicar la velocidad de crecimiento (hierro, zinc, calcio), además de acarrear dificultades de aprendizaje (hierro), comprometiendo el sistema inmunológico (hierro, zinc, vitamina A y C) y de la matriz ósea (calcio).

Independientemente del estado de salud del niño, se deben suministrar todos los nutrientes necesarios para que no haya problemas en su crecimiento y desarrollo (9) (10). Por lo tanto, se deben calcular y orientar la cantidad de Energía y nutrientes por medio de un profesional del sector de la salud, colaborando con la calidad de vida durante la infancia y otras etapas de la vida.

Referencias:

1. Aboderin I e col. Life course perspectives on coronary heart disease, stroke and diabetes: key issues and implications for policy and research. Geneva: World Health Organization, 2001.
2. Abranches MV. Assessment of diet adequacy at public and private daycare centers within the national program of school feeding. Nutrire Rev. Soc. Bras. Aliment. Nutr. 2009; 34(2): 43-57.
3. Domene SMA. The school as environment to promote the health and nutritional education. Psicol. USP. 2008, 19(4): 505-517.
4. Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuaria - Centro Nacional de Pesquisa de Soja / Embrapa Soja. A cultura da soja no Brasil, CD-Rom, 2000.
5. Institute of Medicine, (IOM). Dietary Reference Intakes for Energy, Carbohydrate, Fiber, Fat, Protein and Amino Acids (macronutrients).Washington, D.C., National Academy Press. 2002, p.1357.
6. Lichtenstein AH e col. Diet and lifestyle recommendations revision 2006. A scientific statement from the American Heart Association Nutrition Committee. Circulation. 2006, 114 (1):82-96.
7. Mikkilä V, Räsänen L, Raitakari OT, Pietinen P, Viikari J. Longitudinal changes in diet from childhood into adulthood with respect to risk of cardiovascular diseases: the Cardiovascular Risk in Young Finns Study. Eur J Clin Nutr. 2004, 58(7): 1038-45.
8. Molina MCB e col. Preditores socioeconômicos da qualidade da alimentação de crianças. Rev. Saúde Pública. 2010, vol.44, n.5, 785-732.
9. Monteiro CA, Szarfarc SC, Mondini L. Secular trends in childohood in the city of São Paulo, Brazil (1984-1996). Rev Saúde Pública. 2000, 34(6 suppl): S62-72.
10. Oliveira RS e col. Magnitude, geographic distribuition and trends of anemia in preschoolers, Brazil. Rev Saúde Pública. 2002; 36: 26-32.
11. Osorio EJ, Weisstaub NG, Castillo DC. Desarrollo de conducta alimentaria en la infancia y sus alteraciones. Rev Chil Nutr. 2002, 29(3): 280-85.
12. Philippi ST, Colucci AC, Cruz AT, Ferreira MN, Coutinho RL. Alimentação saudável na infância e na adolescência. In: Curso de atualização em alimentação e nutrição para professores da rede pública de ensino. Piracicaba: Escola Superior de Agricultura Luiz de Queiroz, 2000. 46-60.
13. Protein Quality Evaluation, Report of the joint FAO/WHO Expert Consultation. Rome: FAO Food and Nutrition paper n° 51, 1991.
14. Rinaldi AEM e col. Contribuições das práticas alimentares e inatividade física para o excesso de peso infantil. Rev. paul. pediatr. 2008;26(3): 271-277.
15. Uauy R, Castillo C. Lipid requirements of infants: implications for nutrient composition of fortified complementary foods. J Nutr. 2003, 133(9): 2962S-72S.
16. Young. Soy protein in relation to human protein and aminoacid nutrition, J. Am. Diet. Assoc. 1991, 91:828-35.


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