importancia de la actividad física para la prevención, pérdida y mantenimiento de peso

importancia de la actividad física para la prevención, pérdida y mantenimiento de peso

Tras conocer un poco más acerca de la obesidad y sobrepeso, es habitual que nos planteemos por qué engordamos y qué es lo que debemos hacer para perder peso. En relación a ello, es importante saber que la ganancia de peso viene determinada por el balance energético. Cuando ingerimos más energía de la que consumimos engordamos, y del mismo modo, cuando consumimos más energía de la ingerida, adelgazamos. Por otro lado cuando se ingiere y se consume la misma cantidad de energía, se consigue una estabilidad. La clave de este balance energético viene dada, como ya adelantábamos, por la combinación de una correcta alimentación y actividad física regular, adecuada y estructurada.

Centrándonos en la importancia de la actividad física para la prevención, pérdida y mantenimiento de peso de la población adulta, cabe destacar su contribución en el aumento del gasto energético total, haciendo que este sea mayor tras la pérdida de peso mediante la prescripción de ejercicio físico adecuado que tan solo con el control de la dieta. Asimismo, contribuye a que esta pérdida provenga principalmente de la masa grasa. Además de lo comentado hasta el momento, teniendo en cuenta las indicaciones de la SEEDO (2007) los beneficios de la realización de actividad física en personas con obesidad y sobrepeso serían, entre otros: la mejora del perfil lipídico, la sensibilidad a la insulina y la presión arterial, la prevención de enfermedades cardiovasculares, el mantenimiento densidad ósea, la reducción del depósito de masa abdominal, el aumento de la capacidad respiratoria, etc., así como otros a nivel psicológico (mejora de la autoestima, ansiedad, etc.).

Por último, para que la prescripción de la actividad física se realice de manera coherente y eficaz deben tenerse en cuenta una serie de recomendaciones específicas para esta población: tipo de actividad, duración, intensidad, progresión, etc., que serán aclaradas más adelante en un blog posterior. En estos casos, no es suficiente con las directrices generales para la modificación de hábitos sedentarios de adultos sanos, en las que se aconseja un mínimo de 30 minutos diarios de actividad física de moderada intensidad, ya que también deben ser tenidas en cuenta otras consideraciones y posibles problemas añadidos. Si bien es cierto que lo primordial es la consecución de un cambio progresivo de hábitos saludables que parte de cuestiones tan sencillas como:

Pasear más y no coger el coche continuamente
Subir por las escaleras en lugar de por el ascensor
No pasar el tiempo libre en el sofá frente a la televisión
De este modo, es posible ir incrementando de manera progresiva la actividad física diaria hasta modificar estos hábitos básicos en la forma de vida a largo plazo e incorporarlos de manera permanente.


Imprimir   Correo electrónico