El miedo a perder peso

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El miedo a perder peso

El fracaso a la hora de perder peso se debe en muchas ocasiones a procesos inconscientes ligados a emociones que la persona desconoce. Hoy día sabemos que gran parte de los procesos que influyen en nuestra forma de actuar se basan en factores de los que no somos conscientes. En ocasiones, cuando se lleva a cabo la pérdida de peso la persona cree conocer todos los datos importantes sobre su entorno y su cuerpo, pero no es así.

Para muchas personas, la obesidad constituye una forma de no enfrentarse a situaciones temidas que le generan estrés o inseguridad. Entre estas situaciones estarían el miedo a la vida social, a las relaciones afectivo-sexuales, a etapas del desarrollo que exigen más responsabilidades, a la aceptación de la identidad sexual o a perder la sobreprotección materna o paterna mantenida por sus limitaciones.

En otras ocasiones las personas utilizan la comida como mecanismo de evasión. Ante situaciones que requieren una toma de decisión a nivel laboral, social, familiar o personal, acuden a la ingesta voraz para evitar sentir la perturbación o incomodidad que les supone afrontar la situación. Otras veces esa ingesta viene determinada por decisiones erróneas, traumas o vivencias del pasado que no han sido canalizadas adecuadamente.

La comida en estos casos constituye un alivio temporal, y si no se afronta la situación temida se ingiere de forma continuada

Los seres humanos tenemos desde pequeños modelos de referencia o identificación que sirven de base para dar lugar a nuestra identidad. Sin embargo, hay personas que no consiguen alcanzar su propia individualidad y madurez, permaneciendo atadas a los hábitos y costumbres de los modelos de identificación elegidos en muchos casos de manera inconsciente.

Valga como ejemplo, la pérdida no superada de un ser querido obeso con quien nos mantenemos vinculados a través de la adquisición de sus hábitos y actitudes no saludables. La pérdida de peso en estos casos supone prescindir de sensación de cercanía, afecto y presencia que nos confieren sus costumbres. Por el contrario, también se permanece obeso para diferenciarse o rebelarse de alguien que nos ha perjudicado.

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