La ciencia de los deseos

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La ciencia de los deseos

Durante millones de años, el deseo y el placer han mantenido la vida en el planeta. La sed para no morir deshidratados, el hambre para no olvidar comer o el apetito sexual para transmitir nuestros genes a la siguiente generación. Los humanos queremos creer que podemos sobreponernos o al menos encauzar esos impulsos básicos, pero ignoramos hasta qué punto dependemos de una programación biológica que nos determina desde el nacimiento hasta la muerte.

La programación genética nos empuja hacia un peso y eso hace que sea tan difícil mantener el peso perdido con las dietas

Pese a que tengamos la sensación de que la solución para combatir la obesidad es relativamente sencilla y bastaría con comer menos y hacer ejercicio, el sistema de señales de cada organismo individual hace que varíe la dificultad de la tarea. Como recuerda Jeffrey Friedman, el descubridor de la leptina, la programación genética nos empuja hacia un peso y, aunque temporalmente sea posible adelgazar, las señales hormonales nos harán sentir que algo no va bien con nuestra dieta si nos mantiene por debajo de nuestro peso programado.

El conocimiento de los mecanismos que regulan el deseo y el placer no tiene que ser una justificación del fatalismo. Saber cómo funcionan puede ayudarnos a ponerlos a nuestro servicio para mantener las ganas de vivir y a tener unas expectativas razonables sobre la capacidad propia y de los demás para dirigir la vida en la dirección deseada.

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